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El traslado del cuerpo de la Madre Antigua a Marchena

 

En 1620 intentaron robar su cuerpo incorrupto del convento de Lora, así que los mercedarios dedicen llevárselo a su convento de Sevilla. En este época proliferaban el culto a las reliquias y cuerpos de santos y beatos, a imitiación de lo que Felipe V hizo en El Escorial: llenarlo de reliquias de santos.

Franciscanos y mercedarios se pelearon por el cuerpo de la venerable ya difunta. Según los biógrafos mercedarios, el propio Duque de Arcos, su hijo y el Provincial de la Orden Mercedaria acompañaron al cuerpo en un arca tirada por bueyes desde Sevilla a Marchena en diciembre de 1637 y no lo dejaron solo ni un momento  durante tres días en que el cortejo iba parando para recibir homenajes en los pueblos por donde pasaba (iglesias y conventos de Sevilla, Alcalá, Gandul, Arahal, Paradas y Marchena).  En el Gandul la recibió el Conde de Castellar venido desde El Viso, en Arahal la recibió todo el pueblo en multitudes, y un repique general de campanas. En Arahal pasó la noche el cuerpo rodeado de una multitud en la casa del Vicario de la viilla.

Una legua antes de llegar a Marchena el Duque abandonó su carroza, reza ante las reliquias y luego las acompaña a caballo hasta la entrada en Marchena. En el pueblo se retira a un segundo plano y manda a su hijo a recibir los restos, junto al vicario y los representantes de todas las órdenes religiosas y un repique de campanas general de todas las iglesias y conventos.

Cuentan los mercedarios que los bueyes que llevaban los restos de la santa «no quisieron parar» al pasar por delante de Santa Clara de Marchena según la «Relación del viaje del cuerpo incorrupto de Sor María de la Antigua» y que luego se dirigieron a la puerta de San Francisco donde esperaban todos sus frailes.

En Palacio Ducal el cuerpo fue recibido a sus puertas por le rector de los Jesuitas. Rodrigo Ponce de León y Ana de Aragón, su esposa esperaban en el locutorio más cercano al convento con sus hijas y damas. La duquesa veneró el cuerpo y tocó su rosario. A petición popular el Duque mostró el cuerpo de la santa desde la tribuna de Santa María y el pueblo la aclamó, «de rodillas y con lágrimas en los ojos».  Los cronistas explican que una fragancia imperecedera acompañaba al cuerpo y a los objetos relacionados con ella.

Publicados sus escritos inspiran al otro lado del Atlántico a la mexicana Sor Juana Inés de la Cruz. mientras que sus ejercicios espirituales son publicados en aquel país en el XVIII.