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Cuando la curación de las dolencias dependía del uso de plantas medicinales

El médico del Duque de Arcos Licenciado Alonso Fajardo de León natural de Marchena, escribió una obra sobre la curación de un catarro en 1627, obra impresa en Marchena por el impresor Luis Estupiñán en 1627.

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En realidad se trataba de justificarse y defenderse por la muerte de uno de sus pacientes que además era administrador del Duque de Arcos.  Fue en tiempos en que El Padre Luis de Tero, capuchino era «confesor de su excelencia el Duque de Arcos» y Pedro Sánchez de Ayala era criado del Duque.

Entre los productos que le recetaron para tratar la pulmonía estaban el Aguamiel, baño de brazos y piernas, dieta, sangrías, purgas, jarabe de incienso, aceite de ruda, entre otras. Todos productos del campo que se guardaban en botes en las boticas.

El cabildo municipal de Marchena autoriza a Francisco de Medina -primer boticario de Marchena- a poner una tienda de botica el 7 de junio de 1535 poco después de llegar el famoso Doctor Diego Sánchez el 7 de julio de 1533 con 25-30 años para ejercer como médico contratado por los Duques, junto a un maestro y cátedra de gramática y un boticario.

A este paciente lo vieron Juan de Angulo, otro de los médicos del Duque de Arcos «que le curaba la purga y la destilacion» cuando «empezó el paciente a respirar con dificultad». También lo vieron el licenciado Juan Gascón, el licenciado Fernando Enríquez, el licenciado Cristóbal Ponce, y el autor del libro Alonso Fajardo de León, autor del libro que era primer médico oficial del Duque.

A falta de literatura científica los médicos tenían por costumbre exponer sus casos y opiniones, e imprimirlos en forma de libro para compartir casos, ensalzar el buen nombre y prestigio de los médicos, a atacar a otros médicos rivales y a defenderse a sí mismos.

El paciente y víctima, murió sin ser curado y era un hombre de 67 años, rubio «siempre muy bien mantenido en cantidad y calidad» que no hacía ejercicio físico y que estaba «demasiadamente ocupado en negocios de papeles y gobierno a un Príncipe con sumo cuidado».

Enfermó en primavera con los síntomas de un catarro, dolor de cabeza y úlceras en la espalda y murió cuarenta días más tarde de unas complicaciones de la pulmonía que le afectaron a órganos vitales, después de haber sido tratado por los mejores médicos que tenía el Duque.

El doctor Bartolomé Núñez Guillén que trató a este enfermo, no salió contento del tratamiento que le habían puesto por lo que imprimió una «docta apologia» contra la actuación del médico del Duque en Marchena que había hecho este tratamiento terminado en muerte.

Se sabe que ser médico de Marchena era un cargo prestigioso porque tenía que tratar a los Duques y al Hospital de Marchena (Misericordia) y porque este puesto estaba entre los mejor pagados del país. Los médicos nacidos aquí y los que pasaron por Marchena, estaban entre los mejores de Andalucia.