En el XVI a los boticarios se les exigía ser ricos, con un caudal de al menos 500 ducados según las ordenanzas de la ciudad de Sevilla, para que pueda comprar los elementos necesarios, tener al menos 25 años, y saber latín ya que la mayoría de los libros de farmacia como los «Los Cánones de Mesué» estaban escritos en latín, y los médicos seguían recetando en dicha lengua.
Los Reyes Católicos, prohibieron la venta ambulante de medicamentos y establecieron el examen de boticarios, como requisito imprescindible para poder ejercer además de la visita a las boticas para controlar la elaboración de medicamentos.
La monarquía a través del Tribunal del Real Protomedicato de 1477 y los Concejos municipales, regulaban su actividad, que para no entrar en conflicto necesitaron ordenanzas como la de Sevilla en 1591.
Era habitual que con los primeros médicos llegasen los boticarios. El cabildo municipal de Marchena autoriza a Francisco de Medina -primer boticario de Marchena- a poner una tienda de botica el 7 de junio de 1535.
El boticario elaboraba y vendía medicamentos siguiendo instrucciones de los médicos, y se agrupaban en gremios, que desplazaron paulatinamente a los drogueros y especieros. Los boticarios eran personas de confianza de los médicos.
El boticario Francisco de Medina fue coetáneo de el Doctor y Bachiller Diego Sánchez natural de Alcaudete y licenciado por la Universidad de Salamanca, que llegó a Marchena el 7 de julio de 1533 con 25-30 años contratado por los Duques junto a un maestro y cátedra de gramática y un boticario.
Vivió toda su vida en Marchena como persona de confianza del Duque Luis Cristóbal se casó con Isabel Suárez y cobraba 40.000 maravedíes al año, según una nómina del Palacio Ducal del 11 de marzo de 1541.
Marchena crecía fuera de las murallas medievales y había pasado de 1638 vecinos (1534) a 3569 (1588). Las recientes fundaciones de Santo Domingo Domingo (1520), San Francisco (1530), y el Hospital de La Misericordia (1552) dan lugar a los nuevos arrabales.
El primer rector del Hospital era el Bachiller Alonso de Benjumea, y su primera enfermera era la mujer de Francisco García de la Riva, Gobernador y además se contrató a un médico, un cirujano y un barbero.
Luis de Alcaudete fue otro médico contemporáneo de Marchena que viaja junto a nueve miembros de su familia (Juárez o Suárez) a México en 1536 aprendiendo de ellos el uso de las plantas medicinales, como el cacao, estudiado por Bartolomé Marradón, médico y hermano mayor del Cristo de San Pedro.
Nicolás Monardes popularizó el uso de remedios americanos como el tabaco, mientras que Simón de Tovar fue el primero en fundar un jardín botánicos con plantas medicinales americanas.
En Sevilla existía la Congregación de Boticarios de San Cosme y San Damián, de Santa María de los Caballeros estaban en la calle de Los Boticarios, (actual Palacios Malaver).