El temor a las altas temperaturas y el inicio del periodo estival se tradujo en menos gente en la calle en las primeras vísperas del Corpus tras la pandemia, pese a los tres puntos con música en directo preparados para la ocasión en varias plazas.
Las Hermandades y parroquias se convirtieron de nuevo en el centro de la fiesta y en semillero de cofrades, preparando las alfombras para el Corpus mientras los priostes se afanaban en preparar los mejores aderezos para sus altares.
Eas dos grandes novedades que se han presentado acabadas a medianoche mostraban dos grandes altares en Santa Clara, preparado por la Humildad y en San Juan preparado por la Hermandad de la Soledad.
La soledad ha elegido para la ocasión las tallas que se conservan en santa María del imaginero Pedro Duque Cornejo, siempre según la propia hermandad. Entre ellos una Inmaculada procedente de san Juan y dos ángeles de la capilla de la Virgen de la Soledad que muestran en sus rostros y cabello la plenitud del barroco trasladado al XVIII.
En Santa Clara, una de las figuras secundarias del antiguo altar de la Hermandad de la Humildad, aparece transformado en el lagar místico, Cristo bajo la presión de la viga del lagar, representado por la Santa Cruz mientras que la uva es el propio Cristo que llena el cáliz con su sangre y que recoge un ángel que lleva el cáliz en la mano. Al mismo tiempo representa al buen Pastor en el que Jesús sale en busca de la oveja perdida.