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El alemán que vio las fortalezas de Marchena y Osuna llenas de presos de la guerra granadina

En 1495 el alemán Jerónimo Munzer tres años después del final de la guerra de Granada pasó por Marchena en ruta de Málaga a Sevilla y describió que las fortalezas de Marchena, Osuna y Mairena que o bien eran propiedad o estaban bajo el control de Rodrigo Ponce de León, aparecían llenas de prisioneros musulmanes granadinos.

También se refirió a Marchena en tiempos del descubrimiento el primer Obispo dominicano y cronista Alessandro Gerardini noble florentino (1455 –1524) nombrado en 1487 capellán de los Reyes Católicos, embajador de España en varios países y legado papal. 

Geraldini partía desde Sevilla rumbo a Santo Domingo a donde iba como primer obispo
—el 4 de agosto de 1519. Escribió que Colón recibió en España «la ayuda de mi hermano Antonio Geraldini, embajador pontificio (…)
Pero al sobrevenir la muerte de mi hermano y perder Colón todo apoyo humano, cayó en una calamidad tal que, atosigándolo la falta de fidelidad de sus familiares y la pobreza, se refugió en cierto monasterio de San Francisco -que se encuentra en el campo cerca de Marchena-, suplicante, humilde, para que le suministraran la comida» si bien los expertos indican que en realidad se refiere a La Rábida (Huelva). 

EL VIAJE DE MUNZER POR ANDALUCÍA QUE PASÓ POR MARCHENA

Münzer, médico en Nuremberg, emprendió un viaje por Europa huyendo de la peste, que le llevó a Italia donde aprendió geografía, desde 1484 y aportó datos para el globo terráqueo del navegante Martín Vehaim quien le introdujo en la corte portuguesa de don Juan II en 1493 a quien propuso en una carta emprender un viaje a oriente por el Atlántico, mientras Colón volvía de América. 

El emperador Maximiliano I le encargó la misión secreta de averiguar los planes de los Reyes Católicos y Colón por lo que viajó por España y Portugal con tres amigos. Fue uno de los primeros en poner por escrito lo que vió en Sevilla: indios traídos de América en 1494 y conversó en Madrid con el P. Bernardo Boil, acompañante de Colón en su segundo viaje. Con su fortuna financió la iglesia de Feldkirch, -su pueblo natal- donde se conserva su biblioteca y donde está enterrado. 

Fachada norte de la iglesia de San Sebaldo en Núremberg, donde se ubica la tumba de Hieronymus Münzer.

Así  describe el propio Munzer su paso por Marchena en su cuaderno del viaje que hizo por España y Portugal entre 1494 y 95, inédito hasta 1920.

«El día 30 de octubre, después del mediodía, saliendo de Málaga a través de unos altísimos montes, como el Portalón y otros, y por unos valles, donde el rey en tiempo de guerra había hecho construir un maravilloso camino para transportar los aparejos de guerra, dejando a la izquierda a Ronda y Marbella, por muchas villas y ventas, llegamos al tercer día a Osuna, ciudad del marqués de Cádiz. Vimos allí más de trescientos sarracenos sujetos con grillos.

Igualmente, Marchena y Mairena, plazas fuertes del mismo marqués, estaban rebosantes de prisioneros. Finalmente, al cuarto día llegamos a Sevilla. El rey había hecho a los cautivos la concesión de que todos cuantos se refugiasen en Granada -en los tres años que duró la conquista- obtuviesen la libertad. Por eso los cristianos vigilan cuidadosamente las fronteras, para evitar que los cautivos, libres de sus prisiones, escapen a Granada como a un asilo de libertad».

Munzer conoció la fama del Señor de Marchena Rodrigo Ponce de León como gran héroe de la Guerra granadina. 

Así lo describe en el capítulo «De cómo comenzó la guerra de Granada». «El marqués de Cádiz,  era hombre arrojado, duro con los enemigos y animoso en la guerra. Hace unos quince años, los moros, que continuamente le inquietaban, se habían apoderado de un castillo durante la noche, (Zahara de la Sierra) que fué la de la vigilia de la Natividad del Señor, por lo cual comenzó a meditar el marqués en el modo de quebrantarlos. Vivía este prócer en lucha constante con el duque de Medina Sidonia, conde de Niebla y capitán de Sevilla». 

Alhama de Granada. 

«Juntó el marqués unos tres mil soldados, (muchos de ellos de Marchena) y con esta tropa dirigióse a Alhama, sirviéndole de guía un cristiano que estuvo cautivo cuatro años en ella y había logrado escapar de las prisiones ; llegó de noche,, sorprendió a las veías y tomó la ciudad, expulsando a los sarracenos» aunque al poco tiempo las tropas granadinas sitiaron Alhama.

La marquesa de Cádiz dirigió entonces una carta al duque de Medina Sidonia, suplicándole que acudiese al socorro de su esposo, invocando para ello tanto el peligro en que se hallaban los sitiados, como el deber que tienen los caballeros de socorrer a las mujeres afligidas «que con ansia e dolor se lo piden».

 

Manuscrito de Munzer. 

Sabida la nueva por el duque de Medina Sidonia, aunque era enemigo del Marqués de Cádiz y señor de Marchena, acudió a socorrerlo con numeroso ejército ; libertóle del enemigo y, hallándose los dos al pie de los muros de Alhama diéronse paz y olvidaron sus inveterados rencores».  «El marqués había escrito a los reyes de Portugal y de Castilla pidiéndoles auxilio» explica Munzer. 

«El marqués condújose en aquella guerra con el mismo ardimiento y diligencia que si se tratara de cosa propia, y todos convienen en decir que sin él no hubiera podido hacerse tan gran conquista» escribió Munzer. 

Llegada a Sevilla donde da las primeras noticias de la conquista de América

«Llegamos a Sevilla, donde tenía lugar un nuevo milagro. Vimos unos hombres nuevos, desconocidos en nuestro mundo, habían sido llevados allí desde las islas índicas, descubiertas
bajo vuestros auspicios. íHecho increíble y desconocido por muchos!»describe.  Munzer es autor de un Tratado sobre el descubrimiento de las Indias que se ha perdido.

Vio la catedral en obras, donde hay «columnas altísimas octogonales, que tienen en redondo veinticinco pasos, y altísimos y anchísimos arcos. Creo que en seis años estará completamente terminada. Es toda de piedra de sillería durísima, traída de los montes de la costa del reino de Granada por el río Betis» escribió.

Münzer formó parte en la realización de un conocido globo terráqueo hecho por el geógrafo
Martin Behaim en 1493 y mantuvo correspondencia y se entrevistó  con el rey de Portugal Juan II.  Como Colón eran seguidores del geógrafo italiano Toscanelli defendiendo que era posible llegar a oriente por el Atlántico.

«Hay además innumerables, por hablar así, y muy ciertos argumentos por los que como por
demostración se conjetura que aquel mar (Atlántico) puede ser surcado en pocos días en dirección al Catay oriental» expone Munzer en su carta al Rey Juan II de Portugal fechada en 1493.