De Marchena llegaron a Japón más de una decena de objetos pertenecientes a frailes martirizados en aquel país que hoy se exhiben en el Museo de Nagasaki, inaugurado en 1963, según se puede apreciar en el catálogo de dicho museo y que fueron donados a las iglesias de Marchena por Guadalupe de Láncaster en el siglo XVIII. En este listado encontramos el Birrete de San Francisco Javier, y una camisa manchada de sangre del padre Arjó, misionero en China.
Desde el siglo XVII los cristianos japoneses eran perseguidos y cada Año nuevo eran obligados a pisar imágenes de la Virgen María, Cristo y los santos para probar que no eran cristianos y si se negaban a hacerlo se los ejecutaban, crucificándolos o arrojándolos a algún volcán cercano.
La colección de objetos relacionados con los frailes y santos martirizados en Japón se conservaba en la Sacristía de San Juan de Marchena donadas por Guadalupe Láncaster, hasta que en los años 50 fueron trasladadas al Museo de los Mártires del Japón en Nagasaki.
Francisco Javier estudió en Paris y allí junto con otros cinco compañeros funda el embrión de la Compañía de Jesús el 15 de agosto de 1534, y fue además estrecho colaborador de su fundador, Ignacio de Loyola. Tras intentar viajar sin éxito a Jerusalén, es enviado por el Papa a Portugal que había pedido a Ignacio de Loyola algunos hombres suyos para enviarlos a Asia como legado Papal y llegan a Goa, India en 1542.
Guadalupe Lancaster, Duquesa de Aveiro.
Joaquín Ponce de León, hijo de la duquesa de Aveiro, entregó en 1745 el birrete de San Francisco Javier por colocarse en el nuevo retablo del mismo nombre en un relicario a los pies de la imagen del santo que puede verse en fotografías de mediados del siglo XX en el templo marchenero de Santa Isabel.
Birrete de San Francisco Javier.
El listado de las reliquias de Marchena incluye también un sombrero portugués del Padre Antonio Tomás, una escribanía de China que usó el mismo Arjó, fraile jesuita, un relicario de plata de forma octogonal con una reliquia de San Francisco de Borja, una caja hecha con madera de una nave japonesa, una lista de misioneros de la china, listado de santos un modelo de iglesia indo-portuguesa, una carta del Padre San Vítores y del Padre F. Mastrilli.
Santa Isabel antiguo templo Jesuita.
La misma duquesa de Aveiro que donó grabados de Durero, pinturas y reliquias de numerosos santos al convento de Santa María de Marchena que hoy continúan repartidos por las bóvedas del templo, Guadalupe de Aveiro y Láncaster, esposa de Manuel Ponce de León, mujer culta y rica, entregó las reliquias de los Jesuítas del Japón al Colegio de la Compañía de Jesus en Marchena hoy Santa Isabel. Ella solicitaba estas reliquias por carta entre su vasta red de contactos y religiosos entre ellos el fraile Francisco Kino.
Relicario en la sacristía de San Juan donde se guardaron las reliquias de los mártires de Japón.
Estas reliquias de monjes jesuitas se conservaban en el aposento alto del rector en el actual templo de Santa Isabel y tras ser expulsados de Marchena se inventariaron y pasaron al convento dominico de San Pedro Mártir, y posteriormente pasaron a la sacristía de San Juan Bautista donde en 1778 se hizo una alacena para custodiarlas y mostrarlas. En los años 60 fueron reclamadas por la iglesia para ser enviadas a Nagasaki, Japón en un museo que se hizo en el lugar donde tuvieron lugar los mayores martirios de cristianos en Japón.
Santa Eulalia de Mérida.
Hubo también frailes franciscanos que pasaron de Marchena al Japón y acabaron muertos, como Fray Gómez de San Luis (Andújar 1567–Japón 1637) que tras pasar por la Universidad de Osuna, se hizo fraile en Santa Eulalia de Marchena y entró en Japón en 1601 -cuando ya el cristianismo estaba prohibido- disfrazado de pobre y cantando por las calles con un ravel pidiendo limosna y entrando en las casa de los cristianos a decir misa y administrar los sacramentos. Murió martirizado en 1637 tras 37 años en Japón.
Museo de los Mártires de Japón. Nagasaki.