El origen de las vírgenes negras de Andalucía y Marchena
José Antonio Suárez López
La de Regla es devoción leonesa traída a Andalucía en torno a 1365 por Ponces y Guzmanes, caballeros leoneses. Alonso Pérez de Guzmán funda el Castillo de Chipiona con el nombre de Regla y luego repuebla la ciudad con vecinos de Marchena, Arcos y otras villas. A través de una boda los Ponce reciben de los Guzmanes Marchena, Rota y Chipiona. Pedro Ponce de León reforma el Santuario de Regla en 1399 y lo entrega a frailes Agustinos.
Rodrigo Ponce de León, otorgó la carta puebla de Chipiona que entonces se llamaba Regla de Sta. María, el 7 de julio de 1477 concediendo así su segregación de Rota y una serie de ventajas a todos aquellos que fueran a repoblar el nuevo municipio además de las normas de buen gobierno.
Numerosas son las Vírgenes Negras andaluzas, entre ellas la de la Cabeza, que tuvo una hermandad propia en Marchena y cuya imagen se pintó de blanco, -siendo negra, según testimonios de los vecinos del barrio- y se colocó en los años 60 en un altar callejero en la calle Espíritu Santo. Además existe otra virgen negra en Santa Clara de Marchena la Virgen del Buen Suceso, fechada según la documentación disponible, y a falta de estudios más profundos, en torno a 1600. Una imagen «interesante por anacrónico» según Hernández Lázaro.
Pilar González Serrano explica que el culto a las piedras negras, muchos de ellos, meteoritos, es muy antiguo y está extendido en todas las culturas y religiones. Los meteoritos han sido objeto de veneración como piedras caídas del cielo (diopetes) y, por lo tanto, “cratofanías” (manifestaciones de poder) de la diosa madre.
Prohibidas por la iglesia tras el fin de los templarios, las vírgenes negras proliferaron por Europa medieval hasta el siglo XIV (Montserrat, Merced de Jerez, Regla, V. de la Cabeza. Guadalupe, Atocha) y luego desaparecen, inlcuso algunas vírgenes que fueron negras fueron pintadas de blanco, según el autor como Consolación de Utrera, de la que se tienen datos escritos que fue negra según Hernández Lázaro. Además no descarta que las patronas de Ecija y Carmona hubiesen sido negras alguna vez.
El carácter sacro de las “divinas piedras negras” propició que las primeras efigies de las vírgenes cristianas tuvieran el rostro y las manos negras o de color moreno, como muestra de su antigüedad.
El culto a las piedras negras fue introducido en Roma a principios del siglo III por Marco Aurelio Antonino y luego todas las diosas madres paganas fueron absorbidas por la figura de la Virgen María.
Uno de los focos primitivos de vírgenes negras es Chipre cristianizada por San Pablo y visitada según la tradición por la propia Virgen María. Una isla conquistada por los templarios en 1191. De ahí procede la iconografía románica de vírgenes negras sedentes, en cuya talla los templarios hacían incrustar un trozo de meteorito negro.
Virgen de la Cabeza.
A partir de estos hechos, los templarios contribuyeron a la difusión del culto a las vírgenes negras que proliferaron por toda Europa, siempre custodiada por frailes.
Virgen de la Merced patrona de Jerez.
En el siglo XIII ya existen muchos iconos bizantinos negros por toda Europa atribuidos a San Lucas y procedentes de Constantinopla. El más venerado es la Virgen de Vladimir, pintado sobre tabla, del siglo XII, dio origen a la Virgen del Perpetuo Socorro. Las más antiguas son Salus Populi Romani, patrona de la ciudad Roma, del siglo I, o la Virgen de Czestochova (Polonia) del año 67. Las esculturas de Virgenes negras son también atribuidas a San Lucas y son de pequeño tamaño.
Idénticos paneles cerámicos de los Ponce de León aparecen en el claustro del monasterio de Ntra. Sra. de Regla en Chipiona, y en el presbiterio de la iglesia de san Pedro Mártir o Santo Domingo.
Coetáneo a estos dos hay otros escudos de los Ponce en la portada del compás del convento de la Purísima Concepción -Santa María la Chica- de Marchena debajo de la Inmaculada de Pacheco.
Se realizaron en tiempos de Rodrigo Ponce de Léon y Álvarez de Toledo, IV duque de Arcos, y la duquesa consorte Ana Francisca Fernández de Córdoba y Aragón en 1640 los de Chipiona en un recinto guardado por frailes agustinos y 1638 los de Marchena en un templo dominico. Los Agustinos tuvieron en Marchena, Sevilla y Chipiona sus principales asentamientos andaluces en edificios sufragados por los Ponce de León.