Desde 2022 la aceituna sevillana de Tacna, Perú cuenta con la protección de la Unión Europea (UE) en virtud del Acuerdo Comercial Multipartes entre la UE que garantiza que varios productos americanos -entre los que se encuentra la Aceituna de Tacna (Perú)- estarán protegidos en el territorio comunitario contra imitaciones y usurpaciones. El acuerdo comercial entre la UE y Colombia y Perú se aplica provisionalmente desde 2013, mientras que Ecuador se incorporó en 2017.
En Tacna se produce el 80% de la aceituna de Perú, y la recolección se produce en primavera, siendo acitunas de la variedad sevillana que se rellena con espárragos, pimientos y almendras. Tacna cuenta con más de 30.000 hectáreas de cultivo de olivo, y crea más de 10.000 empleos estacionales, el 80% de cultivos en el distrito La Yarada con cerca de 8.000 agricultores que cada organizan el Festival de la Aceituna en noviembre, en el marco del el Día Nacional de la Aceituna.
Según los expertos la aceituna Sevillana, que llegó de Sevilla al Perú, fue modificada a lo largo de cuatro siglos y medio por las características propias de la tierra y los regímenes de lluvias que imperan en la costa peruana y que hacen que hoy esta aceituna tenga características propias, dándole la originalidad requerida para una denominación de origen.
Estas acaracteristicas propias se detalla en características organolépticas que hacen peculiar a la aceituna sevillana tacneña o criolla como son las notas de sabor a manzana, plátano verde, plátano maduro, hierba–hoja, almendra, higo, tomate y pimiento verde.
La Criolla Sevillana es una variedad bien adaptada a las condiciones áridas del sur de Perú, especialmente en el Valle de El Algarrobal. Su resistencia a la sequía y a las enfermedades comunes del olivo la hace una opción ideal para la región.
En el Perú las tierras de olivos se extienden desde Trujillo al sur por valles de Lima, Ica, Arequipa, Moquegua y Tacna. También hay olivos centenarios en Arauco, Rioja Argentina, Xochiaca, México, Azapa, Chile, en Brasil, Poços de Caldas; y Asherton Texas.
LOS SEVILLANOS QUE LLEVARON LA ACEITUNA A PERU Y AMERICA
En el año 1506 Juan Rodríguez Casero, vecino de Palos, maestro de la nao San Cristóbal, obliga a pagar a Jácome Rivera, mercader, vecino de Sevilla, 23,300 maravedíes que le prestó para comprar aceitunas a llevar en su nao, para el viaje que había de hacer al puerto de Santo Domingo, en la Isla Española (1989: March y Ríos 23)».
En los registros de la Casa de Contratación hay datos de que en 1520 se llevaron desde el Aljarafe 250 olivos a las islas de la Hispaniola y Cuba pero el clima caribeño no era propicio al crecimiento de los olivares (Historia del aceite de oliva).
Hacia mediados del S. XVII, el olivo se expande por México gracias a disposiciones obligatorias como que nadie saliera con rumbo de nuevo mundo sin cargar y condicionar algún material vegetal del árbol productos del oro verde.
Varios autores afirman que os primeros plantones, oriundos de Sevilla, fueron sembrados en Tulyehualco, México por el fraile franciscano Martín de Valencia en el año 1531.
Desde el siglo XVIII hay quejas de olivareros andaluces que veían en la producción de la Nueva España un peligro para su economía, por lo que el rey Carlos III prohibió en 1774, que se sembrasen más olivos en Méxicos y tres años después ordenó que los olivos fuesen destruidos.
Lima, Perú.
Hoy la mayoría de autores dan por cierto que el olivo llegó al Perú de la mano Antonio de Ribera, que parte de Sevilla en 1559, llevando cien estacas de olivos de las cuales sobrevivieorn unos pocos. Antonio de Ribera era natural de Soria. Participó en la aventura de Gonzalo Pizarro en busca de “El Dorado” y se afincó en Lima donde fue nombrado alcalde en 1563 y en 1569.
En Lima se consergvan dos antiguos olivares hoy convertidos en parques públicos, el de San Isidro, cuyos frutos se cosechan y envasan y el Olivar de Matalechuza, en el distrito de Jesús María, además de otro olivar en Huerta Perdida en zona marginal que se cree pudo ser el primero plantado por Antonio de Ribera.
Según Garcilaso de la Vega «Don Antonio de Ribera, vezino que fue de los Reyes (Lima), habiendo años antes venido a España por Procurador General del Perú, volbiéndose a él llevó plantas de olivos de los de Sevilla, y por mucho cuidado y diligencia que puso en la que llevó en dos tinajones en que ivan más de cien posturas, no llegaron a la Ciudad de los Reyes más
de tres estacas vivas; las cuales puso en una muy hermosa heredad».
También hay noticias de la plantación de olivos por don Gonzalo Guillen.
Dice el cronista Cobo que de los olivos de Ribera, se cortó una ramita para adornar las andas del Santísimo Sacramento, de Lima y que el canónigo Bartolomé Leonés, lo tomó de las andas y se lo dio a Gonzalo Guillén, para que lo plantase y fuesen los dos a medias con las ganancias.
Guillén, agricultor, lo plató en su huerta y cuando creció compró su parte al canónigo Leonés por una barra de plata, y comenzó a vender las estacas de olivo a precio de oro, creando para sí un gran olivar.
Tal era la escasez y el valor de los estos primeros oivos en América que son frecuentes los casos de robos y hurtos de olivos, que no hacían sino aumentar su producción y valor. De esta epoca nace el dicho peruano, «aceituna, solo una», porque era un bien preciado y escaso.
Aunque había olivos en el nuevo mundo, inicialmente no huibo molinos, si hacemos caso al Jesuita Acosta, del siglo XVI. «Olivas y olivares también se han dado en Indias, digo en México y Perú; pero hasta hoy no hay molino de aceite, ni se hace, porque para comer las quieren
más y las sazonan bien. Para aceite hayan que es más la costa que el provecho; así que todo el aceite va de España».
LOS OLIVARES MÁS ANTIGUOS DE AMÉRICA
Con cuatrocientos años, el olivar de Poquera, en El Algarrobal, provincia de Ilo, Peru, es uno de los más antiguos del contienente según premios del Concurso Internacional de los Olivos Patrimoniales de América, Sudoliva 2020. Los olivos del valle de El Algarrobal pertenecen a la variedad criolla o Sevillana del Perú y tienen más de 400 años de antigüedad. Desde 2015, la aceituna sevillana de Tacna está protegida por el gobierno peruano con su “denominación de origen”. La Sevillana de Tacna, es la primera aceituna con “denominación de origen” en el Perú.
La expansión del olivo se concentró en el Valle de El Algarrobal, ubicado en la región de Tacna, al sur de Perú, cerca de la frontera con Chile. Este valle se convirtió en uno de los centros más importantes para la producción de olivos en el país, gracias a su clima favorable y suelos adecuados para el cultivo de la planta.
Las misiones jesuitas españoles propagaron el olivo por América mediante estacas del S. XVII al S. XVIII y lo mismo hicieron los franciscanos liderados por Fray Junípero Serra, que a través de sus misiones californianas como San Diego de Alcalá, dando nombre a la actual ciudad californiana, que era un santo nacido en San Nicolás del Puerto, Sevilla y otras veintiún misiones, producían aceite de muy buena calidad y la variedad resultante se denominó “Mission”.