El 20 de diciembre de 1483 los Reyes Católicos conceden un privilegio a Rodrigo Ponce de León por el que los Reyes le regalaban las ropas que llevaran el día de la Virgen de Septiembre a él y sus descendientes. Como muchos años no se cumplió le otorgan con posterioridad 25.000 maravedíes anuales.
Este privilegio se produjo en agradecimiento a Rodrigo por apresar mil moros granadinos que habían invadido los campos de Utrera haciendo presos entre los cristianos el día de la Virgen de Septiembre.
Posteriormente en 1540 el Rey Carlos I de España otorga por Cédula real 25.000 maravedíes anuales a Don Cristóbal Ponce de León porque no se había podido cumplir muchos años dicho privilegio a través de un documento llamado “Documento de Carlos I a sus contadores mayores para que guarden la merced otorgada al II duque de Arcos, Luis Cristóbal Ponce de León, del vestido real, y que respecto de no habersele dado en algunos años se le librasen 25.000 maravedíes por cada año que no lo disfrutó. Bruselas 1540”.
Esta orden está firmada por Carlos I de España y V de Alemania nieto de los Reyes Católicos en la ciudad de Bruselas.
TRANSCRIPCIÓN
El Rey Fernando el Católico expresa en dicho privilegio a través de sus escribanos: «vos don Rodrigo Ponce de León Marqués de Cádiz, Conde Arcos de mi Consejo a quien Dios por su infinita bondad quiso hacer tanta merced y le dio esfuerzo, discrección y osadía para que en nueve días del mes del mes de septiembre que agora pasó deste presente año (1483). Sabiendo vos cómo ciertos caudillos y capitanes y alcaides moros de la casa de Granada eran entrados a correr a la Villa de Utrera e sus comarcas hasta en número de mil doscientos a caballos y llevando como llevaban gran presa así de cautivos cristianos como de ganados mayores e menores.
Vos con hasta cuatrocientas lanzas vuestras e de la ciudad de Jerez salistes a ellos e en recuentro peleastes con ellos e por la piedad de Dios e por los méritos de la Virgen María nuestra señora e del bienaventurado Apóstol Santiago cuyo apellido tomastes. Los desbaratásteis e vencistes donde fueron muertos y presos hasta cuatrocientos de caballos moros por lo cual sois digno de recibir de mi mucha honra e mercedes, las cuales vos entiendo hacer: más cumplidamente según vuestros servicios lo merecen e faciendo comienzo a ello, porque deste tan gran servicio quede memoria.
Desde agora por siempre jamás por la presente vos hago merced para que de aquí adelante en cada un año por juro de heredad sea para vos la ropa principal que yo y después de mi los Reyes que fueren en estos mis reinos sucesivamente vistieren y trajeren sobre si el día de Santa María de Septiembre de cada año que fue el dia que fue en el mes que vencísteis en dicha batalla para que la dicha ropa sea vuestra e de los otros que vuestra casa y mayorazgo heredaren. Y mando al camarero de las mis ropas que vos dé la dicha ropa que ansí yo vistiere el día de Santa María de Septiembre E yo el dicho Rey Don Fernando por hacer bien y merced a vos el dicho Marquéz de Cádiz e a los otros que vuestra casa y mayorazgo heredaren”.
El año de entrega de este privilegio es el mismo que el de la simbólica e importante toma de la Villa de Zahara de la Sierra que al arrebatarse a los moros había supuesto un importante golpe psicológico al enemigo y diez años después de que los monarcas habían perdonado a Don Rodrigo.
En 1476 los Reyes Católicos perdonaron al Señor de Marchena Don Rodrigo Ponce de León por apoyar a sus enemigos en la guerra por el trono de Castilla de la mano de su suegro el maestre de Santiago Juan Pacheco.
Sucedió de noche en el Alcázar de Sevilla y los reyes confirmaron al Señor de Marchena todas sus posesiones. Antes había mediado en su favor ante la Reina Isabel el propio Obispo de Cádiz, Alonso de Solis.
Los cronistas dicen que Don Rodrigo acudió a la entrevista con los Reyes movido por el miedo, de noche de forma imprevista, desde su fortaleza el Castillo de Alcalá de Guadaira.
Según Hernando del Pulgar “estando de noche la Reina en su cámara con sus doncellas y oficiales el marqués de Cádiz llegó a la puerta de su cámara” y le dijo. “Védesme aquí, reina muy poderosa, en vuestras manos, executad sobre mí vuestra ira e indignación en que mis contrarios con sus malas informaciones os han puesto contra mí. No vengo a decir palabras sino a mostrar obras”. Y luego le entregó a la Reina las fortalezas de Jerez y Alcalá de Guadaíra.