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Alvaro Cabezas arroja más luz al periodo de la Segunda República en Marchena

El viernes 17 de noviembre tendrá lugar la presentación del libro «La II República en Marchena. Socialistas, Republicanos y Derechistas», de Álvaro Cabeza Andrés, licenciado en Historia.
Este estudio no solo aporta luz sobre la intersección de riqueza, política y status social en Marchena, sino que también ofrece un espejo de las complejidades de la política española de preguerra.

Alvaro Cabeza Andrés lleva años recopilando de datos en el Archivo Municipal de Marchena y en un gran número de fuentes. El trabajo estudia la Marchena de finales del XIX y primer tercio del XX desde los puntos de vista social, sanitario y político. En este último aspecto, el más extenso de su trabajo, profundiza especialmente en la Marchena de la II República y en las fuerzas políticas en nuestra localidad.

Álvaro Cabeza Andrés, destacado licenciado en Historia y docente, nos sumerge en la interesante dinámica socio-política de Marchena en las primeras décadas del siglo XX. A través de su meticulosa investigación, desvela cómo la Ley Electoral de 1877 influía en la vida política local, donde los mayores contribuyentes, a menudo figuras prominentes con cargos municipales, tenían el privilegio de elegir compromisarios para senadores.

La narrativa se intensifica al examinar la lista de 1930, revelando nombres como Juan Vigueras Vergara, influyente en la política y la religión; Enrique Domínguez Delgado, el bonachón labrador con aspiraciones políticas y sociales; Eduardo Ferreras González, un médico con vínculos familiares en la alcaldía; Rafael Domínguez Delgado, víctima de la agitación obrera; y Manuel Aguilar Baena, el médico liberal distante de la política.

Según articulo publicado por Alvaro Cabezas en Marchena Secreta en 2021 el primer Alcalde fraquista de Marchena fue José Montero Góngora.

El 21 de julio de 1936 a las 20.20 se llevó a cabo la destitución de la Corporación Municipal encabezada por el socialista Luis Arispón Rodríguez. Esa Corporación había sido elegida en mayo de 1931, pero fue cesada por orden del gobernador civil en junio de 1934 y de nuevo repuesta, también por orden del gobernador, en febrero de 1936. En su lugar fue nombrada una Comisión Gestora compuesta por cinco falangistas al frente de la cual fue designado José, “Pepe”, Montero Góngora.

Ya en los últimos meses de la Monarquía tenía cierto peso social y por esa razón fue citado en el Ayuntamiento junto a otros destacados miembros de la sociedad para buscar soluciones a la grave crisis de desempleo. En mayo de 1933 formó parte de la comitiva marchenera que asistió al entierro en Sevilla del dirigente empresarial Pedro Caravaca. Ese entierro se convirtió en una muestra de repulsa por la inseguridad vigente y en una demostración de fuerza de las organizaciones conservadoras contra el Gobierno republicano.

Unos días después fue elegido bibliotecario de la junta directiva local de Acción Popular, partido político liderado por Gil Robles. Montero fue, por otra parte, el impulsor de la constitución en Marchena de las Juventudes de Acción Popular. Su militancia en el partido de Gil Robles no le impidió ser miembro fundador de Comunión Tradicionalista en agosto de 1933 y afiliado a Falange más adelante.

Tras tomar posesión en julio de 1936 remitió un telegrama a Queipo de Llano informándole del hecho y saludándolo con un “viva a la España republicana con honra”. Inmediatamente dio comienzo a la purga de trabajadores municipales. Firmó los primeros decretos de cese al rato de su nombramiento, lo que nos indica la premeditación y planificación de la decisión.

La Corporación municipal encabezada por Vicente Andrés y Torre y compuesta por miembros del Partido Republicano Radical, Acción Popular y Partido Agrario tomó posesión a finales de junio de 1934, es decir, apenas contaba con dos meses para organizar la feria de ese año, la primera que se iba a celebrar en Marchena bajo el gobierno de la derecha republicana. Dada la importancia social y política que siempre tiene el éxito de una feria, el alcalde desde el principio quiso darle el mayor lustre posible y, por esa razón y porque había que dar jornales a los obreros, ya en julio dictó un bando pidiendo a los vecinos que encalaran las fachadas de cara al mes de septiembre.