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Una medalla del Cristo del Amor en medio del aeropuerto de Kabul, Afganistán

La tarde del pasado 18 de agosto, el capitán Javier Escorihuela (Sevilla, 29 años) fue avisado junto a otros 19 militares de la base de Zaragoza de un inminente viaje a Afganistán con el Escuadrón de Apoyo al Despliegue Aéreo (EADA) en Kabul  en el operativo de apoyo del Ejército de Tierra desplazado en la capital afgana. Una misión que ha servido para salvar a unas 1.200 personas de los talibanes.

Luego sabría que era una de las misiones más difíciles de su vida. Se aferró entonces a la medalla del Cristo del Amor de su cuello cuello desde que era un niño. Es hermano de la cofradía del Amor, sevillano y capitán del Ejército del Aire.

A través de dos teléfonos móviles pudo rescatar a cientos de personas (entre ellos, periodistas, directoras de cine, activistas del infierno de desesperación humana que rodeaba el Aeropuerto Internacional y la base militar de la OTAN, cercana. 

 

 

 

A sus 29 años, este sevillano, destinado en Zaragoza, ha coordinado a un equipo de hombres que se ha jugado literalmente la vida para salvar del infierno talibán a cientos de personas que rodeaban el Aeropuerto Internacional Hamid Karzai de la capital afgana.

“Ha sido una situación difícil. Estar en contacto con tanta gente que estaba atravesando una situación tan complicada”, explica.

Desde que hizo la Comunión Javier lleva colgada al cuello una medalla de oro del Cristo del Amor que le regaló Luis Torres, ex hermano mayor de nuestra corporación, quien compartió con su padre horas y horas de trabajo como médicos internistas en el Hospital Militar de Sevilla. “La medalla nunca me la quito y ha estado conmigo estos días en Afganistán junto a la de la Virgen de Loreto, patrona del Ejército del Aire”.

“Sin duda el amor al prójimo, hacia las personas que no conoces, que son en definitiva los valores que transmite nuestra hermandad, han sido un acicate muy importante en estos días”, asegura ya desde tierras mañas.

A pesar de encontrarse lejos de Sevilla, Javier acude cada Domingo de Ramos a la Colegial del Salvador para salir con su Cristo del Amor. “Todos los años que puedo, voy. La última vez fue en 2019, el último antes de la pandemia, con cirio en el cortejo del Cristo”.

Javier se siente sevillano, aunque lleva tantos años fuera de casa que él prefiere decir que es “español”.