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Donde el diablo exhaló su último aliento y aún huele a azufre

CUADERNOS DE VERANO

Dicen que en los baños de Casares, el pueblo natal de Blas Infante, el diablo exhaló su último aliento cuando fue expulsado por Santiago. Esta es una de las leyendas que el imaginario popular guarda para justificar el olor a azufre de las aguas y por eso los baños romanos de Casares, que aún funcoinan se llaman la Hedionda y están declarados Bien de Interés Cultural, ubicados en el macizo de la Utrera.

Sus aguas tienen hierro y sulfuros y funcionan desde tiempos romanos en el margen derecho del arroyo Albarrán y muy cerca del límite con el municipio de Manilva. Consisten en un recinto balneario de forma cuadrada, de aproximadamente 6 metros de lado, con bóveda esférica de pechinas y dos bóvedas de cañón, a levante del mismo, todo bajo las aguas.

Durante la época romana, los Baños de la Hedionda, que aún se pueden visitar hoy, se hicieron famosos debido a la creencia de que sus aguas tenían propiedades curativas. Se dice que incluso Julio César se bañó allí para curar una enfermedad de la piel.

En verano funciona un servicios de vigilancia para control de aforos en los baños de alto valor patrimonial, teniendo en cuenta el gran número de visitas que recibe el recinto en temporada alta. Se puede realizar reserva de forma gratuita en Eventbrite, para julio, agosto y septiembre.

Aunque el acceso es gratuito, será obligatorio realizar una reserva para acceder en temporada alta, desde el 14 de junio al 12 de septiembre, en horario de 12.00 a 19.00 horas.

Sus construcciones romanas, además de los Baños de la Hedionda; destaca por los altares a la Juventud y a la diosa Fortuna; o el acueducto en Crestellina.

Casares se convirtió así en un pueblo con amplia tradición de baños termales y cuando el pueblo pasa a ser propiedad del Duque de Arcos, tras la conquista del encalve por las tropas cristianas de Rodrigo Ponce de León, se construye un segundo balneario.  Las ruinas del Balneario del Duque se ubican en la falda norte de Sierra Bermeja, en un lugar bastante recóndito del Monte del Duque y se llega desde el puenlo por el Camino de los Baños del Duque. Contaba con una hospedería con 36 habitaciones, ermita, caballerizas, dos albercas, un acueducto y manantial. Funcionó hasta el siglo XIX.

Cuando la temporada de baños estaba en su punto álgido venían cientos de visitantes de Andalucía y se abría su propia panadería y carnicería y se vendía además leche y queso fresco y de los pueblos de alrededor llegaban mujeres vendiendo pollos, gallinas, huevos, caza menor, pescado fresco, legumbres y frutas.

Otro lugar para bañarse es el Charco del Infierno del Río Manilva. una idílica poza encajada en un barranco rodeado de formaciones cársticas; donde además, el río se precipita por varias cascadas de hermosa factura. A pesar del corto trecho que nos separa del charco de la Paloma, llegar hasta aquí requiere de cierta habilidad para progresar por los canchales. No existe un lugar acorde para estar con comodidad y el sol incide en las horas centrales del día. Sobre el charco pende una maroma para poder balancearse. No suele cubrir a un adulto.

En el siglo VIII, Casares se convirtió en una fortaleza bajo el control musulmán y el pueblo se desarrolló en torno a este castillo, una configuración islámica que todavía se puede ver hoy en la disposición de las calles y casas del pueblo.

El Callejón del Rey, donde halló la muerte un rey moro a mano de sus súbditos a los que humillaba; o la calle Villa, que antiguamente era el acceso a Casares cuando ésta estaba amurallada; o la calle Mazmorrilla.

Para llegar a las ruinas del castillo, precioso mirador, hay que recorrer la calle Arrabal, un auténtico reto dada su pendiente. Bajando del castillo podremos admirar la plaza de España, donde destaca una fuente construida por Carlos Tercero. Y, por supuesto, hay que ver la casa natal de Blas Infante, punto obligado en la visita.

En el año 1361, Pedro El Cruel y el destronado Mohamed Quinto de Granada firmaron el llamado Pacto de Casares, por el que el rey moro recuperó su trono, quedando integrado Casares en el reino Nazarí.

Desde el punto más alto del castillo se dominan los valles, colinas y llanuras costeras que se extienden desde la Serranía de Ronda hasta la bahía de Algeciras. Aún se conservan algunas torres, tramos de murallas y dos puertas conocidas como los arcos del Arrabal y de la Villa, que alberga el Museo de Etnohistoria.

En 1485, durante las campañas de la guerra de Granada, se entrega a Rodrigo Ponce de León el señorío de Casares. Esto incluía Casares y sus pedanías, Jubrique, Manilva y Genalguacil, que se convirtieron en parte del Condado de Casares, integrado en el Estado de Arcos que se gobernaba desde el Palacio de Marchena.

Casares aportaba a este estado señorial, sal de sus salinas costeras y azúcar de sus ingenios de caña de azúcar, levantados por el Duque en Casares, además de un control de los moriscos de la costa y la sierra de Ronda, muchos de ellos acabaron bautizados en San Juan de Marchena, y contruyendo y manteniendo iglesias y murallas en la capital del Estado.

La iglesia de la Encarnación, de finales del siglo XVI, merece otra visita por su torre-campanario de influencia mudéjar y su patio trasero que pertenecía al antiguo convento. La ermita de San Sebastián, construida en el siglo XVII, aloja la imagen de Nuestra Señora del Rosario del Campo, patrona de Casares. La Virgen del Rosario fue una devoción muy promovida por la Casa de Arcos, a través de los dominicos allí por donde pasaban y la hicieron patrona de Cádiz, que fue del duque hasta 1493, Marchena, Villaluenga del Rosario y Rota, entre otros.

La Iglesia de San Sebastián: Un lugar religioso histórico y punto de referencia arquitectónico en el pueblo.

Sobre las ruinas del castillo, datado en el siglo trece, se encuentra la primitiva parroquia de la Encarnación, ésta del siglo dieciséis. En estos parajes el Duque de Arcos pactó la rendición de los moriscos rebeldes. Y es que las revueltas de los moriscos de la serranía, en las que participó activamente Casares, fueron reprimidas duramente por Don Juan de Austria. En Casares se firmó el pacto que puso fin a las mismas entre el duque de Arcos y los cabecillas moriscos.
En el año 1795 se produce la segregación de Manilva con privilegio de Villa. Casares se levantó contra la invasión de los franceses, siendo ésta la única villa, junto a Cádiz, que no lograron tomar las tropas napoleónicas.

LOS ANCESTROS DE BLAS INFANTE EN EL GOBIERNO DEL ESTADO DE ARCOS

La élite de funcionarios del Estado de Arcos lo componían varias familias que con el tiempo adquirieron títulos de nobleza como marqueses de Castellón, de Cartagena o condes del Viso, sirviendo a los Ponce, en la cima de la cúspide, como los Andrada/e, Figueroa, Saavedra, Pérez de Vargas o los Ayllón, que tienen panteón en las parroquias mayores de Marchena y Arcos.

Estas familias iban desplazándose por los pueblos del Estado, como  Arcos, Marchena, Paradas, Mairena, Zahara, Casares, Rota y Chipiona según se les ordeanaba y copaban diversas plazas funcionariales y cargos públicos.

Los padres de Blas Infante eran Luís Infante Andrade, abogado y secretario en el Juzgado de Casares y de Gínesa Pérez de Vargas y Romo pariente de la Marquesa de Castellón de Marchena.  Cayetana Pérez de Vargas Ternero, Marquesa de Castellon vivió en una casa palacio de la calle San Sebastián de Marchena, hoy Peña Bética. Formaban parte de la burguesíia más rica y tradicionalista de la campiña sevillana emparentando con los Torres-Ternero, Ybarra, etc.

CENTRO BLAS INFANTE EN CASARES

En Casares podemos ver la Casa Natal de Blas Infante padre de la patria andaluza y su casa natal es ahora un museo y tiene también bordados que hacen los casareños, o trabajos de esparto. También hay que visitar el Centro de Interpretación Blas Infante con información detallada sobre la vida y obra de Blas Infante.

SENDERISMO, ESCALADA Y TIROLINA

El Parque Natural de Sierra Crestellina cuenta con impresionantes vistas, rutas de senderismo y una gran diversidad de aves rapaces como buitres. Es un lugar perfecto para los amantes de la naturaleza y las aves.

Cerca de Casares hay rutas de escalada, tanto para principiantes como para escaladores más avanzados.  Casares cuenta con una de las tirolinas más largas de España. La tirolina de Casares, también conocida como la «tirolina de Las Buitreras», tiene una longitud de más de 300 metros y ofrece unas vistas impresionantes del Estrecho de Gibraltar.

La Ruta de Senderismo Sierra Bermeja lleva a los excursionistas a través de un paisaje de montaña y pinos, con vistas al Mediterráneo y a la costa africana en días claros.

PIRATAS Y TURCOS EN LAS COSTAS DE CASARES

La Playa de Casares, o Casares Costa también conocida como Playa Ancha, es la principal playa de Casares se sitúa entre Estepona al este y Manilva al oeste, es una playa tranquila y natural con una extensión de 1.3 kilómetros y no está tan construido ni es tan comercial como algunas otras playas de la Costa del Sol.

Casares Costa es conocida por sus campos de golf. El más notable es el Finca Cortesín, que es uno de los campos de golf más prestigiosos de España y ha sido anfitrión de varios torneos importantes.

La Torre de la Sal es una torre de vigilancia, también conocida como Torre de la Sal siendoes una de las muchas torres que se construyeron a lo largo de la costa.

En 1567 viene mencionada como «…Castillo adonde el Duque de Arcos quiso poblar un lugar…» de acuerdo a orden dada por Carlos I en 1528. El Duque construiría igualmente unas salinas en sus inmediaciones de donde derivaría su nombre actual; no obstante, en 1571 aún no estaba terminada.

Formaba parte del sistema defensivo del Reino de Granda frente a los cristianos de Algeciras. A partir del s. XVI se integró en el sistema oficial de torre de la marina para la vigilancia y defensa costera frente a los piratas berberiscos. Situada sobre un promontorio de la costa casareña entre el río Manilva y el Arroyo Camarate.  Hoy en día no se conserva la puerta levadiza que ordenara construir el emperador Carlos I, que daba entrada al monumento.

La cercana playa de Manilva, incluye enclaves como la Plata de la Duquesa, el Puerto de la Duquesa, o el Castillo de la Duquesa, todas refernecias relativas al gobierno del Estado de Arcos y su posterior paso al estado de los Duques de Osuna.