Inma Bustos: «El flamenco está en todas las facetas de Bécquer y es increíble que esto, los andaluces no lo sepamos»
José Antonio Suárez López
Este Jueves 15 de Julio a las 22 horas pude verse el espectáculo «Bécquer que te quiero Bécquer» en la Ronda de la Alcazaba creado por la filóloga y aficionada al flamenco Inmaculada Bustos, con el cante del marchenero Fernando Caballo, Antonio Gámez, al toque, y Alicia Márquez, al baile, con entrada libre hasta completar aforo.
Enterrado junto a los señores de Marchena en el pabellón de sevillanos ilustres,apoyado económicamente por la poetisa marchenera Antonia Díaz y su marido José de Lamarque que ayudan a financiar la primera edición de sus Rimas e inmortalizado por el escultor marchenero Lorenzo Coullaut Valera en su monumento del Parque de María Luisa, gracias al apoyo de los Alvarez Quintero, que ayudan a traer su sepulcro desde Madrid, Bécquer tiene en su vida y obra una fuerte y desconocida influencia de la cultura popular andaluza.
Julia, hija de Valeriano Bécquer, declaró en una entrevista que los hermanos Bécquer tocaban la guitarra y cantarían «romances, coplas y cantarcillos de distintas procedencias regionales, y entre ellos sin duda los aprendidos en sus años sevillanos» según Rogelio Reyes. Las conexiones personales de Bécquer con el mundo de las música popular eran muy evidentes cuando Bécquer empieza a escribir las Rimas en Madrid en los años 50.
Añade que Bécquer «fue también una persona dotadísima para la música, a cuyo mundo estuvo muy vinculado corno autor de libretos para zarzuelas con los que en algunos momentos tuvo que ganarse la vida».
Inma Bustos quedó deslumbrada con el disco «De la lírica al cante» de 2012 en el que Antonio García Barbeito recita poemas y cantan Manolo Franco, Pedro Bacán, Manuel Soler y Calixto Sánchez que eligió algunos poemas de Bécquer en forma de seguiriyas.
«Como teórico que es Bécquer hace una teoría de literatura pone en un lugar más elevado a las letras tradicionales andaluzas que a la literatura culta y es increíble que esto los andaluces no lo sepamos dos siglos y pico después» expone Inma Bustos creadora del espectáculo «Bécquer que te quiero Bécquer».
La conexión de Bécquer y el flamenco no es muy conocida para el público en general. «No existe en ninguna de sus facetas, poesía, teoría literaria o prosa que no trate el flamenco, en todas ha escrito sobre este tema» explica Inmaculada Bustos Casanova, filóloga que ha ideado este espectáculo.
Juan Ramón Jiménez, escribió: «Muchas de las Rimas de Bécquer, ¿qué son sino peteneras, soleares, malagueñas, sevillanas mayores?».
Una seguiriya gitana que a menudo cantaba Silverio Franconetti le inspiró el relato «La venta de los gatos»: «El carrito de los muertos/ pasó por aquí … » publicado en Madrid en 1862, donde critica la destrucción de murallas sevillanas -que él conoció de niño jugando en la zona de Alameda y Barqueta. En tiempos de Bécquer se configuró el flamenco como hoy lo conocemos. Los repertorios flamencos ya existían desde finales del XVIII según Reyes Cano.
Las conexiones entre flamenco y literatura culta están en obras como «Proverbios y cantares» de Antonio Machado o el «Cante hondo» de su hermano Manuel, «Rimas y Arias tristes» de Juan Ramón Jiménez, «Marinero en tierra» de Rafael Alberti o el «Poema del cante jondo» de Federico García Lorca.
Según Reyes Cano, Bécquer renueva el lenguaje poético mezclando las fuentes de lo popular y lo culto de las que bebió y que conoció profundamente en Sevilla. La nota culta residía sobre todo «en el léxico y en los temas, procedentes de una rica cultura libresca» aprendida desde su infancia con la escuela poética sevillana.
«El cantar popular andaluz en sus letras flamencas que tanto admiró y escuchó, está fusionado en sus rimas con una poesía que se cultiva en el romanticismo alemán con una enorme base musical. En sus artículos periodísticos, como «la Nena» o «La Feria» hace crítica de espectáculos flamencos. El tuvo una de las mejores prosas periodísticas» expresa Inma Bustos.
Para Rogelio Reyes las Rimas de Bécquer son un «supremo ejemplo de las conexiones entre poesía culta y poesía popular; entre el flamenco y la poesía culta de la tradición escrita».
Tres mujeres de Marchena posaron para el monumento a Bécquer en Sevilla.
En los escritos de los últimos años de su vida, habla de sus recuerdos sevillanos y de los cantaores se villanos «dioses penates de mi especial literatura». «Al flamenco lo llama mi especial literatura y a los cantaores los pone en la categoría de dioses del hogar» indica Inma Bustos.
«No es posible establecer una diferenciación radical entre poesía culta y poesía popular, buena parte de los temas y estructuras métricas del flamenco se encuentran presentes en el ancho cauce de la lírica del pueblo», según Rogelio Reyes Cano.
En sus 34 años de vida Bécquer vio nacer y afrancesarse la Feria de Sevilla, bajo el influjo de los Montpensier, que instalan la primera caseta la feria en 1848, nacida un año antes, y la visita en 1863 de la granadina Eugenia de Montijo, emperatriz francesa y esposa de Napoleón III.
Bécquer escribe que entonces el flamenco solo se cantaba por las noches en la feria. «Coplas tristes o seguidillas del Fillo. Es un grupo de gente flamenca y de pura raza cañí que cantan lo jondo sin acompañamiento de guitarra, graves y extasiadas como sacerdotes de un culto abolido, que se reúnen en el silencio de la noche a recordar las glorias de otros días y a cantar llorando, como los judíos» expulsados.
Junto a las casetas se levanta «el lujoso café-restaurant donde se encuentran paté de foie-gras, trufas, dulces y helados» y «los últimos y quejumbrosos ecos del polo de Tóbalo (flamenco) se confunden con el estridente grito final de una cavatina de Verdi» denuncia Bécquer. «El miriñaque y el hongo han desfigurado el traje de la gente del pueblo» de gitana o de faralaes. «Hay palmas, cantares y borracheras más o menos chistosas, pero todo ello está como adulterado». escribe Bécquer en «La Feria de Sevilla, publicado en El Museo Universal» en 1869, un año antes de morir.
«Hasta las hijas de los ricos labradores que viven en los pueblos de la provincia encargan a Honorina, o hacen traer de París, los trajes que han de llevar en Sevilla durante las ferias» escribe Bécquer.
Tumba de Bécquer junto a la de los Ponce de León en el pabellón de sevillanos ilustres.
En la primera feria –1847-, Bécquer, con once años, vivía en la Alameda en casa de su tía María Bastida junto a su hermano Valeriano, tras morir su madre (1847) y padre (1841). Bécquer adolescente vivió en 1852 la inauguración del puente de Triana y sus primeros escarceos amorosos y poéticos. Para el nacimiento de la caseta municipal -1864- Bécquer ya tenía su primera novia formal y estaba a punto de irse a Madrid.
La conversión del flamenco en espectáculo teatral la conoció Bécquer en la Alameda con figuras como El Filio, Tomás El Nitri, La Andonda, y más tarde Silverio Franconetti ya muerto el poeta.