Cuando el Arzobispo prohibió asistir a la romeria de Consolación
José Antonio Suárez López
En Utrera, la romería tiene raíces profundas que remontan a varios siglos atrás. Ha sido uno de los fenómenos religiosos más importantes de toda la provincia de Sevilla, especialmente durante finales del siglo XVI[.
Durante la Ilustración se desencadena una guerra contra las cofradías. Según Carlos Álvarez Santaló con la intención de mejorar el aspecto externo de la religiosidad popular se pusieron de acuerdo reformadores laicos y eclesiásticos que actuaron con contundencia contra las hermandades.
La Romería de Consolación se celebraba desde 1561 el día 8 de Septiembre, fiesta de la Natividad de la Virgen y su devoción fue fomentada por los frailes mínimos de la Victoria que arraigaron en el Ducado de Osuna y alrededores.
Por eso no extraña que sus hermandades más antiguas fueran Campillos, Osuna, Écija, La Puebla de Cazalla, Paradas,y Arahal llegando a tener 46 filiales en pueblos de Sevilla, Málaga, Huelva y Portugal. Marchena también tuvo hermandad de Consolación, pero tras la epidemia de peste se perdió y se intentó reorganizar en 1693.
En 1771 la romería de Consolación fue prohibida y la propia hermandad de Consolación de Marchena, radicada en San Sebastián según estudio de Germán Calderón sufrió en sus propias carnes los intentos de la Ilustración de limitar y prohibir la actividad de las hermandades filiales alegando que se producían escándalos en dicha romería. Un año más tarde siguió el mismo camino la Romería de la Virgen de la Cabeza que también tenía hermandad en Marchena en San Miguel.
El Decreto de Prohibición de la Romería de 1771 afirmaba que «el año pasado de 1770 de el desorden y escandalo con que se ejecutaba la procesión de la imagen de la Consolacion Que la Real Audiencia de esa ciudad, prohiviese en adelante dicha procesion, vajo varias penas y tambien que dispusiera, se recojieran las ordenanzas de las Hermandades que concurrian a dicha procesion de los pueblos inmediatos y sus fundaciones”.
CUANDO EL ARZOBISPO PROHIBIÓ A LA HERMANDAD DE MARCHENA IR A LA ROMERÍA
En 1693 el fiscal del Arzobispado aprobó reorganizar la hermandad de la Virgen de Consolación de Marchena pero prohibió en sus reglas que acudiera a la romería de Utrera, como también la sucedió al resto de las hermandades.
El procurador de la Hermandad de Consolación de Marchena argumentó que las cofradías nunca han formado alboroto en las fiestas septembrinas de Utrera sino que está más bien era culpa de la gran masa de gente que acudía.
Manuel silvestre procurador dice que «no por la falta de unos particulares debe de caer el culto universal a la Virgen» y presenta una serie de alegaciones fundadas en el hecho de que si se prohíbe a las hermandades de Consolación acudir a la fiesta y romería de Utrera carecían de sentido sus hermandades.
José Bahías Vicario General del Arzobispado de Sevilla respondió con un auto por el cual desestimaba todo lo argumentado por el procurador de la Hermandad de Marchena que alegó ante el nuncio apostólico.
Finalmente se aprobó la regla de la Hermandad de Consolación de Marchena pero prohibiéndole en sus reglas salir de Marchena, y prohíbe terminantemente asistir a la romería por Santa obediencia y bajo pena de excomunión.
UN MERCADO Y FERIA QUE SURGE DEL COMERCIO AMERICANO
Debido que Utrera estaba en el camino hacia el puerto de Cádiz, se sabe que en esta feria y mercado que surgió alrededor de la devoción de la Virgen en el XVI se vieron los primeros productos que llegaban de América. Además los navegantes se postraban ante la virgen para pedir suerte en su singladura y también pasaban por aquí los soldados que iban y venían de los tercios.
El historiador Rodrigo Caro, escribió en el XVII, que «junto al propio monasterio, en el barrio que llaman del Real, se hace un mercado muy grande, donde se venden piezas de oro y plata, sedas y otras joyas, vestidos y galas para toda suerte de personas».
Alonso Fernández de Lugo, Adelantado mayor de Canarias, fue primer patrono del altar mayor de la Virgen, luego sustituido por el conde-duque de Olivares en el siglo XVII. El factor americano hizo célebre a Consolación y Utrera dejando huellas de su devoción en México, Colombia, Venezuela, Perú, Panamá, Ecuador o Cuba.