Un grupo de soldados españoles ha recuperado el pasado agosto de 2017 el camino Español Milán Bruselas para dar a conocer los tercios españoles mientras grupos de recreaciones históricas muestran cómo actuaban y se organizaban los tercios.
Sin embargo en Holanda la palabra tercios españoles despierta aún miedo. Y el himno de los Tercios, respeto. Lo que hacía temibles a los Tercios era su unidad. Ocho o diez soldados se unían en una camareta o camarada; vívían juntos, dormían juntos y juraban protegerse y unirse como si fueran hermanos. Reunían las pagas y de ellas sacaban lo necesario para vivir.
Soldados españoles en Flandes con banderas con el aspa roja de San Andrés, largas picas, morriones, arcabuces han recorrido en septiembre de 2017 en distintos puntos de Bélgica. El Duque de Alba con sus tercios viejos abrió el camino español para trasladar las tropas hace 450 años entre Bruselas y Milán mientras la literatura italiana de la época daba origen la leyenda negra.
Luis Cristóbal Ponce de León -1512-1573-, -(nacido y sepultado en Marchena -Santo Domingo) fue reclamado por Felipe II como capitán general de la Armada de Flandes para llevar 600.000 ducados partiendo de Laredo, Asturias con 5000 soldados (según el Nobiliario de los Ponce de León) . La Armada de Flandes -asediada por piratas ingleses y franceses- siempre estaba necesitada de fondos por lo que era frecuente que se recurriera a nobles para llevar ayuda material a los Tercios de Flandes.
En el asalto de Doullens (Francia, julio de 1595) ) a las ordenes de Pedro Enriquez de Acevedo muere su primo, el hijo del Conde de Bailén, Don Manuel y fueron ejecutados 4000 franceses. Después los españoles toman Cambrai.
Tras la Paz de Cambrai (España-Francia) Luis Cristóbal quedó como rehén de Francisco I Francia (en 1529) junto con el duque de Alba. Por este servicio el rey francés le regala valiosas joyas y una montura repujada en plata. Luego fue embajador en París con la reina Catalina de Médicis. Vuelto a Marchena ayudó a sofocar la sublevación de los moriscos de Ronda en 1570 y luego nombrado Virrey de Valencia, pero no llega a tomar posesión porque muere antes.
En la obra análisis del Quijote y vida de Cervantes, obra de 1834, dos militares, Vicente de los Ríos y Martín Fernández Navarrete afirma que Cervantes luchó en lepanto para don Manuel Ponce de León a las órdenes del Tercio de Lope de Figueroa, hombre de confianza de Don Juan de Austria. Cervantes cita al abuelo de Don Manuel en el Quijote en el episodio de los leones y lo llama Manuel de León, el Valiente.
Lope de Figueroa creó el tercio de Granada Costa en 1569 por orden del Rey para luchar contra la sublevación de los moriscos granadinos, con la participación de Manuel Ponce de León. De allí pasaron a pelear en la Batalla de Lepanto y la Liga santa en 1571 bajo el mando de Don Juan de Austria.
Una familia afincada hoy en Marchena, los Vanderwilde oriundos de Bruselas se instalan en Marchena en el XVIII. Pedro Andrada Vanderwilde se instala en Marchena en 1789. Su antepasado Lorenzo Cosme de Andrada Vanderwilde vino a España acompañando al emperador Carlos V en su toma de posesión del trono español (1517) y luego volvió a Bruselas.
LAS MILICIAS DE MARCHENA
Mientras los famosos tercios españoles triunfaban en la Europa de los Austrias, y sofocando las rebeliones de Cataluña y Portugal, el Rey obligaba a los pueblos como Marchena, a defender el país armando y pagando milicias municipales no profesionales que arruinaban los cabildos.
Las milicias municipales de Marchena lucharon en Elvas y Badajoz contra los ataques portugueses, mientras los soldados profesionales al servicio de los Ponce de León luchaban en los tercios de Flandes. El marchenero iba al ejército de una forma u otra cuando no trabajaba los campos. Los reos, ociosos y jóvenes iban los primeros para eliminar la conflictividad social. Cuando no se mandaban hombres se mandaba dinero.
En verano de 1657, 57 soldados y seis oficiales reclutados por el Cabildo marchenero se dirigen a Badajoz mandados por el capitán Alonso Bermúdez Escobar, con el Alferez Francisco de Alcalá Calvillo, y el Sargento Pedro Hidlago, incorporándose al tercio de Don Melchor de la Cueva, informa Antonio Rodriguez Hernández conquistando Olivenza a los portugueses.
Al año siguiente los portugueses asedian Badajoz y nuevamente los marcheneros con el Duque de Arcos al frente son reclutados y llamados para reconquistarla y asediar Elvas. De Marchena parten 74 soldados para enrolarse en el tercio de Antonio de Silva y Lobo que murió en la batalla al encontrarse en el punto por donde atacaron los portugueses.
Además de enviar y pagar milicias ciudadanas, el municipio de Marchena se veía obligado a dar asilo a los ejércitos que pasaban por nuestro municipio de camino a alguna batalla, que habitualmente eran milicias de otros pueblos, marineros o ex presidiarios. Esto endeudó al Ayuntamientos como el de Marchena de forma insostenible.
Otras veces el Rey pedía dinero en metálico. En 1633 Felipe IV ordena al Ayuntamiento de Marchena que destine los 4000 ducados de los donativos voluntarios de 1625, a los capitanes que habían perdido sus galeones, en la batalla naval de los Abrojos de la Guerra de los 30 años, con otras batallas en Almería, Gibraltar y Cádiz.
De 1642 al 83 Marchena gastó en alimentar y dar cama a soldados y caballos en tránsito alrededor de 26.000 reales. En ellos se incluía los gastos del valido de Carlos II, Fernando de Valenzuela, con destino a Cádiz para embarcarse hacia Filipinas en 1678 y 3000 mulas para el ejército de Don Juan de Austria (1662).
Solo en 1666 se gastaron mas de 20,000 reales por el paso por Marchena de tres compañías de infantería (abril y septiembre), más una leva de marineros para la armada y dos compañías de caballos. En 1678 se pagó 300 reales por el paso de un carro con 60 presidiarios con destino a El Puerto.
Los vecinos y el cabildo de Marchena estaban obligados a darles cama, luz (velas y fuego), agua, sal y aderezo, ademas de paja para los caballos. Los marcheneros se libraban de tener que alojarlos en sus casas gracias a que el Ayuntamiento les pagaba el alojamiento en los mesones de la Plaza Vieja como el Mesón de los Caballeros, del Duque o de la Ventilla.