La fuente de las Cadenas, uno de los símbolos de Marchena
José Antonio Suárez López
La Fuente de las Cadenas lo primero que veían los viajeros que llegaban por el camino de Sevilla, uno de los más transitados de la provincia, siendo Marchena uno de los núcleos urbanos más poblados entonces. La fuente era uno de los símbolos de Marchena en el XVIII, pero no era como hoy la conocemos.
Según Morales Corrales era una fuente redonda rodeada de cadenas ubicada nen medio de la Plaza Vieja. Era de jaspe blanco y rojo con cuatro caños y dos tazas, una superior y otra inferior, unidas por una columna.
Dice Morales Corrales que era tan antigua que roce de los cántaros había gastado los jaspes de su circunferencia. Estaba rodeada de veinte columnas unidas por dobles cadenas de hierro para impedir que bebiera de ella el ganado. Para el ganado había otro pilar inmediato que se hizo en 1773.
Su agua era algo gruesa aunque era dulce y fina en su nacimiento. Este cambio se debía según Morales a que en los inicios de los caños había una tenería. Fue reformada a inicios del siglo XVIII.
Ya existía en 1678 cuando fue reformada por un maestro cañero de Sevilla por lo que entonces se llamó fuente nueva.
La Plaza se reformó en 1864 siendo Alcalde José Torres Díez de la Cortina y debido a que ya entonces pasaba gran cantidad de carruajes y caballerías, la fuente estorbaba, ya que debido a su ubicación estorbaba el paso del tráfico.
En realidad se trataba de una fuente de nueva obra, la actual Fuente de San Antonio entre la casa de los baños y el matadero viejo.
El nacimiento de las aguas de esta fuente según Morales Sastre se iniciaba en El Lavadero, seguía por las faldas de los cerros del Arenal y Espíritu Santo yendo a la Ventilla. Formaba allí otra fuente con tres caños en La Ventilla que abastecía a los animales en verano cerca del cerro del molinete de viento.
En 1792 el mayordomo de la Hermandad de Animas de San Juan pide al ayuntamiento que se le concedan las dos casillas situadas en la Plaza de Abajo juntamente con el pilar redondo inmediato a las referidas para construir unos baños con el agua del Pilar junto a la Fuente de San Antonio y pegados a la muralla. Los baños tenían cuatro piezas una que servía de depósito de aguas de baños y la restante para lavadero pero amenazando el edificio una total ruina se reformó y amplió en 1829.
Los azacanes vendían agua por las calles al precio de 2 y 3 maravedíes. Desde 1584 el agua se transportaba en jarros de una arroba cada uno.