En 1887, hacia veinte años que no se celebraban misas en el convento de Santa Eulalia, el más antiguo de Marchena, según informa Manuel Antonio Ramos en su obra «Patrimonio cultural y desamortización. (1798-1901).
Todos los enseres del templo de Santa Eulalia fueron trasladados al templo de San Miguel ese año, para depositarlos allí mientras que no se decidía su uso definitivo. Debido al estado de abandono de Santa Eulalia el arcipreste de Marchena entrega la imagen de Santa Eulalia que presidía el templo a la familia Andrada Vanderwilde, propietaria de la hacienda donde estaba el antiguo eremitorio franciscano.
Según el inventario de 1835 su altar mayor era dorado y tenía una talla de la Concepción sobre un tabernáculo y con esuclturas de San José y Santa Eulalia y altares del Cristo de la Salud, una Dolorosa, Cristo del Pan, San José y San Antonio (los tres últimos se conservan en la capilla de la Veracruz). También tenía un púlpito de hierro, nueve pinturas, un coro, un lienzo de la resurrección. Una cruz de madera y esmaltes con la inscripción Santa Eulalia se conserva en la capilla de Jesús Nazareno. Este convento tenía cinco campanas que se desmontaron y se instalaron en otras torres una de ellas en San Andrés.
Cristo del Pan en la capilla de la Veracruz, que procede de Santa Eulalia
La Inmaculada podría ser la que se conserva en la capilla sacramental de la parroquia de Paradas y la imagen de Santa Eulalia podría ser la que conserva la familia Andrada Vanderwilde según Manuel Antonio Ramos.
En 1814 a causa de la invasión francesa Santa Eulalia, convertido en fortaleza y rodeada de muros. En 1820 eran doce sacerdotes, un lego y dos donados y en 1821 se le unen por orden de la autoridad, frailes de Osuna y Palos.
En esa época la gran biblioteca de Santa Eulalia, -la mayor de los franciscanos andaluces- de 4000 libros donada por los Duques, fue trasladado a Santo Domingo donde se le perdió la pista. Santo Domingo y Palacio Ducal fueron cuarteles de los franceses en los dos años y medio que ocuparon Marchena por lo que los robos y hurtos de todo tipo fueron comunes.
En 1887 fueron trasladadas dos campanas desde el templo de Santa Eulalia hasta San Andrés con la intención de fundirlas y hacer una sola.