El próximo miércoles 9 de abril de 2025, a las 20:30 horas, tendrá lugar el Solemne Vía Crucis del Cristo de la Providencia, una de las citas más sobrecogedoras de la Cuaresma marchenera. La imagen, custodiada por las Hermanas Franciscanas de los Sagrados Corazones en el colegio de Santa Isabel, saldrá nuevamente a la calle para presidir este acto de recogimiento y oración.
El Cristo, de imponente expresividad y delicada factura, es protagonista cada año de esta procesión íntima que, más allá de lo estético, remueve la devoción popular y conecta con los orígenes juveniles de aquella añorada Hermandad de los Estudiantes.
Corrían los años finales de la década de los setenta cuando un grupo de jóvenes marcheneros empezó a reunirse, con discreción y entusiasmo, en las dependencias del colegio Santa Isabel. Eran estudiantes —algunos apenas rozaban los catorce años—, movidos por la ilusión de fundar su propia hermandad. Querían una cofradía joven, con un Cristo propio, que reflejara su espiritualidad y su compromiso. Así nació el germen de lo que se conocería como la Hermandad de los Estudiantes, cuyo titular sería el Cristo de la Providencia, imagen que aún hoy sigue procesionando en Vía Crucis el Miércoles de Pasión.
La historia, sin embargo, dio un giro inesperado. Aquel grupo juvenil se encontró con una oportunidad única cuando la Hermandad de la Borriquita —oficialmente, la Real Hermandad de Nuestro Padre Jesús de la Paz en su Entrada Triunfal en Jerusalén, María Santísima de la Palma y Santísimo Cristo de las Misericordias— atravesaba una etapa crítica. El cansancio de sus responsables, entre ellos Zapico, hizo que se plantearan incluso abandonar el proyecto. Fue entonces cuando propusieron a los estudiantes una idea práctica: en vez de iniciar una hermandad desde cero, fusionarse con la Borriquita les permitiría salir antes a la calle, ya con reglas canónicas aprobadas.
La propuesta fue bien recibida por la comisión de jóvenes, y así, durante algunos años, el Cristo de la Providencia se incorporó como titular de la renovada Hermandad, que acogió a muchos miembros de aquel colectivo pro-Hermandad de los Estudiantes. Esta unión simbiótica supuso no solo el rescate de la Borriquita, sino también la integración de una nueva generación de cofrades que revitalizaría la corporación.
Cabe destacar que la imagen del Cristo de la Providencia fue ofrecida por las Hermanas de Santa Isabel, quienes facilitaron no solo el uso de la imagen sino también el convento para las primeras reuniones, convirtiéndose así en el auténtico «cenáculo» de aquella cofradía incipiente.
Una anécdota curiosa permanece en la memoria: durante un tiempo, ni siquiera las religiosas sabían con certeza el nombre de la imagen, y en algunos escritos antiguos aparece como «Cristo de las Misericordias», probablemente por confusión o desconocimiento. Esta circunstancia se recoge, por ejemplo, en la revista de Semana Santa de 1980, firmada por M. Lebrón, una de las pocas fuentes escritas que documentan estos primeros pasos.
Hoy, el recuerdo de aquella Hermandad de los Estudiantes permanece como una historia apenas contada, un capítulo poco conocido de nuestra Semana Santa. Aunque la hermandad no prosperó de forma independiente, su espíritu sigue latiendo en cada Vía Crucis del Cristo de la Providencia y en la savia joven que recorre las filas de la Borriquita. Tal vez algún día, aquel viejo sueño estudiantil vuelva a renacer.