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La fiesta de los huevos de Pascua llega a Marchena el próximo Domingo

El domingo 16 de Abril se desarrollará una fiesta infantil de Pascua incluyendo talleres de huevos pintados a Marchena. Será el Domingo 16 de abril en el Auditorio de la Princesa a partir de las cinco de la tarde con entrada gratuita.
Incluirá un taller de huevos pintados o huevos de pascua, piñatasm pimtacaras y las actuaciones del cuarteto infantil del carnaval de Cádiz Los Consentidos  y la actuación del coro de carnaval Marchena y Morón.

EL ORIGEN DE LA FIESTA DE LOS HUEVOS PINTADOS
Hasta 1980, José Antonio Fílter y los suyos no sabían quiénes eran. Ellos pensaban que eran simplemente andaluces con un carácter algo diferentes con apellidos raros. Apenas se bailaban sevillanas y el domingo de Pascua  solían adornar huevos pintados.
En Cañada Rosal hoy es un dia grande y celebran la Pascua con una fiesta colonial de los huevos pintados con un mercado colonial benéfico, actuaciones de charangas, y atracciones.

De origen europeo, el hecho de asociar el huevo con la fertilidad y por coincidir la Pascua con la estación primaveral, estación fértil por excelencia, hace que en buena parte de Europa haya quedado establecido el huevo como símbolo de la Pascua. De modo que muy pronto los pasteleros de época comenzaron a elaborarlos utilizando distintos ingredientes. Primero fue el azúcar, luego el chocolate.
El Origen remoto del huevo de Pascua viene de la Diosa de la fertilidad  mesopotámica Ishtar Astarté  adorada por los babilonios, asirios, fenicios, cananeos e incluso los hebreos. También es por eso que en inglés Pascuas aún se nombra Easter.
Entre los siglos IX y XVIII, la Iglesia prohibió el consumo de huevos durante la cuaresma por considerarlo equivalente a la carne, y por ello la gente los cocía y los pintaba para diferenciarlos de los frescos y poder consumirlos el día de Pascua de Resurrección. Con el tiempo, estas tradiciones se incorporaron a la festividad de Pascua de Resurrección y hoy en día el huevo de Pascua es un símbolo universal. Para muchos, el huevo se asemeja a la resurrección como un símbolo de vida nueva

HUEVOS DE PASCUA EN LA CAMPIÑA SEVILLANA
José Antonio Filter descubrió que tanto la tradición de los huevos de pascua de Cañada Rosal como su propia familia descendía de uno de los siete mil colonos alemanes y de otros países que fueron traídos en el XVIII hace 250 años por Pablo de Olavide hasta Cañada Rosal, La Luisana y las nuevas poblaciones fundadas en tiempos de Carlos III en Sevilla, Córdoba y Jaén.
LA OBRA DE PABLO DE OLAVIDE
El ilustrado Asistente de Sevilla Pablo de Olavide encontró un serio oponente en su gran empresa utópica de la Ilustración española creando nuevas poblaciones en las zonas baldías de Sevilla, junto a Ecija, como La Luisiana Córdoba y Jaén con la llegada de doce frailes capuchinos alemanes, entre ellos, fray Romualdo de Friburgo.

Opuesto a las ideas del descreído ilustrado peruano Olavide, el fraile capuchino alemán tomó el cargo de prefecto de las colonias y luchó para que los colonos alemanes mantuvieran su lengua y sus costumbres. Olavide y el fraile se enfrentaron en tertulias en las que contraponían sus ideas y Olavide calificaría las ideas del fraile como supersticiones. El fraile anotó todo lo que decía Olavide en aquellas tertulias y se la mandó al padre Eleta, confesor de Carlos III, y al inquisidor general, Felipe Beltrán.
La Carolina.
Olavide fue interrogado por la Inquisición, y pasó dos años en la cárcel, esperando juicio. Lo acusaron de “hereje formal y miembro podrido de la religión”, se vio obligado a arrepentirse de sus creencias, se le despojó de sus títulos y bienes y fue desterrado a veinte leguas de Madrid, Lima, Sevilla y los Sitios Reales y pasó ocho años recluido en un convento antes de huir a Francia de donde regresó en 1789 ya anciano y murió en Baeza en 1803.
Pablo de Olavide era un criollo peruano, hijo de un emigrante navarro, funcionario, casado con una rica viuda, que vivió entre Francia e Italia, haciéndose amigo de Voltaire, quien aseguró que hacían falta “cuarenta hombres como él para salvar España”.  En Madrid se hico amigo de Campomanes, ministro de Carlos III y luego del conde de Aranda, lo que le abrió la puerta a cargos como asistente de Sevilla.  Redactó un informe sobre la reforma agraria, en el que denunció que dos tercios del campo andaluz eran pasto o pura maleza y el tercio restante estaba mal cultivado.
Pablo de la Olavide.
Olavide buscaba hacer más seguros los caminos repoblar un territorio baldío y crear una sociedad rural ejemplar con seis mil colonos traídos de Europa central para lo que contrataron a Gaspar de Thurriegel quien publicó panfletos en Baviera, Lotaringia, Alsacia, Suiza y Suabia, ofreciendo a las gentes humildes un clima excepcional y una tierra fértil ofreciendo a cada colono dos vacas, cinco ovejas, cinco cabras, cinco gallinas, un gallo y una marrana de parir, todos debidamente estabulados y con terrenos comunales para el pasto.
«Fue un proyecto muy progresista de Olavide en la zona más latifundista de Andalucía, en los baldíos de Mochales y desierto de La Monclova, donde antes pastaba el ganado de los terratenientes de Ecija que perdieron más de 10.000 hectáreas».  Los colonos tuvieron que poner en cultivo aquellas tierras mientras que los vecinos de Ecija les hacía la vida imposible «incendiando sus cosechas y violentando a sus mujeres».
Carlos III entregando las tierras a los colonos.
Tras un largo viaje en barco recibieron la bienvenida de los vecinos y propietarios de Ecija que organizaron partidas de matones para atemorizar y amenazar a los recién llegados ya que las tierras en las que se asentaron eran propiedad del Cabildo para disfrute del ganado  de los terratenientes ecijanos.
UNA INVESTIGACIÓN EN BUSCA DE IDENTIDAD COLECTIVA
Con la democracia llegó la investigación y en las últimas décadas uno de los descendientes de esos colonos José Antonio Filter descubrió que tanto la tradición de los huevos de pascua de Cañada Rosal como su propia familia descendía de uno de los siete mil colonos alemanes y de otros países que fueron traídos en el XVIII hace 250 años por Pablo de Olavide hasta Cañada Rosal y La Luisana.
Ancio, Delis, Bacter, Balmont, Pistón, Duvisón, Fílter, Hans, Hebles, Pigner, Ruger, Uber, Vidriel y Chambra son los apellidos centroeuropeos que aún se conservan en Luisiana, El Campillo y Cañada Rosal. Ruperti, procedente del norte de Italia, se conserva en Marchena procedente de una familia de Ecija. Muchos otros apellidos se consideran perdidos como el apellido judío por antonomasia, Levi, extinguido hace poco en La Luisiana.
Tras la primera mortandad de colonos, por las enfermedades y el calor andaluz, los alemanes que quedaron viudos o viudas se vieron obligados a casarse con vecinos de los pueblos de alrededor extendiendo la mancha europeísta de Olavide por Fuentes de Andalucía, Carmona, Ecija, Marchena o Lantejuela.