Crisis, violencia, epidemias y luchas de poder: cuando el pueblo llano acabó con los judíos de Sevilla
José Antonio Suárez López
A primera hora del 21 de Agosto de 1379, en pena fiesta de la coronción del Rey Juan I, a la muerte de su padre Enrique II de Trastámara, en Burgos, el verdugo real y dos judíos fueron a la posada de Yusaph Pichón, -José Pichón-. «E cuando Don Iuzaf vido a los judíos que le facían llamar por le llevar sus mulas a una entrada de la posada e al Alguacil luego fue tomado y degollado sin le decir ninguna cosa».
El Rey, al saberse engañado por un complot mandó matar a los dos judíos implicados y cortarle la mano al verdugo que colaboró y prohibió que los judíos tuvieran su propia justicia como hasta entonces tenían. Esto fue un gran escándalo en la corte y animó el sentimiento antijudío en todo el reino.
Distintas oleadas de la epidemia de peste negra afectaron a Sevilla en 1348-1351, cuando la ciudad quedó muy afectada, y sucesivas oleadas en 1362-63, 1374-83, 1399-1401 y 1413 en este contexto.
La crisis económica, la peste y otras circunstancias desembocaron en 1391 en el asalto popular contra las juderías españolas, promovido por las prédicas del Arcediano de Ecija Ferrand Martínez, en la ciudad de Sevilla provocando miles de muertos y la desaparición de las juderías españolas y sevillanas. A partir de ahí el problema de los judíos desaparece de España y aparece el de los conversos ya que la mayoría de judíos se convirtieron al cristianismo.
«E todo esto fue codicia de robar segun paresció más que devoción»
En una carta al Cabildo Catedral de Sevilla el Rey Enrique II habla del Arcediano de Ecija: «Yo lo mandaré ver, ca aunque su zelo es santo e bueno, débese mirar que con sus sermones e pláticas, non conmueva al pueblo contra los Judíos ca aunque son malos e perversos, están debajo de mi amparo, e real poderío e non deben ser agraviados, si non castigar por término de Justicia en lo que delinquieren e yo así lo mandaré facer» según se indica en las Crónicas de López de Ayala.
Entonces el pueblo vivía en la miseria y José Pichón era el judío más rico de Sevilla, que hizo levantar el Palacio de Altamira recaudador de impuestos del Rey en el arzobispado de Sevilla; nombrado en 1369 por Enrique II de Castilla. Otro converso rico y famoso de la ciudad era entonces Nicolás Martínez de Medina, fundador en 1414 del convento de San Jerónimo junto a su hijo Diego Martínez de Medina (1376 – 1446) Diego de Sevilla, monje Jerónimo de Guadalupe.
El Rey impuso al pueblo sevillano, una multa de 135.500 doblas de oro que la ciudad tenía que pagar al rey por el robo que fue fecho a los judíos y judería, bajo jurisdicción real. Se encarga el cobro a dos conocidos conversos sevillanos: Alfonso Sánchez de Sevilla, y Nicolás Martínez de Medina.
La judería aljama sevillana, de 16 ha., quedó vacía y ocupado su espacio por las parroquias de Santa Cruz, Santa María la Blanca, San Bartolomé Nuevo y BarrioNuevo.
Los judíos también envidiaban la riqueza de Pichón. Para quitarle sus cargos y riquezas lo acusaron de delitos fiscales en la coronación del hijo de Enrique II, -Juan I-. Pero escapó en pocas horas pagando 40.000 doblones, acusando a los judíos.
Los judíos administraban su propia justicia en nombre del Rey, de quien habían conseguido de éste una condena de muerte, para un miembro de su comunidad, por traición, sin decir para quién era. Y Pichón fue degollado a traición.
NOBLEZA ANDALUZA Y VACIO DE PODER
«Antes que el Rey Don Juan finase Ferrand Martínez avia comenzado de predicar contra los Judios e las gentes de los pueblos, lo uno por tales predicaciones, lo al por voluntad de robar, non aviendo miedo al Rey por la edad pequeña había e por la discordia que era entre los señores del Reyno» dice la Crónica de López de Ayala.
Se refiere a los conflictos surgidos entre aquellos que querían controlar el poder político en Castilla tras la muerte de Juan I en 1390 y ante la minoría de edad de Enrique III, entre los cuales estaban los Guzmanes, señores de Medina Sidonia y sus parientes directos los Ponce de León señores de Marchena. Ambas familias eran parientes entre sí y se habían beneficiado de la debilidad monárquica.
Beatriz Ponce de León tuvo dos hijos con Enrique II mientras que la madre del propio Rey era Leonor de Guzmán.
«Don Ferrand Martinez predicaba por la plaza contra los Judíos e todo el pueblo estaba movido para ser contra ellos. E que por quanto Don Juan Alfonso Conde de Niebla e Don Alvar Pérez de Guzmán Alguacil mayor de Sevilla hicieron azotar un omme que facia mal contra los judíos, todo el pueblo de Sevilla se moviera e tomaran preso al Alguacil e quisieran a dicho conde e a Don Alvar Pérez, e que después acá todas las ciudades estaban movidas para destruir a los judíos» dice la Crónica de Pérez de Ayala.
«Las gentes estaban muy levantadas e non habían miedo de ninguno e la codicia de robar a los judíos crecía cada día».
«Eso mismo quisieron hacer los pueblos a los moros que vivían en las ciudades y villas del reino salvo que no se atrevieron por quanto ovieron recelo, que los cristianos que estaban cautivos en Granada e allende la mar, fuesen muertos».
Los conversos mantuvieron generalmente cierto poder económico, político y social, por lo que, a su vez, siguieron despertando recelo entre el pueblo, que extendía a todo el grupo la condición de judaizante. En un intento de evitar estas situaciones, los Reyes Católicos establecieron en 1481 el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición para la persecución de conversos judaizantes y, en 1492, dichos monarcas decretarían la expulsión de todos los judíos de sus reinos.