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Francisco de Osuna: El místico que desató la censura del Renacimiento e inspiró a Santa Teresa

Cuando pensamos en los grandes místicos de la España del Siglo de Oro, nombres como Santa Teresa de Jesús o San Juan de la Cruz vienen a nuestra mente de inmediato. Pero detrás de estas figuras se encuentra un precursor cuya obra iluminó el camino de la espiritualidad: Francisco de Osuna. Este franciscano nacido en la villa sevillana de Osuna en torno a 1492 revolucionó la forma en que los fieles podían acercarse a Dios, poniendo al alcance de todos una experiencia mística hasta entonces reservada a unos pocos.

 Francisco de Osuna no fue un hereje, pero su visión espiritual adelantada a su tiempo lo convirtió en una figura incómoda para las autoridades eclesiásticas, que lo colocaron en el centro de las tensiones entre reforma interna y ortodoxia católica.

Francisco de Osuna (ca. 1492-1540) fue un fraile franciscano nacido en Osuna (Sevilla) en una familia humilde al servicio de los Téllez Girón, condes de Ureña. Antes de abrazar la vida religiosa, participó en la conquista de Trípoli (1510). Posteriormente, se dedicó al estudio del latín, la retórica, la filosofía y la teología en Alcalá de Henares, bajo la influencia del ambiente humanista y reformista impulsado por el cardenal Cisneros.

Adentrarse en la vida y obra de Francisco de Osuna es sumergirse en una España renacentista llena de tensiones religiosas y culturales. Este fraile franciscano, nacido alrededor de 1492, marcó un hito en la literatura espiritual con su Tercer Abecedario Espiritual, una guía mística que abrió las puertas del recogimiento interior a un público amplio. Pero, ¿cómo un autor tan influyente pasó de ser un best-seller espiritual a quedar prácticamente sepultado por la censura inquisitorial?.

Osuna creció en una época de cambios vertiginosos. Antes de abrazar el hábito franciscano, participó en la toma de Trípoli siendo apenas un joven. Esta experiencia marcó el inicio de una vida de entrega que lo llevaría, años después, a ingresar en la Orden de los Frailes Menores y a estudiar en Alcalá de Henares, cuna del humanismo español. Fue allí donde se empapó de la riqueza teológica y comenzó a gestar sus ideas sobre la oración de recogimiento, una práctica que permitía a cualquier creyente encontrarse con Dios en la intimidad del alma.

En el Toledo de 1527, Osuna publicó su Tercer Abecedario Espiritual, defendiendo una espiritualidad accesible tanto para laicos como para religiosos. Su estilo rompió moldes: directo, con imágenes deslumbrantes y una profunda conexión con las inquietudes espirituales de su tiempo. La aceptación fue tal que sus textos se multiplicaron en ediciones, alcanzando una difusión insólita. Sin embargo, este éxito atrajo la mirada severa de la Inquisición, que veía con recelo la libertad que Osuna defendía para vivir una relación íntima con Dios, sin necesidad de intermediarios clericales.

El Tercer Abecedario Espiritual (1527), es una guía mística que introduce al lector en el camino del «recogimiento», una práctica de oración contemplativa centrada en el silencio interior y la comunión directa con Dios. Este libro se convirtió en uno de los textos más influyentes de la espiritualidad española, llegando a inspirar a figuras como Santa Teresa de Jesús.

La publicación del Gracioso Convite en 1530 marcó un punto de inflexión. Este tratado, que promovía la comunión frecuente, chocó con los sectores más conservadores de la Iglesia, especialmente en el contexto de los debates conciliares de Trento. Para 1559, la obra fue incluida en el temido Index librorum prohibitorum, silenciando su voz y enterrando su legado en España.

Asociaciones con el «Alumbradismo»

Aunque no fue oficialmente un alumbrado, sus ideas sobre el «recogimiento» místico y la posibilidad de una relación directa entre el individuo y Dios lo acercaron a esta corriente, que ya era vigilada por la Inquisición. Los alumbrados fueron perseguidos por fomentar prácticas místicas consideradas heréticas, como la meditación introspectiva al margen de los sacramentos.

Osuna tuvo cuidado en distanciarse de estas acusaciones, pero su obra fue percibida como cercana a estos movimientos espirituales sospechosos.

A través de su vida y escritos, Francisco de Osuna encarna las tensiones entre reforma y ortodoxia que definieron el siglo XVI. Su caída en desgracia ilustra cómo la censura no solo limitó la creatividad literaria, sino que también cerró puertas al diálogo espiritual en una época de cambios vertiginosos.

Osuna no solo fue un autor; fue un puente entre el fervor religioso y la renovación intelectual. Su historia resuena hoy como un recordatorio de los desafíos de aquellos que se atreven a pensar y a escribir más allá de los límites establecidos. Una figura para redescubrir y celebrar en el corazón de nuestra memoria cultural.

Francisco de Osuna falleció en 1540, probablemente en Sevilla. Su legado espiritual perdura como un pilar del misticismo español y precursor de figuras como Santa Teresa y San Juan de la Cruz. Fue un autor adelantado a su tiempo, defensor de una fe más interiorizada y accesible, que desafió las normas rígidas de su época.