Icono del sitio Marchena Noticias. Marchena Secreta. El tiempo en Marchena. Sucesos Marchena. Planes de verano en Andalucia. Marchena Noticias

Jácaras: La música de las mancebías y los canallas

La jácara nació como una balada sobre los rufianes proxenetas, putas, carteristas y estafadores que componían el pequeño mundo criminal del Madrid y la Sevilla del siglo XVII. Cantadas por actrices en los teatros públicos, sin duda se escucharon también en tabernas, plazas y ferias, dondequiera que se presentara un buen narrador. Cervantes, en El Rufián Dichoso, cuenta con humor un bravo que muestra a un compañero rufián una jácara que acaba de componer.
La jácara, en el contexto de la danza y el teatro en Sevilla y otras ciudades españolas durante el Siglo de Oro, era un género poético y teatral que también incluía elementos de música y coreografía. Este género se caracterizaba por sus temas relacionados con el mundo marginal de la delincuencia y la prostitución, y por el uso de un lenguaje especial, conocido como germanía o jerigonza, que era propio de estos ambientes​​​​​​.

Los personajes típicos de las jácaras eran delincuentes, pícaros, chulos, guapos y otros miembros del mundo del hampa. Estas composiciones destacaban por su agudo humor y crítica social. La jácara podía ser recitada por un actor o una actriz en forma de romance, o presentada como una composición dialogada, conocida como jácara entremesada. En sus orígenes, la jácara no era un género dramático propiamente dicho, sino una poesía cantada y a veces bailada, conocida y popular entre la gente. Con el tiempo, se fue vinculando más estrechamente con la representación teatral, incluyendo música y posiblemente baile​​.

Según el Diccionario de la lengua española de la RAE, la jácara se define como un romance alegre en el que se relatan hechos de la vida airada, una cierta música para cantar o bailar, y una especie de danza formada al tañido o son propio de la jácara​​.

LA JACARA NUEVA

Documentos del Archivo Personal de Luis Rosales, Sección Diversos del Archivo Histórico Nacional.  Jacara impresa s. XVII – XVIII (romancillo jocoso).
Recopilación de versos, de diversos autores como Gabriel del Corral, P. de la Torre, Solís. Sonetos, décimas. Casi todos llevan signatura. S/f.

La «jácara nueva»,  es un tipo de poesía narrativa popular del Siglo de Oro español. Este género poético solía contar historias en verso, a menudo con temas de amor, traición, y venganza, ambientadas en el mundo marginal del hampa y la delincuencia.

La historia que se relata en esta jácara se centra en una doncella de Trujillo que fue engañada y sacada de su casa con promesas falsas de matrimonio por un amante. Este la abandona en la Sierra Morena, un lugar que, por su naturaleza salvaje y remota, simboliza su desgracia y desolación. La doncella busca venganza y justicia ante la traición sufrida, una temática común en las jácaras que reflejan las duras realidades de la época y los sentimientos de los personajes implicados.

Este género alcanzó una gran popularidad durante los siglos XVI y XVII, especialmente en ciudades como Sevilla, Madrid y Valencia, donde los temas de la jácara resonaban con las experiencias de la vida urbana de la época. La jácara formaba parte de las representaciones teatrales del Siglo de Oro, apareciendo frecuentemente en los entreactos de las comedias​​.

LAS MANCEBIAS COMO SERVICIO PUBLICO

La trata de prostitutas fue en sus inicios regulado y controlado por los grandes señores y la corona que veia necesario su control para evitar enfermedades y sodomía.
Los Reyes Católicos pidieron a los Ayuntamientos fundar mancebías, para pacificar Andalucía de las guerras  entre los Ponce, Señores de Marchena y los Guzmanes, señores de Medina Sidonia quienes contrataban a los rufianes o chulos que controlaban las casas de prostitución ilegales.
La guerra entre señores en ciudades, pueblos y la falta de una autoridad fuerte disparó la criminalidad, contra las mujeres en medio de un ambiente de guerra civil, y epidemias de peste.
LAS PUTAS DE CARMONA PIDEN SU LIBERACIÓN
«Las mujeres del partido que estamos en la mancebía de esta villa por nuestros pecados, con el acatamiento y reverencia que debemos. Muchas de nosotras que ha dos o tres años que estamos empeñadas en poder de Cuenca. por lo que hemos comido y gastado y no vemos Sol ni Luna, y estamos peor que cautivas en poder de infieles».
El solar del Pósito de Osuna albergó en el siglo XVI, la mancebía y la taberna que se encontraba en su vecindad. En 1608, el prostíbulo se traslada a las afueras de la villa y en su lugar se asienta el corral de comedias. Prohibidas las representaciones teatrales, en 1731, el ayuntamiento adquirió el inmueble para construir las paneras del Pósito.
Los Reyes Católicos, asumieron como instrumento de control y pacificación la creación de mancebías en Carmona, Ecija o Cádiz.

El primer texto escrito por prostitutas pide al Ayuntamiento de Carmona tras el terremoto ocurrido allí el Viernes Santo de 1504, ser liberadas de las deudas que las mantenían  atadas al padre putas. Son los mismos Reyes Católicos los que en 1500 piden al Concejo de Carmona crear una mancebía pública. Igualmente en Ecija los Reyes Católicos piden al Ayuntamiento construir y reglar un prostíbulo municipal tras escrito enviado por los vecinos denunciando asaltos de rameras y rufianes.
La putería funcionaba como válvula de escape para jóvenes  que a menudo causaban adulterios y violaciones, sembrando el terror entre niñas, mozas y criadas que eran acechadas en los lavaderos y fuentes públicas. Muchas víctimas eran niñas y jóvenes menores, criadas que salían a la calle a realizar mandados, de zonas rurales y sin protección familiar.  Las mujeres forzadas no se podían casar  por lo que su familia buscaba venganza.
LAS RAMERAS VESTÍAN ROPAS ESPECIALES PARA SER RECONOCIDAS
Se crea entonces un mesón  en Ecija con 50 habitaciones para otras tantas rameras, adjudicado a los hermanos Luna, por 68.125 maravedíes anuales.
En Écija las prostitutas vestían trajes especiales para ser reconocidas como putas al salir del local público. Mantos, sombreros, pantuflos y guantes. Se advirtió  a los mesoneros que sólo empleasen a verdaderas prostitutas y no amas de casa u «otras que se echen por dineros». En Sevilla y Carmona se prohibía la entrada de casados y se cerraba los domingos cuando se tocase a misa en la iglesia de San Pedro. Alcalá de Guadaíra, solicita en 1491 a Sevilla que le enviase una comisión para asesorarles en la creación de su mancebía.
LA MANECBIA DE MARCHENA
Marchena era la tercera ciudad más poblada de la actual provincia hispalense tras Ecija y Carmona con 9.738 habitantes en 1534 y atendiendo a su alto numero de habitantes también tuvo mancebía.
Las casa pública de la Mancebía de Marchena -cuya ubicación desconocemos, era propiedad de los Ponce de León que también cobraban rentas por el ejercicio de la prostituciónEn 1572 el duque de Arcos otorga la mitad de las rentas de la casa pública de las mujeres de la villa de Marchena para pagar un colegio de estudiantes pobres en Córdoba fundado por el doctor Pedro López Alba.
La mancebía o prostíbulo de Marchena aparece en el listado de posesiones de los Ponce de León a inicios del Siglo XVI en la investigación  La Hacienda de las casas de Medina Sidonia y Arcos en la Andalucía del siglo XV de Emma Solano Ruiz.

Desde el XIV al XVI se fundaron las mancebías públicas o burdeles locales.
PACIFICAR SEVILLA ACABANDO CON LAS PROSTITUTAS ILEGALES
Ya en tiempos de Juan II se prohibía que los alguaciles de Sevilla protegiesen a rufianes, «ni malos omes, ni omes que tengan mancebas públicas» que se reunían en torno al Corral de los Olmos,  frente a la Giralda y junto al Patio de los Naranjos donde era fácil acogerse a sagrado en caso de apuros.
El antiguo Corral de los Olmos se encontraba en la actual Plaza Virgen de los Reyes. Era el lugar de reuniones oficiales de los Cabildos Municipal y Catedralicio.
Desde 1470 hay normas en Sevilla ordenando que todas las prostitutas se acogiesen a ejercer su trabajo en la mancebía municipal junto con la prohibición de llevar armas por la ciudad; y exigen al Marqués de Cádiz, Rodrigo Ponce de León, señor de Marchena y al Adelantado Mayor de Andalucía Duque de Medina Sidonia que cesen de reclutar y proteger a forajidos y rufianes para sus huestes particulares en la ciudad.
En 1473, prohiben los juegos de naipes y afirma que «las mugeres de mundo están derramadas por las calles desta çibdad ganando dineros e façiendo mançebía que causan muchos roydos e escándalos, muertes e otros daños e males» ordenando tapiar todo el contorno de la mancebía que estaba en el Compás de la Laguna, barrio del Arenal.
La Calle Castelar y Plaza de Molviedro era el antiguo Compás de la Laguna donde se ubicó  la muralla de la mancebía destruida en el siglo XVIII.

Francisco de Quevedo, exploró este género en su obra, utilizando un lenguaje rufianesco y expresiones vulgares. La literatura de Quevedo, particularmente sus jácaras, ha sido objeto de traducción y adaptación en otros idiomas, resaltando la relevancia de su obra satírica y burlesca y su impacto en la literatura española.
Allí llegaban los domingos y festivos multitud de jóvenes labriegos de los pueblos de los alrededores para gastarse sus jornales en la casa pública, marineros y trabajadores del cercano puerto donde anclaban las naves de la Carrera de Indias. Para evitar peleas se permitió que la casa llana se abriese los domingos a partir del toque de campana del mediodía y en la festividad de la Magdalena, espejo de prostitutas arrepentidas; acudía al burdel un predicador
para que amonestase a las mancebas  y les pedía  abandonar el oficio y entrar en una casa de arrepentidas con la promesa de obtener una dote y casarse.
Cortesana de Tintoretto.
Los Fajardo familia aristocrática fueron los “Señores de las Putas” que poseyeron en Andalucía quince mancebías. Por su parte, las duquesas de Osuna y Medina Sidonia ejercían su caridad y ofrecían dotes a toda ramera que quisiese casarse.
Por la Real Pragmática del 10 de Febrero de 1623, Felipe IV prohibió formalmente las mancebías, burdeles públicos, en todo el Reino de Castilla, lo que no supuso el fin de la prostitución, que continuó existiendo toda la Edad Moderna como una actividad ilegal.
FUENTE: Formas y funciones de la prostitución hispánica en la edad moderna: el caso andaluz
Andrés MORENO MENGÍBAR. I.E.S. Santa Aurelia-Sevilla. Francisco VÁZQUEZ GARCÍA. Universidad de Cádiz
María Luisa Lobato, catedrática de Literatura Española en la Universidad de Burgos. «Loas, entremeses y bailes de Agustín Moreto» y «La jácara en el Siglo de Oro».