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Análisis: La venganza de la calle Laraña

Hay en la polémica sobre el cartel de la Semana Santa de Sevilla muchos elementos de los que nadie está hablando, centrados en los aspectos más políticos e ignorando otros más profundos. Para entender esta polémica, hay que comprender la tradicional frustración de los artistas contemporáneos que, como Salustiano, salen de la Facultad de la calle Laraña, Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Sevilla, y ven cómo la ciudad los ignora o les da la espalda si no se enfocan en el lenguaje más tradicional, que es el discurso que durante décadas se ha venido escuchando entre los que salían de la Facultad de Bellas Artes.

Sucede que, cuando los astros se alinean, ocurre lo que se llama la Venganza de la calle Laraña, que explicaré más abajo.

Otro aspecto clave para entender la polémica no está en el campo de las Bellas Artes, sino de la Comunicación y la Semiótica, ciencias que aportan herramientas para evaluar si los elementos visuales del cartel están en armonía y son coherentes con el tema y el contexto del evento que representan.

La discusión pone de relieve la importancia de equilibrar la innovación artística con las expectativas y tradiciones de cada ciudad cuando hablamos de cartelería. La obra de Salustiano sencillamente no funciona como cartel porque no es un cartel. No tiene el formato de cartel, es un tondo redondo luego recortado y presentado de forma rectangular. El propio artista ha dicho que él no es cartelista y que, por lo tanto, no pretendía hacer un cartel, sino una pintura artística personal, que sin embargo carece de muchos de los elementos propios del género de la cartelería.

Aunque en un plano estético, el rojo funciona como elemento de atracción visual, el rojo del fondo funciona no solo como elemento de la Pasión, sino como elemento característico de la obra del pintor y los elementos propios de la ciudad aparecen en las potencias y el sudario, es decir, indirectamente, y toda la obra aparece como una reafirmación del propio autor representado en su mayor obra, que es su hijo. De esta forma, se presenta como sumo creador que se muestra a través de su creación.

Al analizar la obra desde una perspectiva semiótica, es importante considerar los códigos y convenciones culturales que el público objetivo puede reconocer y cómo estos influyen en la interpretación del cartel. Aunque el artista puede tener una intención clara, el significado último de la obra será construido por los espectadores, quienes traerán sus propias perspectivas y preconcepciones al acto interpretativo.

LA DIFÍCIL TAREA DE MODERNIZAR LA TRADICIÓN

Así, lo que parece ser un intento de modernizar y refrescar la imagen de una tradición centenaria utilizando algunos elementos visuales de forma intencionada para afirmar que mantiene el espíritu formal del evento representado, introduce un lenguaje visual actualizado que puede resonar de manera diferente con una audiencia contemporánea y que desde luego no satisface los códigos visuales habituales en el género de la cartelería y no ha sido entendido en amplios sectores de la población.

Los carteles de la Semana Santa son un subgénero de la cartelería ampliamente conocidos y analizados, incluyendo elementos de identidad y solemnidad del evento como iconografía religiosa, elementos relacionados con las procesiones, colores sobrios y un estilo que evoca la devoción y el respeto, elementos comunes inherentes al hecho cultural que representan. Finalmente, pueden incluir referencias a la ciudad, como su arquitectura, y su ubicación geográfica y cultural.

ANÁLISIS SEMIÓTICO

Un artista, por mayor calidad técnica que tenga, siempre deberá echar mano de su capacidad simbólica que opera en un plano semiótico. Y así vemos a grandes artistas como Picasso que han creado símbolos, como la Paloma de la paz, que sin dejar de ser personales se han convertido en símbolos universalmente aceptados. Sin embargo, en este cartel de Sevilla vemos que hay una disonancia entre lo que el autor ha querido representar y lo que el espectador esperaba ver representado.

Y aquí entran en juego múltiples facetas, desde lo psicológico a lo simbólico, a lo cultural, a lo político, a lo económico y estético. Mientras unos consideran que el canon de la Semana Santa es inamovible, otros consideran que ya es hora de empezar a movernos, y ese es el trasfondo de la polémica.

LA NATURALEZA DEL MERCADO DEL ARTE EN SEVILLA

El artista ha expresado su yo más profundo e íntimo: la belleza de su hijo, pero le ha faltado un diálogo con la comunidad representada, la ciudad de Sevilla. Sin embargo, ¿cómo ha sido esa relación con su ciudad?

¿Debe un artista contemporáneo, un creador con mayúsculas, estar abocado a abandonar su ciudad si no comparte los gustos de la mayoría?

En la obra de Salustiano está el gran drama de los artistas contemporáneos que salen de la Facultad de Bellas Artes desde 1988 sobrados de talento y que contemplan cómo la ciudad los ignora, culpando a la tradición barroca de la Semana Santa de este ensimismamiento del mercado del arte en una tradición centenaria que indirectamente cierra puertas a la innovación. Al menos ese es el discurso. El gusto de la ciudad está marcado por una línea estética que la mayoría de creadores contemporáneos no comparten, o así discurren algunos.

LA VENGANZA DE LA CALLE LARAÑA

El creador contemporáneo sobrado de talento inexorablemente tiene que irse de la ciudad de Sevilla para poder crear, ser aceptados, vivir y vender sus obras de arte, y esto es lo que ha hecho Salustiano. Hasta que no se ha hecho conocido y famoso fuera de la ciudad no se han fijado en él para encargarle una obra. Al alumno que sale de la facultad de Bellas Artes de Sevilla o vive toda su vida de la estética tradicional o se va fuera a crecer.

Y ahora, desde su cartel, el artista nos dice: yo no voy a cambiar el estilo que me ha hecho respetado y conocido fuera de la ciudad para ser aceptado por la ciudad que da la espalda al arte contemporáneo. Después de que yo me he tenido que ir de la ciudad para que se me reconozca, ahora voy a hacer un cartel de Semana Santa que me gusta a mí y no a vosotros. Y esto es lo que hay en el trasfondo de todos los artistas contemporáneos de la ciudad.

EL ROL DEL CARTEL DE SEMANA SANTA

El cartel de la Semana Santa juega un rol crucial en la comunicación y promoción del evento. Actúa como un anuncio visual que invita a la comunidad y a los visitantes a participar en las celebraciones. Además, refuerza la identidad cultural y religiosa, siendo un elemento de cohesión y expresión de la fe colectiva.

El arte de la cartelería, especialmente en eventos de gran trascendencia cultural y religiosa como la Semana Santa en Sevilla, va más allá de la simple representación gráfica; se convierte en un medio de comunicación con profundas implicaciones semióticas. Las características que diferencian un cartel de Semana Santa de una fotografía de una obra de arte o de una obra de arte en sí, se centran en el que la sociedad otorga al papel comunicativo y simbólico de estos elementos visuales.

En este sentido, la ausencia de comunicación de elementos visuales simbólicos tradicionales de la Pasión sevillana brilla por su ausencia o, mejor aún, la ausencia de los mismos indica cuál es el sentido que le ha querido dar a su obra. El artista ha comunicado que él nunca ha vivido la Semana Santa desde dentro; luego, es imposible que haya interiorizado y traducido a su lenguaje personal ninguno de sus elementos. Ha querido hacer una obra personal y no colectiva, por eso no ha incluido otros elementos más tradicionales.

EL ESTUDIO DE LOS SIGNOS

La semiótica es el estudio de los signos y símbolos y su uso o interpretación. En el ámbito de la comunicación, la semiótica se ocupa del análisis de cómo se crean y se entienden los mensajes a través de signos, que pueden ser visuales, lingüísticos, sonoros, gestuales, entre otros. Los signos son elementos que representan algo para alguien y están compuestos por un significante (la forma del signo) y un significado (el concepto que representa).

La semiótica permite desglosar los elementos visuales del cartel (imágenes, colores, tipografías, etc.) y entender cómo cada uno de ellos contribuye al mensaje general. Por ejemplo, en un cartel de Semana Santa, elementos como cruces, imágenes de santos o colores específicos pueden tener significados religiosos y culturales específicos.

La semiótica ayuda a entender cómo diferentes audiencias interpretarán los signos y símbolos. Esto es crucial para asegurarse de que el mensaje del cartel sea efectivo y adecuado para el público al que se dirige, explorar y respetar los significados tradicionales, al mismo tiempo que ofrece la oportunidad de innovar y reinterpretar elementos culturales de manera respetuosa y creativa.

DIFERENCIAS ENTRE CARTEL Y OBRA DE ARTE

Se ha querido defender la obra como heredera de una rica y abundante tradición artística en la representación de Resucitados, pero desde una perspectiva semiótica y comunicativa, un cartel de Semana Santa y una obra de arte difieren en varios aspectos fundamentales.

Mientras que una obra de arte tiene como fin principal la expresión estética y la transmisión de emociones o ideas del artista, un cartel busca comunicar un mensaje específico, claro y directo al espectador. En el caso de un cartel de Semana Santa, este mensaje está relacionado con la promoción y la celebración del evento religioso.

Un buen cartel debe ser legible y directo. Debe captar la atención rápidamente y transmitir su mensaje de forma eficiente. Las obras de arte, por otro lado, pueden ser más complejas y abiertas a múltiples interpretaciones.

Los carteles suelen utilizar elementos de diseño gráfico como tipografías claras, colores llamativos y composiciones que faciliten la rápida comprensión del mensaje. Las obras de arte pueden no seguir estas convenciones, enfocándose más en la expresión personal y la experimentación estilística.

JOSÉ ANTONIO SUÁREZ. GRADO EN COMUNICACIÓN Y PINTOR AUTODIDACTA