Las exploraciones realizadas durante los últimos años por un equipo formado por espeleólogos y arqueólogos han sacado a la luz una impresionante red de minas existentes bajo el subsuelo de Carmona. Juanma Román, arqueólogo del Museo de la Ciudad de Carmona, asegura que la mayor parte de las minas de agua existentes en la localidad datan de la época romana.
Estas casi desconocidas obras de ingeniería hidráulica tuvieron como fin la captación de las aguas subterráneas y fueron construidas en época romana, pudiendo considerarse como elementos patrimoniales de primer orden. Así lo asegura Juan Manuel Román, arqueólogo del Museo de la Ciudad de Carmona y director del curso ‘Introducción a la espeleoarqueología aplicada: el estudio de las minas de agua’, junto a José Millán Naranjo, espeleólogo y presidente de la ASOCIACIÓN ANDALUZA DE EXPLORACIONES SUBTERRÁNEAS, que ha comenzado esta mañana en la sede de la Universidad Pablo de Olavide en Carmona dentro del marco de la XVII edición de los cursos de verano.
Las minas de agua o qanats son sistemas de galerías y pozos destinados a la captación y canalización de las aguas freáticas. Estas obras de ingeniería hidráulica garantizaban un abastecimiento constante de agua, normalmente de buena calidad, que podía ser empleada para consumo humano, para la agricultura e, incluso, como fuerza motriz para los molinos de cereal. “Esta tecnología tuvo su origen en la zona de Persia hace unos 4000 años, llegando a la Península Ibérica en época romana, cuando fue aplicada a la construcción de numerosos tramos de acueductos”, explica el arqueólogo.
Además, durante la etapa medieval islámica se registró un nuevo impulso en el uso de este tipo de infraestructuras que han seguido construyéndose y usándose hasta la actualidad. “En Carmona, la que denominamos como mina de San Antón, abasteció a la única fuente de agua potable que tuvo la ciudad, al menos, desde el siglo XV hasta mediados del siglo XX. A partir de las exploraciones realizadas por nuestro equipo y de los resultados de las excavaciones arqueológicas urbanas, podemos decir que la mayor parte de las minas de agua existentes en Carmona, e incluso en los Alcores, datan de época romana”, afirma el director del curso.
Durante el transcurso del seminario, los alumnos tendrán la oportunidad de recibir sesiones teóricas y prácticas donde se les hablará de cuestiones como la metodología que se desarrolla para estas exploraciones subterráneas, las técnicas espeleológicas, las características y valores patrimoniales de estas infraestructuras, así como las medidas y protocolos de seguridad o la elaboración de los planos. Con respecto a las prácticas, consistirán en el aprendizaje de las técnicas de progresión vertical en cuerda, tanto ascenso como descenso, que realizarán los alumnos sobre el terreno. Además, la última jornada del curso la pasarán en el interior de una mina donde se harán prácticas de exploración y topografía.
Con respecto a cómo se descubrieron las minas, Juan Manuel Román asegura que existen documentos en el archivo municipal y libros que, desde el siglo XVI, citan algunas de las minas, aunque sin apenas aportar datos descriptivos: “En época más reciente se produjeron hallazgos puntuales durante diversas obras realizadas, sobre todo en el sector de San Antón y la Alameda. Entre los carmonenses siempre se han transmitido historias sobre la existencia de túneles que se han convertido casi en un mito popular; sin embargo, es ahora cuando estamos comenzando a conocer el verdadero alcance de este impresionante y complejo patrimonio subterráneo”.
En la actualidad, como explica el arqueólogo, las minas han perdido su uso original y muchas se encuentran rellenas de sedimentos debido a la falta de tareas de mantenimiento y a la deposición de escombros en su interior. En algunos casos, las lumbreras, que son los pozos de aireación de las minas existentes bajo las viviendas actuales, han sido reutilizadas como pozos de agua hasta nuestros días. Por último, Juan Manuel Román afirma que desde el Ayuntamiento se está estudiando la viabilidad de poner algún tramo en valor y hacerlo visitable, aunque siempre tendrían que primar los criterios en los que primen la conservación de las minas y la seguridad de los visitantes. “En cualquier caso, más que su puesta en valor, el objetivo actual es la investigación y el conocimiento de estos bienes patrimoniales para que puedan ser protegidos”, concluye.