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José Luis Postigo el último de los grandes del flamenco marchenero

Postigo es uno de los grandes de la guitarra flamenca. Ha tocado con los más grandes, excepto a Camarón, es premio nacional de acompañamiento en Córdoba y Premio Nacional de  la Cátedra de Flamencología de Jerez y tiene 63 discos grabados de acompañamiento.  Ya jubilado regenta la casa de la Guitarra en Sevilla y colecciona guitarras históricas. «Yo he sido un guitarrista mas de pellizco que técnico» reconoce. Patrón y fundador de la Fundación Cristina Heeren.»La idea fue mia» reconoce.

EL ORIGEN MARCHENERO DE JOSE LUIS POSTIGO

Nicolás Postigo Vega, su padre, apellido de origen judío, conoció por los campos de Montepalacio, ejerciendo de guardia rural municipal, a María Guerra Vega de Tolox, cuyo padre había emigrado para alquilar tierras en Finca Urbaneja, Montepalacio. Su familia se fue a Sevilla en 1946 donde nació José Luis Postigo.

Nicolás Postigo Vega, su padre,  era guardia rural casado con María Guerra Vega de Tolox, vivían en Finca Urbaneja, Montepalacio, emigraron a Sevilla en 1946 donde nació José Luis Postigo. Desde entonces los recuerdos de Postigo de Marchena pasaban por los bizcochos, el anís y el Viernes Santo.

Primero fue bailaor, hasta que Pulpón lo convirtió en guitarrista en el Pez Espada de Torremolinos. Primero tocó para bailar y luego para cante, con poca fortuna hasta que Emilio el dueño de la bodega de Marchena y presidente de la comisión, lo metió en la Fiesta de la Guitarra donde tocó más de 25 años. «Gracias a la Fiesta de la Guitarra me dí a conocer» dice José Luis Postigo.

«Como yo bailaba para mi tocar para bailar fue muy fácil». Primero tocó para bailar y luego para cante, con poca fortuna hasta la Fiesta de la Guitarra. «Gracias a Emilio el de la bodega yo entré en el festival de Marchena en 1980, 25 años seguidos.  Entonces yo en Marchena muy conocido y querido por todo el mundo. Ahí empecé yo a darme a conocer  junto a las grandes figuras».

Gracias a otro marchenero Pedro Vázquez, loctuor en Radio Vida, conoció a Pepe Marchena en la Feria de Sevilla. Tenía doce años y aún bailaba, igual que El Piki, hijo de Pepe Marchena.  Admira a Pepe Marchena y a Melchor, gutarrista del que se ha inspirado siempre.

«He trabajado mas que nadie y ganado mas dinero que nadie pero tampoco me lo he creido,  mi forma de ser me ha ayudado mucho. En el 1992 gané 16 millones, había semanas que ganaba dos o tres millones pero luego me llamaba un cantaor de segunda fila y no me importaba tocarles por mucho menos dinero».

En los festivales, después de tocarle a los grandes, no le importaba tocarle a los aficionados locales que estaban en el cartel, «yo nunca le he dicho a nadie que no y eso me abría puertas».

Otro marchenero, el maestro de la escuela marchenera, Melchor de Marchena fue su gran referente y su hijo «mas largo técnicamente que el padre, pero el padre sonaba muy flamenco. Yo hacía falsetas de Melchor y yo las hacía a mi aire. Melchor fue un referente en mí como buen acompañante».

«Al tocar para el cante tienes que ser muy honesto porque tu tienes que estar a la altura de él, si el cantaor está mal y tu brillas le echas tierra al cante. Si el cantaor está bien, te permite hacer falsetas para aplauso». «Ahora hay pocos cantaores que me gusten, me gusta Mercé y de los antiguos Chocolate. Me gustan los cantaores que cantan bien y e los antiguos La Niña de los Peines».

José Luis Postigo está cansado de tanto trabajar y apenas si quiere tocar la guitarra. Ahora se dedica a su centro cultural Casa de la Guitarra en pleno barrio de Santa Cruz, donde vive y tiene su tienda de guitarras. Es además coleccionista de guitarras antiguas, recorriendo medio mundo para encontrar ejemplares de 200 años. Además es amante de la historia y desde que le dijeron que sus antepasados son judíos sefarditas -apellido Postigo- le encanta investigar sobre este tema.