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El himno que se canta en el cónclave antes de elegir a Papa, uno de los más sagrados, sonaba en San Jerónimo de Marchena

El himno “Veni Creator Spiritus” se canta en el cónclave para la elección del Papa porque es una invocación solemne al Espíritu Santo, considerado la fuente de sabiduría, luz y discernimiento.

Los cardenales, al iniciar el proceso de votación, lo entonan para pedir inspiración divina en una decisión de gran trascendencia: la elección del nuevo Vicario de Cristo. Esta práctica está profundamente enraizada en la liturgia católica y simboliza la apertura del corazón y la razón a la acción del Espíritu.

Cuando los cardenales se encierran en la Capilla Sixtina para elegir a un nuevo Papa, hay un momento que sobrecoge tanto como los frescos de Miguel Ángel: la entonación solemne del Veni Creator Spiritus. Este himno, que invoca al Espíritu Santo como guía de sabiduría y verdad, abre cada cónclave desde hace siglos. 

Conclave 2025: Veni Creator Spiritus from the Sistine Chapel | Full Video

Pero este himno no es exclusivo del Vaticano. Durante siglos, también se escuchó en el corazón de Andalucía. En el colegio jesuita de San Jerónimo y en el de La Encarnación de Marchena, el Veni Creator Spiritus se cantaba cada mañana, marcando el inicio del día con una atmósfera de recogimiento y propósito. Allí, los alumnos—hijos de nobles, aspirantes al sacerdocio o jóvenes de familias humildes becados por los duques de Arcos—entonaban el canto en latín, en forma gregoriana, dirigidos por los padres jesuitas como parte de su formación espiritual e intelectual.

Documentación histórica confirma que este himno no solo abría las jornadas, sino también las grandes ocasiones: el inicio del curso, las visitas del provincial, las profesiones de votos o los ejercicios espirituales ignacianos.

El primer día de clase en el colegio San Jerónimo de la Plaza de San Andrés fue el 30 de septiembre de 1629 cuando fueron recibidos los primeros Colegiales hace casi 400 años.

12 alumnos fueron los primeros que iban a recibir enseñanza durante 3 años. En concreto las tres cátedras que se impartían en el edificio del Colegio de los Jesuitas hoy Colegio de Santa Isabel eran Arte, Teología y Moral.

Una de las fachadas destruidas de San Jerónimo de Marchena que da a la plazuela de San Andrés. Parte del edifcio fue demolido en los 80 por orden del Alcalde para repartir jornales del PER siendo Alcalde Manuel Ramirez Moraza y concejal de Cultura Fernando Alcaide Aguilar.

El colegio estuvo en activo hasta el año 1767, 140 años y por él pasaron alumnos de toda Andalucía. Los alumnos tenían que pasar un examen y un expediente de limpieza de sangre, según investigación de Jorge Pérez Cañete. En 1767 y expulsados los jesuitas de Marchena a punta de pistola, el edificio se convierte en Hospital tal y como había previsto el fundador en su testamento.

La Historia del colegio Jesuíta de Marchena se conserva en los archivos de San Sebastián de Marchena y fue objeto de un trabajo de Jorge Pérez Cañete que se puede comprar en Amazon.

El curso empezaba en octubre. Cada día la campana sonaba a la 5:30 de la mañana avisando a todos para levantarse. Un mozo se encargaba de encender las velas de las habitaciones y luego volvía a comprobar que se habían levantado. A las 6 acudían a  la capilla donde rezaban arrodillados y cantaban el himno Veni Creator Spíritus y escuchaba una oración por boca del Rector.  Ya estaba preparada la despensa, la leña para los meses del frío, y las medicinas en la botica.

Antes de las clases todos formaban en la portería con un manto y una beca para salir de dos en dos camino del Colegio de la Compañía es decir Santa Isabel. Volvían para el almuerzo a las once de la mañana en invierno. Almorzaban en silencio y con mucha modestia con los ojos bajos. Mientras comían el semanero leía despacio y alto un capítulo de la Sagrada Escritura.  Cuando el rector desdoblaba la servilleta podían empezar a comer y solo cuando él se levantaba lo podían hacer los demás.

Cada alumno debía traer consigo una cama, dos colchones, cuatro sábanas, un par de camisas, una Biblia y un ejemplar de los Cánones y un libro de Aristóteles. Todo lo demás, comida incluída era proporcionado a los alumnos por el colegio.

En 1609 el clérigo González Fernández, hijo del médico Pedro Sánchez dejó en testamento todos sus bienes, valorados en más de siete millones de maravedíes para la fundación del colegio de San Jerónimo, en la Plaza de San Andrés para estudiantes pobres que quisieran ser clérigos, dependiente del Colegio de la Compañía de Jesús (1567) creado por doña María de Toledo esposa de Luis Cristóbal Ponce de León.

En 1618 se decide su ubicación en la Plaza de San Andrés. El nuevo edificio fue levantado por el maestro albañil de Ecija Mateo Orellana. En 1629 se contrata a un cantero de Cabra la ejecución de la portada principal incluyendo la estatuta de San Jerónimo.

La portería daba acceso a la planta baja controlando el acceso al edificio además de las habitaciones de los colegiales y de la Sala rectoral. El colegio tenía cocina, despensa, junto a la cocina, un refectorio, un granero y una capilla a la que se podía acceder directamente desde la calle Compañía y que estaba decorada con un cuadro de San Jerónimo.