Los manuales de inquisidores explicaban que para encontrar un converso que judaizaba bastaba con seguir sus costumbres culinarias. Como la olla que seguían preparando los viernes, a partir del mediodía, olla del sábado, o adafina. Prepararla o comerla en casa, o en el horno comunitario de la aljama, podía ser motivo de incriminación ante los tribunales de la Inquisición.
FUENTE. La olla judía del Sabbath. Isabel Pérez Alonso.
Es el origen del cocido madrileño, el puchero andaluz, la Olla podrida, el pote gallego y asturiano o el Pot au feu francés. Los gustos y costumbres a la hora de comer diferenciaban a los judíos y conversos que seguían apegados a sus costumbres alimenticias.
Los judíos tenían prohibido cocinar, encender o apagar fuego durante la celebración de la fiesta del šabbat o sábado, su día sagrado, por eso dejaban la comida preparada del viernes al sábado. Los hebreos colocan al anochecer del viernes en un anafe, cubriéndola con rescoldo y brasas, para comerla el sábado y así se mantenía caliente.
Andrés Bernáldez, el famoso cura de Los Palacios, señala en sus Memorias del reinado de los Reyes Católicos, que los judíos «nunca perdieron al comer la costumbre judaica de manjarejos e olletas de adafina». En el relato de su viaje a Oriente en 1512, el jerónimo fray Diego de Mérida sostiene que «en Belén biven judíos de los de Sevilla et, desque nos vieron a los frayles, sospiravan por Sevilla y por las albondeguillas et adafinas que en Sevilla hazían».
La primera documentación de la palabra Adafina aparece en el Libro de Buen Amor, s. XIV) aparece adefina. Es un arabismo, procedente del árabe ad-dafina, «la oculta», «la sepultada», a su vez del verbo dáfana, «ocultar», «enterrar». Otros sinónimos son hamín, que aún usan los judíos de oriente, caliente, cholent, «chaud lent» = «calentado lentamente», o del latín callentem) o albondiguillas, carne partido en forma de rodajas o albóndigas, encima del guiso. Los huevos cocidos en el ḥamín son los huevos ḥammados o ḥaminados. huevos cocidos en agua hirviendo aromatizada con diversas especias durante mucho tiempo. Esta cocción permite que los huevos tengan una yema marmolada.
Pudo ser un guiso árabe andalusí que los judíos de Al-Ándalus adoptaron para sus comidas sabática y llevaron al norte peninsular castellano.
La adafina se compone básicamente de carne, legumbres, hortalizas, verduras, huevo duro y varias especias al gusto, como cilantro, azafrán, pimienta o nuez moscada. En la Edad Media la patata no formaba parte de este guiso pero se incorporó a él después del descubrimiento de América y se convirtió en un ingrediente habitual.
En el XVIII casi se habían conseguido extirpar las prácticas judaizantes en España, y el consumo de adafina se volvió una práctica casi desconocida y perteneciente a un pasado remoto, pero la abolición de la Inquisición y el contacto con judíos sefarditas en el extranjero, balcanes norte de Africa, trajeron de nuevo la costumbre a España en el XIX.