El vínculo de los Ponce de León con Aragón y la presencia de las barras de Aragón en el escudo de Marchena, otros pueblos del estado de Arcos y en el de la propia familia Ponce de León se origina en un matrimonio estratégico que conectó a este linaje nobiliario castellano-leonés con la realeza aragonesa. Este enlace no solo tuvo implicaciones genealógicas, sino que también marcó la heráldica de la familia y de los territorios bajo su influencia, como un símbolo de prestigio y poder.
El origen del vínculo con Aragón
El punto de partida se encuentra en el matrimonio de Pedro Ponce de León, II señor de Marchena (fallecido hacia 1374), con Beatriz de Jérica, celebrado alrededor de 1335. Beatriz era hija de Jaime II de Jérica, barón de Jérica, y de Beatriz de Lauria, esta última nieta ilegítima del rey Jaime I de Aragón, conocido como «el Conquistador».
La unión fue concertada con la intervención de los reyes Alfonso IV de Aragón y Alfonso XI de Castilla, así como de Leonor de Guzmán, amante del rey castellano y prima de Pedro Ponce. Las negociaciones matrimoniales comenzaron a principios de 1334, siendo propuestas inicialmente por Pedro Ponce.
El matrimonio se «firmó» en Valencia a finales de enero de 1335, con la presencia de la novia, sus hermanos y caballeros enviados por Pedro Ponce y fue conertado por Leonor de Guzmán prima de Pedro Ponce de León, ya que ambos compartían el linaje Ponce de León. Como amante del rey Alfonso XI de Castilla, Leonor se convirtió en una de las mujeres más influyentes de la Baja Edad Media, actuando como una reina de facto durante su relación de veinte años con el monarca.
Pedro Ponce de León, conocido como «el Viejo», fue el segundo señor de Marchena, un título confirmado por el rey Alfonso XI de Castilla en 1331 por sus servicios en la Batalla de Teba (1330).
Entre sus hazañas destacadas se encuentra la Batalla de Villanueva de Barcarrota en 1336, donde lideró fuerzas enviadas por el concejo de Sevilla junto a Enrique Enríquez el Mozo y Juan Alonso Pérez de Guzmán, derrotando a las tropas portuguesas lideradas por Pedro Afonso de Sousa que obligó a Alfonso IV de Portugal a levantar el sitio de Badajoz y retirarse.
Las hazañas militares de Pedro incluyen la Batalla de Villanueva de Barcarrota en 1336 y su participación en la Reconquista contra los moros, especialmente en los sitios de Gibraltar y Algeciras. Beatriz de Jérica provenía de Jérica, en el reino de Valencia, parte de la Corona de Aragón, de una familia noble con conexiones reales.
Según la Real Academia de la Historia Pedro Ponce de León estuvo en la defensa de Gibraltar en 1333, y tras la muerte de Alfonso XI en 1350 en el sitio de Gibraltar y Algeciras.
Beatriz de Jérica provenía de Jérica, un señorío en la provincia de Castellón, dentro del reino de Valencia, parte de la Corona de Aragón.
A través de esta unión, los Ponce de León emparentaron con la casa real de Aragón, específicamente con la descendencia de Jaime I, quien reinó desde 1213 hasta 1276 y fue una figura clave en la expansión del reino aragonés.
Beatriz de Jérica aportó al linaje de los Ponce de León una conexión directa con la realeza aragonesa, ya que su abuela materna, Teresa Gil de Vidaure, había sido amante de Jaime I y madre de algunos de sus hijos ilegítimos.
Este lazo con la Corona de Aragón, aunque por vía ilegítima, era lo suficientemente relevante en el contexto medieval para ser reconocido y reflejado en los símbolos de la familia.
Incorporación de las barras de Aragón al escudo.
Tras este matrimonio, los descendientes de Pedro Ponce de León y Beatriz de Jérica comenzaron a incluir las «barras de Aragón» en su escudo de armas. Estas barras, que consisten en cuatro palos verticales de gules (rojo) sobre un campo de oro, son el emblema tradicional de la Corona de Aragón, derivado del linaje de los condes de Barcelona y adoptado por los reyes aragoneses. Su incorporación al escudo de los Ponce de León simbolizaba la alianza con una casa real prestigiosa y reforzaba el estatus nobiliario del linaje en un momento en que los símbolos heráldicos eran una poderosa herramienta de identidad y legitimación.
También aparece en el escudo de Marchena un león rampante de gules sobre campo de plata, que representaba el origen leonés de la familia (derivado de su conexión con el reino de León a través de Aldonza Alfonso de León, hija ilegítima de Alfonso IX). Además, se añadió una bordura de azur con ocho escudetes de oro, cada uno con una faja de azur, que corresponde al linaje navarro de Vidaurre, también vinculado a Beatriz a través de su ascendencia materna (Teresa Gil de Vidaure).
Marchena, como centro del señorío y más tarde del estado ducal de los Ponce de León, adoptó elementos del escudo familiar en su heráldica local, al igual que otros pueblos bajo su dominio, como Arcos de la Frontera, Zahara de la Sierra, Rota o Chipiona.
En Marchena, por ejemplo, el escudo municipal histórico incorpora las armas de los Ponce de León, incluyendo las barras de Aragón, como un reconocimiento a la familia que la convirtió en su capital señorial desde el siglo XIV y, posteriormente, en el núcleo del ducado de Arcos, creado en 1493 por los Reyes Católicos a favor de Rodrigo Ponce de León. Lo mismo ocurre en otros pueblos del estado de Arcos, donde la heráldica local a menudo integra estas barras como un símbolo de la autoridad de los duques de Arcos, cuya influencia se extendió por gran parte de Andalucía occidental.
La adopción de las barras de Aragón por los Ponce de León no fue un hecho aislado, sino parte de una práctica común en la Edad Media: los linajes nobles incorporaban emblemas de casas reales o de familias influyentes con las que se aliaban para aumentar su prestigio. En este caso, las barras no solo señalaban el vínculo con Aragón, sino que también evocaban el legado de Jaime I, un rey asociado a la Reconquista y a la expansión territorial, valores que resonaban con las propias hazañas de los Ponce de León en la frontera con Granada.
Con el tiempo, este escudo se consolidó como un distintivo del linaje y de sus dominios. Incluso después de que el marquesado y ducado de Cádiz revertieran a la Corona en 1493, y el ducado de Arcos se convirtiera en el título principal de la familia, las barras de Aragón permanecieron como un elemento constante en su heráldica, transmitiéndose a través de generaciones y reflejándose en los monumentos, iglesias y edificios patrocinados por los duques en sus territorios.
Su uso prolongado también puede interpretarse como una estrategia de legitimación nobiliaria en un contexto competitivo. En la Andalucía medieval, donde linajes como los Guzmán (duques de Medina Sidonia) dominaban el panorama político, los Ponce de León utilizaron esta conexión aragonesa para diferenciarse y afirmar su relevancia, incluso cuando su poder real derivaba más de sus servicios a la Corona castellana que de su vínculo con Aragón.