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El elefante asiático que pasó por Marchena en 1773

El elefante recorrió a pie el trayecto entre San Fernando y Madrid pasando por Jerez de la Frontera -por La Cartuja-, Las Cabezas de San Juan, El Arahal, Marchena, Écija, La Carlota y Córdoba, entre otros. 

El Museo Nacional de Ciencias Naturales que ahora celebra sus 250  años fue creado en 1771 por Carlos III, el gran promotor de la ciencia en la historia de España, junto con el Real Jardín Botánico, ambos separados por unos 5 Km a lo largo del eje que une el Paseo Recoletos con la Castellana.

El 17 de octubre de 1771, se creaba, bajo el reinado de Carlos III, el Real Gabinete de Historia Natural (RGHN). Esta institución, que iba a desempeñar un papel destacado en el impulso de la Historia Natural durante el periodo de la Ilustración en España, tuvo como protagonista a un ilustrado criollo nacido en Guayaquil en 1711, Pedro Franco Dávila, asentado en París desde 1745. Con su colección, una de las más completas de la época formadas por un particular, se formó el RGHN, de cuya dirección se encargó hasta su muerte en 1786.

Aparte de colecciones de meteoritos, rocas, algas, animales y plantas, adquiridas a Pedro Franco Dávila, su primer director, el museo también contiene colecciones de pieles.

EL ELEFANTE QUE PASÓ POR MARCHENA EN 1773 

Carlos III aceptó un elefante como obsequio, de Simón de Anda Salazar gobernador de Filipinas, que a su vez lo había recibido de Muhammad Ali Khan, gobernante de una región al sur de la India. El elefante partió de Manila en la fragada de la armada Venus, comandada por Juan de Lángara y Duarte, el 23 de enero de 1773. Tras ciento setenta y nueve días de navegación arribó finalmente a la Isla de León, la actual San Fernando, Cádiz, el 24 de julio de 1773 y cruzó a pié Andalucía en pleno verano pasando por Utrera, Marchena y Ecija rumbo a la corte. 

El itinerario seguido fue: Isla de León, Jerez de la Frontera -por La Cartuja-, Las Cabezas de San Juan, El Arahal, Marchena, Écija, La Carlota, Córdoba, El Carpio, Andújar, Guarromán, La Carolina, Sierra Morena por el Puerto del Rey, El Viso del Marqués, Santa Cruz de Mudela, Valdepeñas, Manzanares, Villarta, Puerto Lápice, Camuñas, Tembleque, La Guardia, Dos Barrios, Ocaña, Aranjuez, Valdemoro, Caramanchel de Abajo, Pozuelo, Las Rozas, Guadarrama, y La Fuenfría en dirección a San Ildefonso.

«En cada mes de los seis que ha estado embarcado, dicen, que se ha medicinado tres veces: que para ese efecto se embarcó una caja de remedios con treinta y dos especies diferentes; y que en este caso se le ha preparado el arroz con cuartillo y medio de aguardiente» dicen las crónicas. 

La tarde del 16 de agosto en que partió en una singular expedición al mando del entonces teniente de fragata y años después afamado almirante, José de Mazarredo, acompañado de un sargento, un cabo y ocho soldados de los Batallones de Marina, un patrón de bote, dos artilleros de mar, dos cornacas o elefanteros de la costa Malabar.

Llevaron consigo una calesa para el oficial y una galera en la que acarrearon una tienda de campaña para la tropa y hombres de mar, otra tienda para el paquidermo y los malabares, los repuestos de víveres y agua del animal, los sacos de paja para su cama y una caja de sus medicinas.

Antes de salir, se había confeccionado un «vestido nuevo para la presentación del elefante a Su Majestad», de color grana, galoneado de oro y lleno de colgantes y campanillas.

EL GIGANTE DE DOS METROS QUE VINO DE COLOMBIA A MADRID

El Gigante Cano Pedro Antonio Cano, nació en Colombia en 1770 y en 1792, viajó a Madrid por orden del virrey del Nuevo Reino de Granada, José Manuel de Ezpeleta para ser presentado al rey. El informe de la Real Academia de la Historia supone que padeció gigantismo, enfermedad que tras el cierre de las epífisis se conoce como acromegalia.

La enfermedad tiene su origen en la aparición de un adenoma (tumor benigno) en la hipófisis, o glándula pituitaria, que causa una sobreproducción de somatotropina, la hormona del crecimiento.

Cano se embarcó en el puerto de Cartagena de Indias el 26 de abril de 1792 acompañado de su hermano y tutor, Miguel Antonio, y un “loro amarillo”, un retrato al temple del gigante y un informe redactado por Ezpeleta de gran interés, que incluye informaciones sobre presuntos gigantes antiguos en América. También se anota que Cano medía entonces 2,072 metros, y que su desmesurado crecimiento se inició a los 15 años.

Cano fue recibido por Carlos IV en el Palacio de La Granja el 26 de agosto de 1792 y el Rey le dió una pensión vitalicia de 12.000 reales anuales, mil reales al mes, hasta la muerte de Cano. Antonio Gimbernat, director del Colegio de Cirugía, conservó su cadáver que alcanzó 2,2 metros y se conserva en el Museo de Anatomía de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense.