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Descubre la ruta del mollete andaluz: tradición, historia y sabor en cada pueblo

Mollete

El mollete es mucho más que un simple pan; es una auténtica joya de la gastronomía andaluza que guarda en su esponjosa miga y su fina corteza toda la esencia de esta tierra llena de historia y tradición. 

Si te animas a recorrer la ruta del mollete, no solo encontrarás panes deliciosos, sino también pueblos llenos de encanto, con gentes que mantienen viva la tradición de hacer el pan como se ha hecho siempre: con respeto por el producto y con la paciencia que solo se aprende con los años. 

Fabricación del Mollete de Antequera

Hablar del mollete es hablar del corazón de los desayunos andaluces. Ese pan blando, de forma ovalada y textura delicada, se ha convertido en un símbolo que nos transporta a nuestras raíces. Y aunque muchas personas conocen el famoso mollete de Antequera, no es el único en la región. Cada rincón de Andalucía tiene su propia versión de este pan, cada una con su particularidad que la hace única.

El origen del mollete se remonta a tiempos antiguos. La palabra «mollete» proviene del latín «molle», que significa blando o suave, y esa es precisamente la esencia de este pan. Aunque hoy es un emblema de la cocina andaluza, su historia está ligada al pan sencillo que se elaboraba en los hogares campesinos, un pan pensado para ser compartido y disfrutado en familia, sin grandes artificios pero con mucho corazón.

El mollete se diferencia de otros panes por su particular forma de horneado, que lo deja siempre blando, con una corteza fina que casi se funde con la miga. Esta característica hace que el mollete sea perfecto para tostarlo ligeramente, abriéndolo con facilidad para rellenarlo con cualquier ingrediente que se desee. Desde aceite de oliva y sal, hasta jamón, manteca o incluso mermeladas artesanales, el mollete se presta a infinidad de combinaciones.

En Antequera, la tierra que ha dado nombre al mollete más popular, encontramos un pan de mayor tamaño, con miga muy esponjosa y una corteza fina, ideal para tostar ligeramente y acompañar con aceite de oliva virgen extra y jamón ibérico. En esta localidad, el mollete es casi un arte, y no hay desayuno en el que falte este tierno pan recién hecho. Visitar una panadería en Antequera es sumergirse en el aroma del pan tradicional, hecho como antaño, y probarlo con el famoso «aceite de príra».

Los amantes del mollete pueden acudir a La Molletería de Antequera y al Horno El Antequerano, ambas panaderías reconocidas por su elaboración artesanal de molletes de alta calidad. Estos establecimientos garantizan la frescura de sus panes, que se distribuyen tanto a nivel nacional como internacional, y son un auténtico referente del pan de la zona.

Por último, en Villanueva del Trabuco, la Panadería La Sartenes ofrece molletes elaborados con respeto por la tradición y el producto. Estos molletes están considerados entre los mejores de la región, siendo un reflejo de la dedicación y el amor con los que se elabora este pan típico andaluz.

Marchena, en la provincia de Sevilla, tiene también su propia versión del mollete, algo más pequeño pero igual de tierno. Es perfecto para aquellos que buscan un desayuno más ligero, pero sin renunciar a ese sabor característico de pan de calidad. En este caso, el mollete de Marchena se presta muy bien a ser rellenado con chacinas locales.

En Marchena, la Panadería Hermanos Reina Corpas, ubicada en la Calle Cantareros, 34, es una parada obligatoria. Con más de dos siglos de historia, esta panadería familiar mantiene la elaboración tradicional del mollete, destacándose por la fina capa de ajonjolí que adorna la superficie del pan y que aporta un toque distintivo en sabor y textura.

En El Bosque, un pintoresco pueblo de la Sierra de Cádiz, se encuentra El Molino de Abajo, un molino hidráulico centenario que ha sido restaurado y convertido en museo etnográfico. Desde 2014, bajo la dirección de Francisco González, este molino ha retomado la producción de molletes artesanales siguiendo recetas tradicionales de la región.

Los molletes de El Molino de Abajo se caracterizan por su elaboración artesanal con ingredientes locales: trigo de alta calidad, agua de la Sierra  y sal de las Salinas Romanas de Iptuci.  Estos molletes, conocidos como «molletes de agua» por su alto contenido de este elemento, son delgados, con una miga ligera y una corteza crujiente cubierta de harina fina, ideales para desayunos tras un leve tostado.

Para adquirir estos molletes, puedes visitar El Molino de Abajo en El Bosque, donde también se ofrecen visitas guiadas para conocer el proceso tradicional de molienda y panificación. Además, establecimientos locales como la Venta Julián los sirven en sus desayunos, siendo una opción recomendada para degustarlos recién hechos.

En 2014, el Ayuntamiento de Écija puso en marcha la «Ruta del Mollete Ecijano», un proyecto que contó con la participación de más de 30 establecimientos hosteleros de la ciudad.  Uno de los puntos más destacados para degustar un buen mollete ecijano es la Panadería La Conchi, situada en el centro histórico de la ciudad.

Otra parada obligatoria en esta ruta es Productos Armesto, donde se pueden adquirir molletes de diferentes tamaños en su confitería Nuestra Señora del Rosario. Esta variedad ofrece opciones perfectas para cada tipo de desayuno, ya sea ligero o más contundente.

Café Roma es también un lugar popular entre los ecijanos. Famoso por sus desayunos tradicionales, este café ofrece molletes con una amplia variedad de acompañamientos que van desde el jamón ibérico hasta el paté o el queso fresco, siempre con ese toque característico de la ciudad.

En la Churrería El Sevillano, aunque el protagonista principal suelen ser los churros, también se pueden degustar molletes tostados, convirtiéndola en una opción perfecta para aquellos que desean combinar un desayuno típico con una variante local.

Otra recomendación es la Tabernita, donde los molletes recién hechos se sirven junto a productos locales que potencian su sabor y te permiten disfrutar de un desayuno completo y delicioso. Del mismo modo, la Cervecería Bar Las 4 Rosas ofrece molletes en su menú de desayunos, acompañados de una atención cercana y un ambiente acogedor.

La Estación de Autobuses también tiene su propio bar que, lejos de ser un lugar simplemente de paso, ha conseguido convertir sus molletes en una razón para detenerse y saborear la ciudad, ofreciendo desayunos tradicionales que sorprenden a los viajeros. Y finalmente, Helados Torres, además de ser conocido por sus helados artesanales, sorprende con molletes en sus desayunos, una combinación que atrae a locales y visitantes por igual.

Nos movemos ahora hasta Alcalá de los Gazules, un encantador pueblo en la provincia de Cádiz, donde el mollete se elabora con un toque distinto: se le añade matalahúva (anís) a la masa, lo que le confiere un aroma único. Este mollete, al ser tostado, desprende ese ligero perfume anisado que llena la cocina y anticipa un desayuno lleno de sabor. Lo mejor es acompañarlo con una buena manteca colorá, un producto típico gaditano que marida a la perfección con la suavidad del pan.

Por otro lado, en Alcalá de los Gazules, los molletes también tienen su particularidad. La Panadería de Adriano Cuesta y la Panadería de Gonzalo elaboran molletes con matalahúva (anís) e incluso un toque de aguardiente, ofreciendo variantes únicas que llenan de aromas y sabores los desayunos gaditanos.

Una de las mejores formas de probar el mollete es con manteca colorá o con zurrapa de lomo, dos preparados típicos que hacen las delicias de cualquiera que quiera disfrutar de un desayuno contundente y lleno de sabor. Otra opción es probarlo simplemente con un buen aceite de oliva virgen extra y una pizca de sal, dejando que la calidad del pan y del aceite hablen por sí mismos.