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Cocina de cuaresma: nunca una prohibición resultó tan sabrosa

La cocina de Cuaresma nació de las restricciones: nada de carne los viernes ni en Cuaresma, y ayunos estrictos el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo. Los ricos, como Luis Cristóbal Ponce de León en 1564, podían comprar bulas papales para saltarse las reglas, pero el pueblo recurrió a la imaginación. Así surgieron platos que fusionaron influencias sefardíes, andalusíes y cristianas, un legado que aún saboreamos. En marchenasecreta.com, te ofrecemos un viaje por estas tradiciones, con un enfoque especial en cómo Marchena ha preservado su esencia.
La Cuaresma, ese período de reflexión y abstinencia que marca el calendario cristiano, ha dejado una huella imborrable en la gastronomía española. La prohibición de consumir carne los viernes del año y durante los cuarenta días previos a la Semana Santa obligó a las comunidades medievales a desplegar su ingenio culinario. Este desafío dio lugar a una rica tradición de platos que hoy son emblemas de la cultura local, como las espinacas, el bacalao, las torrijas, los pestiños y hasta la cerveza.
Espinacas: El Verde de Al-Ándalus
Las espinacas llegaron a España en el siglo XI de la mano de los árabes, quienes las introdujeron en Al-Ándalus durante su expansión. Este vegetal, resistente y versátil, se convirtió en un aliado perfecto para los días de ayuno cuaresmal, cuando la carne estaba vetada. En la Edad Media, las especias no solo realzaban su sabor, sino que ayudaban a conservar los alimentos en un tiempo sin refrigeración. Hoy, las espinacas con garbanzos son un clásico sevillano y marchenero, un plato humilde que evoca siglos de historia y que en marchenasecreta.com celebramos como parte de nuestro legado.
Bacalao: El negocio «Portugués» que Conquistó Andalucia
Si hay un rey en la mesa cuaresmal, ese es el bacalao. Su historia en Sevilla y Marchena está íntimamente ligada a Portugal, desde donde llegó en el siglo X gracias al comercio con los vikingos, quienes lo intercambiaban por sal. La familia marchenera Baco ha elevado este pescado a un arte culinario local, pero su legado trasciende fronteras. En el siglo XVIII, la Duquesa de Aveiro, señora de Marchena, dejó reliquias y obras de arte en los conventos de la localidad, testimonio de la influencia portuguesa. Desde el siglo XIII, la flota bacaladera lusa surcaba el Mar del Norte, mientras que gallegos y vizcaínos lo traían de Escocia. En Sevilla, excavaciones en la Cartuja han revelado que los monjes ya lo consumían en el siglo XV. En marchenasecreta.com, te contamos cómo este pescado seco se convirtió en un símbolo de la Cuaresma andaluza.
Torrijas: De las Paridas a la Semana Santa
Las torrijas, ese dulce tan asociado a la Semana Santa, tienen raíces profundas. Conocidas en la Edad Media como «rebanadas de parida», eran un regalo para las madres tras el parto, una receta compartida por musulmanes, cristianos y judíos para ayudarlas a recuperar fuerzas. Los sefardíes las preparaban con pan del Shabat, leche, miel y especias como canela o cardamomo, mientras que los cristianos las freían en manteca de cerdo. Su nombre actual, «torrijas», aparece en el siglo XVI en coplas y obras de Lope de Vega, quien las vinculaba a las parturientas. Hoy, son el tentempié perfecto para las largas jornadas procesionales. En marchenasecreta.com, desentrañamos cómo este postre medieval se convirtió en un ícono cuaresmal.
Pestiños: El Dulce del Ayuno
Otro tesoro dulce de la Cuaresma son los pestiños, conocidos entre los sefardíes como «travados». Este manjar, citado en 1528 en La Lozana andaluza, guarda similitudes con la shebbakiyya marroquí, consumida en el Ramadán. Elaborados con masa aromatizada con ajonjolí o matalaúva y bañados en miel o azúcar, los pestiños eran ideales para romper el ayuno gracias a su alto valor energético. En Marchena, su preparación sigue siendo una tradición viva que conecta con nuestras raíces andalusíes.
Cerveza: El «Pan Líquido» de la Cuaresma
Aunque pueda sorprender, la cerveza tiene su lugar en la historia cuaresmal. Llegó a España con los Austrias: Felipe el Hermoso la trajo en 1501 desde Bruselas, y Carlos I y Felipe II introdujeron maestros cerveceros flamencos. En 1634, los frailes Paulaner de Munich crearon la cerveza «Salvator», un «pan líquido» espeso que sorteaba las reglas del ayuno sin romperlas. En Sevilla, el negocio cervecero floreció en el siglo XIX con fábricas como La Cruz del Campo, fundada en 1904 por los Osborne con tecnología alemana. En marchenasecreta.com, exploramos cómo esta bebida, nacida de la necesidad, se integró en la cultura local.
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