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El Señor de Marchena acogió a judíos huídos de Sevilla en 1481

Los Inquisidores de Sevilla Miguel de Morillo y Juan de San Martín ordenaron al Señor de Marchena Rodrigo Ponce de León que no acogiera en sus villas a los conversos fugitivos en 1481.
En septiembre de 1480 los Reyes Católicos nombran a los dos primeros inquisidores, españoles por Bula de Sixto IV (1 de Nov de 1478) los dominicos Miguel de Morillo, luego primer Inquisidor General y Juan de San Martín que en Noviembre se instalan en el cstillo de San Jorge, Triana.
El día dos de enero de 1481 los dominicos inquisidores Miguel de Morillo y Juan de San Martín ordenaron a Rodrigo Ponce de León Señor de Marchena que no acogiera en Marchena ni ninguna de sus otras villas a los judios conversos fugitivos bajo pena de excomunión, confiscarle dignidades y oficios, privación de señoríos y vasallajes  por orden «Apostólica é Real».
Así lo relata Andrés Bernáldez, cura de Los Palacios en sus “Memorias del Reinado de los Reyes Católicos”: «salieron de la cibdad muchas gentes de ellos; especialmente, a la tierra del marqués de Cádiz, que era su enemigo desde las guerras del duque, vinieron más de ocho mil almas a Mairena e Marchena e los Palacios, e los mandó acoger e facer mucha honrra”.
Dcha bula y la carta de los Reyes Católicos, pueden verse en el Bulario de la Inquisición española: hasta la muerte de Fernando el Católico, de Gonzalo Martínez Díez, documentos 17 y 18.
Le amenazan además proceder contra él «por amparador é incubridor de herejes» ejecutando penas civiles y criminales si en el futuro se repetía dicho hecho.
Según informan los inquisidores,  los convcrsos se refugiaron en Marchena y otras villas del Ducado de Arcos «para que sean por vos é por ellos amparados é defendidos, ellos é sus bienes»  y le recuerdan al Señor de Marchena la prohibición del Rey de que los conversos salieran de Sevilla»de un mes a esta parte, poco mas ó menos» (Nov-Dic 1480).
Le ordenan que en el plazo de quince días y por «santa obediencia» se hagan «pesquisas» en Marchena y resto de sus pueblos y villas, para que se identifique «a todas las presonas, homes é mugeres, que á ellos se ayan é an ido á vivir» de un mes a esta parte «e los prendáis los cuerpos, é nos los envíes presos á buen recabdo, á su costa é munción aquí á la nuestra cárcel» y que se les «secuestren todos los bienes que les fueren hallados» los cuales «haced tomar por inventario ante escribano público».
Además mandan «que de aquí adelante no seades osados de acoger ni acojades en los dichos vuestros logares, ni en alguno de ellos presona alguna de las sobredichas, antes los prendáis como dicho es, é nos los enviés aquí presos para que nosotros veamos lo que de ellos se deviere facer de derecho, é lo fagamos: lo qual mandamos assí facer é complir á vos el dicho señor Marqués de Cádiz».
Andres Bernáldez, cura de Los Palacios y cronista de la Casa de Arcos escribió en su Crónica de los Reyes Católicos que tras la llegada de estos primeros inquisidores a Sevilla  los conversos hueron de la ciudad y Arzobispado de Sevilla.
Un elevado número de criptojudíos fue detenido y encarcelado. El primer auto de fe del Santo Oficio se celebró en el quemadero sevillano de Tablada el 6 de febrero de 1481, tras un ardoroso sermón del dominico Alonso de Hojeda, converso; perecieron en las llamas seis personas.