Prohibido hacer fuego en las calles de Marchena salvo en carnestolendas
José Antonio Suárez López
Dicen las ordenanzas de Marchena de 1528 en su cap. 28; que ninguno haga muladar, ni eche estiércol ni haga fuego dentro de la villa ni en las calles ni ante sus puertas salvo en Carnestollendas.
Carnestolendas Del latín caro («carne»), y tol lendus, «que se ha de quitar», eran los tres días inmediatamente anteriores a la Cuaresma, es decir el carnaval.
Luperca, la loba que amamantó a Rómulo y a Remo y Luperco, -dios romano de la fertilidad (Fauno)- dio nombre a Las Lupercalias festival romano que acaba en un carnaval el 15 de febrero.
Incluía sacrificios rituales y procesión por las calles de Roma terminando el paseo en una carnavalada cuyos gritos, cantos y bailes llegaban a ser obscenos. Luego se iniciaba un periodo de purificación que daba nombre al mes de febrero. (febraure, purificar) incluyendo una fiesta de las candelas.
En el medievo las fiestas romanas eran aún populares, mientras que la liturgia cristiana era débil, por lo que la Iglesia superpone sus fiestas con las existentes, cristianizándolas y controlándolas.
La fiesta y la risa no encajaron en la liturgia eclesiástica pese a ello el carnaval fue inicialmente tolerado, incluso aparecieron actos lúdicos dentro las iglesias, como la Fiesta de los Locos, para ser poco a poco diluidos en la fiesta de la Candelaria o fiesta de las candelas.
El papa Gelasio I prohibió las Lupercales y la sustituyó por la fiesta de la Purificación o de las candelas el 2 de febrero, más tarde unida a la Presentación de Jesús en el templo, como «luz de las naciones», 40 días después de navidad. Pese a la prohibición se seguían celebrando. La Candelaria es la fiesta de la presentación de Jesús en el templo 40 días después de navidad.
En muchos pueblos se celebra con hogueras, bailes, comidas y bebidas. En Gilena y Casariche más de 500 hogueras son encendidas en esta festividad con una alta participación de todos los vecinos. Dice (Lucas 2:22-39): cuando se cumplieron los días para la purificación de ellos, según la Ley de Moisés, le trajeron a Jerusalén para presentarle al Señor […] y para ofrecer un sacrificio conforme a lo dicho en la Ley del Señor: un par de tórtolas o dos pichones.