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Jesús Romanov: «Lo que tienen ustedes son joyas del arte, la fe, la etnología, cosas que en otros sitios se están perdiendo»

Jesús Romanov Lopez Alfonso definió a las túnicas bordadas de Jesús Nazareno, una de 1805 Pascual Esparragosa y otra de 1855 de Manuel Ariza y otra de mediados del XIX como «joyas del patrimonio, para mi desgracia, de esto en Sevilla no tenemos apenas nada y mucho menos una obra de tanta categoría como ésta. Ustedes tienen aquí joyas un mensaje enorme de representar el triunfo de Jesucristo. Los antiguos sabían muchas cosas que nosotros ignoramos.  No se trata solo de elementos de la pasión sino el otro de cristo, su victoria junto a la nuestra».

«Lo que tienen ustedes entre manos en su hermandad, el mandato, las imágenes,  son joyas del arte como de la fe, de la etnología, cosas que en otros sitios se están perdiendo y que ustedes están conservando» expresó Romanov.

Una de las primeras representaciones de Jesús crucificado se conserva en Roma y data del año 85 y en él se ridiculiza a un joven cristiano llamado Alexámenos por adorar a un Dios que había sido crucificado, ya que entonces la cruz era motivo de verguenza.  El texto dice «Alexamenos adorando a su Dios», ridiculizando así a Jesús que había muerto crucificado.

En el gótico aparecen las primeras imágenes de Cristo sufriente y aparece la «devotio moderna» con la intención de ponerse en el lugar de Cristo durante su pasión centrándose en provocar sentimientos piadosos. Poco después aparecen las primeras representaciones de la Virgen como Cirineo, ayudando a llevar la Cruz a Jesús.  Mientras Jesús es presentado como un ser sufriente y paciente.  «Se identifica la fealdad con el pecado, con los que hacen daño».

En el siglo XV se comeinza a representar la maldad de los sayones y soldados que agreden a Jesús frente a la belleza del rostro de Jesús. «Estas figuras aparecen aninalizadas y encontramos figuras feas como el verruguita en Málaga, que está azotando a Cristo» y otros sayones en pinturas y esculturas.

Giotto. Abrazo a la Cruz. Padua

Las primeras representaciones de Jesús Nazareno en Sevilla proceden de mediados del siglo XV como el Cristo de los ajusticiados de Felipe de Vargas en la catedral de Sevilla, al que se encomendaban los que estaban condenados a muerte antes de morir y representa al Nazareno con la cruz al revés como hoy se representa el Nazareno del Silencio.

En el retablo mayor de la Catedral Jorge Fernández recoge la tradición de representar a Jesús con la cruz al revés. Francisco de Ocampo realizó la imagen del Señor del Silencio de Carmona y el de Sevilla abrazando la cruz según la iconografía medieval. Muchas de estas esculturas ya barrocas llevaban pelo natural hasta que en el Siglo XIX se les sustituye a la mayoría de los nazarenos de Sevilla y provincia por otro de pelo de estopa.

La imagen del Nazareno de Marchena tuvo un cirineo de cartón piedra que se conservó en la hermandad hasta hace unos años en mal estado de conservación aunque no hay memoria en la hermandad de que alguna vez procesionara. De entre los cirineos de Sevilla destaca el que hizo Ruiz Gijón para San Isidoro, «la mejor imagen secundaria de la Semana Santa de Sevilla» según Romanov.

Del Nazareno de Marchena, López Alfonso destacó que «está hecho con un fin determinado: El Mandato» señaló Romanov. «La gente no sabía leer ni escribir, a la gente había que evangelizarla de algún modo y una imagen vale más que mil palabras.

Destacó que en el XVII proliferan las imágenes para ser articuladas y tener movimiento para bendecir en autos sacros lo que le daba más verismo. Además tuvo pelo natural hasta que en el XIX Manuel Gutiérrez Cano se lo sustituye por pelo artificial de estopa.

«Este nazareno de Marchena muestra el final del siglo XVI y el principio del XVII e indiscutiblemente es una imagen que está realizada en Sevilla con muchos de los presupuestos de los primeros imagineros que tuvimos allí» destacó Romanov.

El teólogo dominico Fray Tomás de Ledesma de Antequera en 1635 escribió un tratado en defensa de la costumbre de vestir las imágenes de Jesús Nazareno con túnicas ricamente bordadas, una diatriba que aún hoy se mantiene. Precisamente Jesús Nazareno de Marchena tiene dos túnicas bordadas históricas.

De acuerdo a Fray Tomás de Ledesma «las imágenes son una representación de la Jerusalén celeste en la que todos tenemos un aspecto glorioso». Además «no se trata de hacer una reconstrucción fiel de lo que sucedió en Jerusalén en el siglo I sino de hacer una imagen sufriente pero resplandeciente con las armas de Cristo que son sus atributos».  Las armas cristi son una especie de escudo de armas con los atributos de la pasión.

De ahí vienen las túnicas de 1802 y 1855, la más antigua, la corona de espinas y las potencias de oro de Jesús, que también son de principios del XIX y una de las más antiguas que se conservan «tal y como lo hacían los primeros cristianos cuando representaban a la cruz enjoyada. No es solo elementos de la pasión sino el trono de cristo». «En Sevilla apenas nos quedan obras de bordado del siglo XIX y mucho menos obras de esta categoría» refiriéndose a las túnicas bordadas de Jesús Nazareno. «Ustedes tienen aquí joyas y un mensaje enorme de representar el triunfo de Cristo. Los antiguos sabían muchas cosas que nosotros desconocemos».

Los colores más habituales para las túnicas de Jesús son según Romanov el rojo, el color del martirio, el azul, antes de la pasión suelen llevar la túnica azul y el mantolín rojo, morado por el color penitencial y el verde «cristo es el propio leño verde, es el hombre nuevo y por eso se le viste de verde».