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El Obispado de Córdoba reanuda la Causa de beatificación y canonización de la marchenera Ana Ponce de León

El Obispado de Córdoba ha retomado la Causa de beatificación y canonización de Ana Ponce de León, Sor Ana de la Cruz, nacida en Marchena, viuda de Pedro Fernández de Córdoba y Figueroa, IV conde de Feria, que tomó los hábitos Franciscanos en el Convento de Santa Clara de Montilla y tuvo como director espiritual a San Juan de Ávila. La causa de canonización iniciada y paralizada en Roma en 1665.

Fue hija del primer Duque de Osuna Rodrigo Ponce y de María Téllez-Girón de la casa de Osuna de quien nace Ana.

Tal vez nunca quiso ser beata pero una cadena de repentinas muertes le llevó a ser monja clarisa en Montilla. Nacida entre el lujo del palacio Ducal marchenero en 1527 hija de los duques de Arcos, y hermana del futuro Duque Luis Cristóbal fue golpeada desde muy niña por una sorprendente cadena de repentinas muertes que asoló su vida y al de su familia y la dejó a merced de su confesor Juan de Avila.

En febrero de este año el Dicasterio para las Causas de los Santos nombró al obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, actor ex officio de la Causa sobre las virtudes y continuación de la fama de virtudes y de signos de la Venerable sierva de Dios Sor Ana de la Cruz. Entonces, Fernández nombró al sacerdote Miguel Varona como postulador de la Causa para que intervenga ante la Diócesis y comenzara la fase diocesana.

El 29 de Noviembre según ha informado la Diócesis de Córdoba, ha tenido lugar el nombramiento de los Oficiales de la Investigación en el Palacio Episcopal. José Manuel Alcaide Borreguero será el delegado episcopal, el promotor de Justicia será Juan Laguna Navarro y Manuel Ángel Fernández Molina actuará como notario.

El obispo, además, ha constituido una Comisión de expertos en historia y archivística para recoger todos los escritos de esta venerable no publicados todavía y todos los documentos históricos tanto manuscritos como editados referentes en cualquier modo a la Causa. Esta Comisión Histórica está formada por Jesús Daniel Alonso Porras como presidente; y Carlos Jesús Gallardo Panadero y José María Muñoz Urbano como miembros de la Comisión.

En este acto los miembros de la Comisión de expertos en historia y archivística se han comprometido a cumplir fielmente el encargo confiado y han pedido la ayuda de Dios.

«No se puede entender a San Juan de Ávila sin San Ignacio de Loyola, Santa Teresa de Jesús o San Juan de la Cruz, puesto que el origen teológico y espiritual de esa historia está tanto en él como en estos santos grandes del siglo XVI. Su figura iluminó todos los siglos desde el XVI hasta hoy”, ha manifestado» según Rouco Valera en el X aniversario de su declaración como doctor de la iglesia.

El obispo de Córdoba anunció en 2020 su voluntad de promover el proceso de beatificación de sor Ana de la Cruz por su relación con San Juan de Ávila, un acompañamiento que se prolongó toda su vida, primero como mujer casada y después como viuda hasta ingresar en el Convento de Santa Clara de Montilla.

Ana Ponce de León se considerada una fiel seguidora de Santa Teresa de Jesús y de Fray Luis de Granada, con el cual mantuvo relación epistolar aún después de que él se trasladase a Portugal.

Cuando Ana tenía tres años su madxre muere en el castillo de Rota veinte días después de dar a luz a su hermano Luis Cristóbal, el futuro II Duque y su propio padre el I Duque de Arcos muere dos días después.

Se hace cargo de ella su tío Pedro señor de Osuna, conde de Ureña, que también muere en 1531 por lo que decide vivir con la esposa de su tia, Mencía, de la casa de los Guzmanes en Arahal, donde se retiraban de la vida pública las duquesas de Osuna y donde vivió educada por ella.

Cuando cumplió  doce años el emperador Carlos V intentó casarla con uno de sus caballeros pero su tío el Conde de Ureña no estaba conforme con este enlace y la protege llevándosela a su amparo a Osuna. Allí su tío Juan Téllez-Girón, apodado El Santo, fundador de la Colegiata y la Universidad, le enseña valores como la misericordia y le prepara el mejor matrimonio posible dos años después.

Con 14 años en 1541 se convierte en duquesa de Feria al casarse en una boda famosa en su época con Pedro Fernández de Córdoba, con un dote de 68.000 ducados, uniendo sus descendientes las tierras del marquesado de Priego (Córdoba) con del ducado de Feria (Extremadura).

Sin poner pie en el lecho conyugal, su marido Pedro se va a luchar a Flandes con Carlos V hasta 1545 que como su hermano Luis Cristóbal protagonizaría los principales hechos militares de su tiempo. Por fin a su regreso la pareja se instala en Montilla en 1545. Viajaba en una carroza cubierta de plata. Primero van a Priego y luego a Zafra (Badajoz) para tomar posesión de sus bienes del ducado de Feria.

Tenia 19 años cuando  conoce al famoso predicador Juan de Ávila que estaba predicando la Cuaresma en Zafra. Le hace ver lo ostentoso de su lujosa vida y Ana queda tan impresionada que lo hace su confesor, cambia de costumbres, y se vuelve espiritual y mística. Empezó a regalar ropa para vestir a centenares de pobres.

La alegría llegó con su primer hijo Lorenzo que nació en Constantina en 1548, pero duró poco. Al año siguiente muere su hijo con pocos años y su marido. Viuda y habiendo perdido un hijo con 25 años intensifica entonces su vida espiritual y Ávila la orientó hacia la comunión diaria.

Ella quería ser laica recogida o beata bajo la obediencia de su confesor, Juan de Ávila que se negó y la hizo prestar obediencia a su suegra la marquesa de Priego manteniéndola sometida a los intereses señoriales.

En 1553, siguiendo el ejemplo de su abuela Beatriz de Pacheco,  viuda del Marqués de Cádiz, se convierte en monja clarisa en el convento familiar de Montilla, pese a la oposición de su suegra. En  ña ceremonia predicó Juan de Ávila, dejando a su otra hija, de seis años, al cuidado de la marquesa de Priego su suegra.

Se había encerrado en el monasterio para rezar y reflexionar y allí Dios mismo según su biógrafo el Jesuita Martin de Roa la instó a tomar allí el hábito, lo que hizo sin respetar las reglas de su linaje ni la oposición de su suegra. Salió del aposento y, encontrándose con la vicaria y maestra de novicias, hermana de su suegra, les pidió un hábito para probárselo; se lo puso y declaró que no pensaba quitárselo más.

Ya en el convento se dedicaba a los oficios más humildes, incluso recoger basura o acarrear ladrillos y hacía disciplinas públicas ante las hermanas.

Su suegra le reprochó su desobediencia y ella le respondió que sólo debía obediencia a Dios y el Padre Ávila intervino entonces argumentando que lo que se alcanza por oración está por encima de la voluntad de los hombres y defendió la libertad de las mujeres por encima de las ataduras familiares y de linaje, por ser superior la servidumbre a la propia alma.

Otro santo San Francisco de Borja, personaje clave en la fundación de Santa Isabel de Marchena dijo que «cuando entraba en Santa Clara de Montilla…sentía en si un respeto i veneración mas que humana, por la condesa».

En 1569, perdió a su maestro espiritual, Juan de Ávila, y a la marquesa su suegra; y en 1573 murió su hermano Luis Cristóbal. En 1574, con 27 años, murió su hija, Catalina Fernández de Córdoba, tercera marquesa de Priego y una de sus nietas, Catalina, muere en 1599.

Beneficiaba con sus dones a las pocas monjas con las que tenía amistad como Leonor de Cristo, y al resto de monjas ayudaba cuando estaban enfermas mientras su confesor apoyaba sus visiones y refrendaba los mandatos divinos que recibía y pedía a sus poderosos parientes que ayudasen a los pobres, que eran una de sus mayores preocupaciones.

El 26 de abril de 1601 falleció a la edad de 74 años. Sus restos reposan en el coro bajo del convento de Santa Clara de Montilla.