Eran caballeros musulmanes que, por diversas circunstancias, se pusieron a las órdenes de Juan II (1406-1454) y Enrique IV (1454-1474) en la Guerra de Granada y dentro del cuerpo de guardia personal del rey. Entre ellos había caballeros moriscos de Marchena.
En 1420 se había acordado que acompañaran constantemente al rey en su guardia doscientos hombres de armas pero ni todos serían jinetes, ni todos tenían por qué ser musulmanes o moriscos. El número que mencionan los documentos ronda la centena.
Se trataba de un cuerpo reducido de designación real, que gozaba del mismo trato social, derechos y caloñas que los caballeros, y participaban en la solemne investidura de los nuevos miembros de su grupo. García Ramírez de Jaén era su capitán en 1456, año en que aparece ya al frente de trescientos caballeros (jinetes, según la crónica) moriscos de Enrique IV, durante la campaña de Granada.
Entre ellos estaba el trompeta del conde de Arcos, Pero Gonçales de Marchena “caballero morisco”. La primera mención a los caballeros moriscos es en 1408 cuando cobran sus salarios en Sevilla. Al bautizarse se les pagaba 4.320 maravedíes de salario o raciones moriscas.
La cita concreta de Pedro Gonzalez de Marchena es una enumeración de algunos de los integrantes de la guardia real. “Garçia de Jahen, mi capitan de los cavalleros moros de mi guarda», «Fernand Alvares de Guadix, adalyd cavallero morisco», «Diego de Xeres, lonbardero del rey, su cavallero morisco», «Mahomad Alcayel, cavallero morisco», «Benito Gonçales, atabalero», «Pero Gonçales de Marchena, tronpeta del conde de Arcos, cavallero morisco», «Iohan Lopes almocaden, que le llamavan quando moro Aly ben Mahomad». Sus funciones estaban definidas en Partida II, XXII, de Alfonso X hasta los tratadistas del siglo XV como Alonso de Cartagena.
Un oficio que podríamos considerar de elite dentro de aquellos a que nos tienen acostumbrados los mudéjares y moriscos del siglo XV, cercanos además al centro de poder que es la corte, y posiblemente con un cierto grado de influencia, fundada en su condición de conversos.