Icono del sitio Marchena Noticias. Marchena Secreta. El tiempo en Marchena. Sucesos Marchena. Planes de verano en Andalucia. Marchena Noticias

Zocos, jardines y secretos: los otros amores del Al-Ándalus poético

 Aunque la ley islámica clásica prohíbe la sodomía, en la práctica se estableció cierta «tolerancia coránica» hacia el amor cortés (incluido el amor entre hombres). Visitantes cristianos quedaban sorprendidos por la relativa normalidad del homoerotismo andalusí; en Europa se castigaba con la hoguera, mientras que en Al-Ándalus la homosexualidad era común e incluso “culturalmente prestigiosa”.

Esta visión más abierta puede relacionarse con la herencia culta grecolatina (clasicismo) y con un concepto del amor que incluía «la admiración de la belleza efébica» heredada de la poesía griega. La poesía homoerótica andalusí estableció un tipo de relación literaria similar al descrito en la antigua Grecia, donde el poeta adulto asumía un papel activo frente a un efebo que asumía el pasivo.  La ambigüedad gramatical del árabe facilitaba esta característica, ya que términos masculinos en árabe como «gacela» o «luna» se traducían como femeninos en castellano, enmascarando frecuentemente el carácter homoerótico en las traducciones posteriores.

No hay ninguna descripción de la foto disponible.

La poesía homoerótica andalusí comenzó a florecer en la primera mitad del siglo IX, durante el reinado de Abderramán II, emir de Córdoba. El desarrollo de esta tradición poética se vio favorecido por el ambiente cosmopolita de las ciudades andalusíes y la influencia de las tradiciones literarias tanto árabes como persas.

El literato andalusí Ibn Saʽīd al-Magribī (m. 685/1286), en su obra al-Mugrib fī ḥulà l-Magrib (I, 177), nos informa de que «En todo al-Andalus no hay lugar tan renombrado por la abundancia de sodomitas (al-quṭamāʼ) como Córdoba y el adarve de Ibn Zaydūn».

«En el adarve de Ibn Zaydūn había un hombre que solía dormir en el zaguán de la casa y dejaba el cerrojo de la puerta entreabierta de forma que cuando entraban los ladrones lo pillaban dos criados y el hombre le gritaba: «¡Maldito! Has osado acceder a mi puerta y la has abierto con la intención de profanar mi intimidad. Ahora no te faltaba más que … , y, por Dios, por Dios, no cejarás hasta hacerlo y culminar en mí esta enormidad». A continuación se tumbaba boca abajo».

Durante el siglo X, en el apogeo del Califato de Córdoba, la ciudad se convirtió en un epicentro cultural y económico en Europa occidental donde esta tradición poética alcanzó su máximo esplendor. La sofisticación de estos autores y la calidad de su producción literaria demuestran que la poesía homoerótica no era un fenómeno marginal, sino una corriente central en la literatura andalusí de la época.

Una metafora muy usada era la del copero o escanciador de vino, combinando magistralmente los géneros báquico (jamriyyat) y homoerótico (mudhakkarat).  «¡Cuántas noches me han servido las copas las manos de un corzo que me compromete! Me hacía beber de sus ojos y de su mano Y era embriaguez sobre embriaguez, pasión sobre pasión». El copero simbolizaba tanto el servicio doméstico como el objeto de deseo.

En la poesía andalusí— el copero (sāqī) es el joven bello que sirve el vino en las reuniones literarias (majlis), y despierta deseo y fascinación, un siervo en lo social, en la poesía domina al poeta, que se declara su esclavo por amor.

Gracias a esta estrategia, los poetas podían expresar sentimientos homoeróticos de forma elegante y aceptable, usando el lenguaje de la filosofía y la poesía culta. Así, lo que no podía decirse abiertamente por religión, se decía con belleza y sutileza a través de la literatura.

Sin embargo, no faltaron tensiones religiosas y sociales. Algunas escuelas islámicas más conservadoras protestaron contra estas prácticas, aunque los escritores se basaban en la idea de que “los corazones están en manos de Dios”.

 Entre los reyes andalusíes, la homosexualidad con jóvenes era bastante corriente, siendo practicada por figuras prominentes como el abadí Al-Mu’tamid de Sevilla y Yusuf III del reino nazarí de Granada, quienes escribieron poesía homoerótica. 

Los propios califas omeyas Abderramán III y Al-Hakan II mantuvieron relaciones homosexuales documentadas, siendo especialmente notable el caso de Al-Hakan II, quien tuvo descendencia por primera vez a los 46 años con una esclava vasca que se travestía al estilo de Bagdad como si fuera un efebo. En la cultura árabe-andalusí, tener jóvenes servidores o favoritos masculinos era una práctica asociada al poder y la refinación, no necesariamente a una orientación sexual exclusiva.

 Esta práctica se extendía principalmente entre los hombres de la alta sociedad, concentrándose en los palacios de las élites y en espacios públicos como el puente romano y los alrededores de la mezquita mayor de Córdoba.

El contraste con Occidente se subraya con el martirio de Pelayo de Córdoba (926), que segun los cronistas cristianos murió por rechazar las propposiciones intimas del califa Abderramán III. El rechazo del joven cristiano a las demandas del califa (tanto religiosas como posiblemente sexuales) se convirtió en un símbolo de resistencia cristiana frente al poder musulmán corrupto. La lírica reflejó este ambiente culto donde lo homoerótico se consideraba una forma refinada de amor.

Poetas homoeróticos y obras clave

Ibn Hazm (994–1064) Filósofo y poeta cordobés, autor de Tawq al-Ḥamāma (“El collar de la paloma”), tratado sobre el amor, defendió que el amor entre hombres no está prohibido por la Ley islámica (“No está reprobado por la fe ni vedado en la santa Ley, por cuanto los corazones se hallan en manos de Dios”).

Investigadores modernos señalan que Ibn Hazm conocía bien el tema y probablemente vivió experiencias homoeróticas en su juventud. «El collar de la paloma» es rica en anécdotas sobre atracción homoerótica, pero Ibn Hazm como jurista mantenía que la homosexualidad no debía equipararse a la fornicación, diferenciándose de otros juristas malikíes de su época. Esto muestra una actitud más matizada hacia el tema.

Ibn Quzmān (c.1080–1160), poeta jiennense del género zéjel (música popular). Era alto, rubio de ojos azules y llevó una vida bohemia irreverente. Sus zéjeles, en árabe romanceado, mezclan el elogio de muchachas con versos explícitos sobre bellezas masculinas. Un fragmento famoso (versión de F. Corriente) dice: “Tengo un amado alto, blanco, rubio. ¿Has visto de noche la luna? Pues él brilla más… tapó mi boca, calló mi lengua, hizo de lima a mis sospechas.”. Ibn Quzmān fue comparado con el poeta iraquí Abū Nuwās por su liberalismo homoerótico.

Ibn Saʿīd al-Maghribī (1213–1286) antólogo granadino de origen judío en sus “Banderas de los campeones”, una colección de poesía andalusí incluyó numerosas piezas homoeróticas de otros poetas. En sus versos personales alaba la belleza de los efebos con imágenes sensuales.

“¡Oh tú, en cuyas mejillas el pelo ha escrito dos líneas que, destruyendo tu belleza, despiertan el anhelo! No supe que tu mirada era un sable, hasta verte lucir los tahalíes del cabello.  

Al-Muʿtamid ibn ʿAbbād (1040–1095) ultimo rey de Sevilla (Taifa abbadí) y gran mecenas y poeta escribió coplas de amor refinado y las crónicas señalan que mantenía harenes masculinos y dedicó versos a su esposa Al-Rumaikiyya, y recuerda que también gustaba de jóvenes esclavos cristianos, tema que aparece implícito en sus poemas de juventud. La poesía de su Dīwān comparte el mismo contexto cultural homoerótico de la época.

Repercusiones culturales, sociales y religiosas

Culturalmente, el género ayudó a preservar y difundir ideales clásicos de amor, puesto que a través de versos explícitos se mantenían vigentes tradiciones literarias helenísticas y orientales. Por otro lado, generó recelo entre sectores conservadores: las narrativas oficiales solían insistir en la moral islámica.

En el ámbito religioso, el fenómeno creó fricciones: la preferencia por esclavos cristianos como amantes alimentó la animadversión de los reinos vecinos. El caso más famoso fue el de Pelayo de Córdoba, joven santificado que fue martirizado por rechazar las propuestas del califa Abderramán III. Este suceso es ejemplo de la tensión entre las prácticas reales de la corte cordobesa y la ortodoxia cristiana externa.

Antologías y estudios modernos

En la era contemporánea existen traducciones y ediciones críticas en español de obras clave: por ejemplo, Emilio García Gómez editó El collar de la paloma de Ibn Hazm (1967) y El libro de las banderas de los campeones de Ibn Saʿīd (1978). Manuel F. Reina incluye poemas homoeróticos en su Antología de la poesía andalusí (2007) y en manuales de literatura hispanoárabe se comentan estos textos.

 El historiador Louis Crompton dedicó capítulos al “amor masculino” en la España islámica, señalando la prolífica calidad de la poesía homoerótica andalusí. Investigadores hispanos recientes han analizado casos puntuales: por ejemplo, Miguel Ángel Lucena (2021) examinó la casuística homoerótica en antologías medievales.