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Triana, Marchena, Morón y los primeros flamencos del XIX

Tras la invasión y expulsión francesa, la cultura tradicional española cobró un nuevo protagonismo y en ese contexto hacen los primeros flamencos como Silverio, El Nitri, los Fillos, Chacón o El Colorao.

La primera generación de cantaores flamencos dle XIX arranca con Silverio Franconetti (1831-1889), sevillano de origen italiano y alma gitana que de niño se escapaba a las fraguas gitanas para oir flamenco.

Su principal rival fue  Tomás Ortega López, Tomás (El Nitri) primera Llave de Oro del Cante cantaor de seguiriyas gitana, nacido en 1838 en El Puerto de Santa María, sobrino del cantaor Francisco Ortega Vargas (Fillo).

Se hizo amigo de Antonio Ortega Heredia El Fillo (1806-1854), el patriarca del cante gitano en Jerez, Cádiz y Sevilla. Él le enseñó los palos antiguos de los siglos XVIII y XIX.

Un hermano de Silverio Franconetti, llamado José se casó con una marchenera de la plaza de la Cárcel Josefa Bersabab, hija de un picador de caballos. Otro de los grandes del flamenco Francisco Colorado Pérez se instaló en Marchena por un tiempo tras la boda de su hermano José con una marchenera. Silverio fue alumno de El Colorao.

José Franconnetti Aguilar, sastre, nacido en El Viso del Alcor, se casó con 24 años en 1841 en la iglesia de San Juan de Marchena con la marchenera María Josefa Bersabab, de 18 años que vivía en la Plazuela de la Cárcel número 5.

Según Manuel Bohórquez Silverio Franconetti coincidiría en Marchena con uno de sus maestros, Frasco el Colorao, otro de los grandes cantaores del XIX. Mientras la familia Franconetti vivía en Morón parte de la familia Colorado se afincó en Marchena.

José Franconetti era hermano del gran cantaor Silverio Franconetti y Aguilar (Sevilla, de 1831- 1889)  y ambos hijos del sastre nacido en Roma Nicolás Franconetti casado con María Concepción Aguilar de Alcalá de Guadaira. Los padres de la novia eran Manuel Bersabab, picador de caballos nacido en Priego y la marchenera María Josefa Santos.

Frasco el Colorao,  Francisco Colorado Pérez vivió en Marchena, tras la boda de su hermano José Colorado (1841), ambos naturales de Puerto Real. Su abuelo paterno, Antonio Colorado, era guitarrero, constructor de guitarras.

Según Bohórquez el zapatero Francisco Colorado Pérez, se casó con la viuda de Marchena Luisa Cortés Romero, en San Sebastián de Marchena en 1831, y aquí tuvieron dos hijos. En marzo de 1841 tienen a Antonia en la Plaza de los Hortelanos, (Plaza Vieja) cuando Frasco es tabernero. En 1843, nace su hijo Elías, en la calle La Mona. Emigran a Triana en 1846, donde nace el resto de sus hijos.

Según Bohórquez Frasco El Colorao enseñó en Triana a cantar a los principales maestros del flamenco del  XIX: el Fillo, Tomás el Nitri, al Lebrijano, a los Caganchos, a Silverio y a Manuel Molina, de Jerez.

El apellido Colorado con raíces gitanas aún se mantiene en Marchena descendientes de Antonio y José Colorado Castro, vivía en la Plaza Ducal, primos de Juan El Caeno. José era músico, corneta de la banda municipal de Marchena.

La familia Franconetti se trasladó a Morón de la Frontera, donde instaló una sastrería. Con 10 años, Silverio frecuentaba los gitanos de Morón, y conoce los cantes de «El Fillo» según Luis Javier Vázquez Morilla, en su libro «Silverio Franconetti y los Fillos» (2018). Demófilo, su primer biógrafo (1881),  afirma que el joven Silverio no quería la sastrería familiar porque le gustaba más el flamenco.

Algunos miembros de la familia Franconetti de Morón Silverio y Jerónimo decidieron hacer las Américas para ganar dinero. Silverio Franconetti viajó a América en 1857.

Silverio regresó a España a bordo del bergantín de guerra, el Gravina en mayo de 1864. En 1866 Silverio actuó en Madrid ante la reina Isabel II. En 1870 dirigía el salón El Recreo de Sevilla. Con la ayuda de Manuel El Burrero y Frasquito El Manga, amplió el local y lo rebautizó como «Café de la Escalerilla». Tras la ruptura funda en 1881 el Café de Silverio, en la calle Rosario de Sevilla, primer café cantante.

Silverio Franconetti abrió en 1881 el un café cantante solo de flamenco, donde se encontraban los mejores intérpretes, apremdían unos de los otros siendo asi la primera escuela del cante. 

En el café de Silverio el flamenco se configuró tal como lo conocemos hoy. Se eliminaron la pandereta y el violín, así como los palos más sobrios. 

Luego vino la era de la ópera flamenca, a partir de 1920 cuando los cantaores salieron de los cafés para llenar plazas de toros y teatros donde Pepe Marchena tuvo un papel protagonista. Surgen entonces opiniones como la de Federico García Lorca y del compositor Manuel de Falla, de que el cante jondo se estaba perdiendo. Por eso, en 1922 organizaron un concurso de cante jondo en Granada, uno en el que solo podían participar amateurs. 

Con los academicistas, en los años cincuenta, llegó la revalorización de los cafés cantante como tablao conservarndola estética castiza, con parafernalia taurina y carteles costumbristas colgando de las paredes.