Cuando las tropas de Marchena y de los Ponce tomaron el Alcázar de Sevilla en 1520
José Antonio Suárez López
El 16 de septiembre de 1520 don Juan Suárez de Figueroa, hermano de Rodrigo I Duque de Arcos -enterrado en Santo Domingo de Marchena- levanta sus tropas de Marchena y Mairena del Alcor apelando al movimiento comunero y contra el Duque de Medina Sidonia y su entorno de judeo conversos y toma el Alcázar de Sevilla por 24 horas justo mientras los comuneros toman Tordesillas e intentan atraer a la reina.
Un episodio entre los movimientos comuneros de Castilla y las guerras nobiliarias sevillanas de finales del XV entre las casas de Niebla y Marchena. El propio duque de Medina Sidonia acusaba al duque de Arcos de estar detrás de su hermano y de apoyarlo desde sus lugares de Mairena del Alcor y Marchena analizado por Antonio Collantes de Terán.
Ese año los comuneros de Castilla cortaron el cuello a sus procuradores en las Cortes cuando descubrieron que, seducidos por sobornos imperiales, habían autorizado la subida fiscal que demandaba Carlos V un rey extranjero que no hablaba español y llenó la corte de flamencos.
Días antes, los rebeldes se habían reunido en el convento dominico de San Pablo de Sevilla, en protesta por las sacas de trigo, la subida de impuestos y la influencia de los judeo conversos en el gobierno de la ciudad, protegidos por los Guzmanes, pidiendo su expulsión según explica Antonio Collantes de Terán. «Yo soy cavallero que no tengo que perder. Yo me alçaré con la comunidad y tomaré al Alcáçar y de allí haremos lo que quisiéremos» dijo Juan Figueroa.
Los dominicos fueron acusados de favorecer el levantamiento comunero dándoles comidas aunque ellos lo negaron.
Eran hermanos del I Duque Pedro Ponce de León, Juan Suárez de Figueroa, Bernardino Ponce de León y García Ponce de León, a quienes en su testamento de 1530 deja ciertas cantidades de ducados. Todos eran hijos del capitán Luis Ponce de León Suárez de Figueroa Señor de Villagarcía.
Sobre la una de la tarde, don Juan de Figueroa se dirigió al Palacio de su hermano, el duque de Arcos, en la Plaza Santa Catalina, que estaba ausente convocando a sus criados, familias y partidarios, tomó las armas y artillería allí existentes, e inició la toma del Alcázar de Sevilla siendo las tres de la tarde.
Los sublevados 300 hombres armados y varias piezas de artillería recorrieron el centro de la ciudad dando vivas al rey y a la Comunidad.
En la calle de la Alhóndiga, y plaza de Santa Catalina, varios hombres de Juan Figueroa trataron de arrebatar la vara de justicia al Asistente, invocando la comunidad, echaron mano de sus espadas, provocando una desbandada. Mientras, los Tello, los Guzmanes y las autoridades de la ciudad reunían gente para luchar contra los sublevados. Los dos bandos se encontraron en la Plaza San Francisco dispuestos a la batalla.
Los frailes del vecino convento de S. Francisco y varios caballeros, trataron de resolver la situación por vía pacífica. Se llegó a un acuerdo, por el que don Juan de Figueroa devolvería las varas sustraídas a distintas autoridades y se volverían a su casa, pero no sucedió así. Figueroa cañoneó la puerta del Alcázar y entró.
El Arzobispo Diego de Deza había retenido contra su voluntad al Alcalde de Justicia y Asistente en el Palacio Arzobispal y los militares al servicio de los Guzmanes tratan de convencer al Arzobispo de que los apoyase pero no lo ven claro, y temen que apoye al bando contrario. De modo que deciden retirarse esa noche y esperar al día siguiente mientras que vigilan que por las puertas de la ciudad no entrasen refuerzos para los sublevados desde Marchena o Mairena.
Al día siguiente domingo las autoridades de la ciudad los Tello leales al Rey y los Guzmanes retomaron el Alcázar no sin cierta batalla dentro de las murallas que lanzaban lanzas y flechas.
Don Juan de Figueroa fue herido, se defendió, pero Juan Gutiérrez Tello consiguió desarmarlo y hacerlo prisionero y entregarlo a la justicia del Rey.
El Lunes el Duque de Arcos había reunido tropas desde Marchena y resto de sus pueblos para entrar en la ciudad. Cuando le dijeron que depusiera su actitud replicó que dado que en la ciudad no había libertad y que las puertas estaban controladas por gentes de los Guzmanes no podía actuar de otra forma. Los Guzmanes tuvieron el control de las puertas de la ciudad entre el 20 de septiembre y el 7 de octubre.
El Duque de Medina Sidonia trataba de controlar cualquier movimiento en favor de los Ponce dentro de Sevilla hasta el punto de que, los tenientes de alcalde y alguaciles no dejaron mesón ni taberna de Sevilla por registrar, buscando gente de Marchena y de Mairena del Alcor, y amenazando con penas de azotes a los que los acogiesen.
Se dccretó prisión para Juan de Figueroa, quien pronto logró huir, de Juan de Gallegos y la del doctor Neira, teniente de alcalde mayor por don Juan Portocarrero, recluido en las Atarazanas. Se actuó contra caballeros relacionados con el duque de Arcos y contra 200 personas.
Semanas mas tarde su hermano don Juan de Figueroa le recriminó no acudir en su ayuda, mientras Juan de Guzmán salía a buscar unas tropas que estaban en la Cruz del Campo. Pedro Girón, pocos días después del levantamiento, da a entender que el duque no se implicó en el mismo, aunque también alude a su hipocresía.
El duque de Arcos el lunes estaba movilizando a sus gentes pero el miércoles enviaba correos y cartas diciendo que no sabía nada y condenando la actuación de su hermano don Juan de Figueroa.
Las cartas de don Juan al I Duque de Arcos dos meses después dicen: “dize vuestra señoría, que partí sin hablalle, ni saber vuestra voluntad. Y a esto digo que bien se acordará cómo aquella noche que hablamos, quedó determinado que vuestra señoría avía de seguir la opinión de los gobernadores». Y me dixo que en todo lo que uviese menester de vuestro favor, lo tenía para en otras cosas, pero que en este negoçio no avía lugar».