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La influencia de los astros en la liturgia cristiana

La Navidad, celebrada el 25 de diciembre, coincide cercanamente con el solsticio de invierno en el hemisferio norte. Esta fecha fue escogida para la celebración de la Natividad de Jesús en el siglo IV, y se cree que fue influenciada por festivales paganos relacionados con el solsticio.

El solsticio de invierno, siendo el día más corto del año y seguido por un «renacimiento» del sol, simboliza la llegada de la luz y la esperanza. Así, la Navidad y el solsticio de invierno comparten simbolismos de luz, renacimiento y vida nueva, reflejando la idea de Jesús como la «luz del mundo».

A lo largo de la historia, el cristianismo, como muchas religiones, ha absorbido y reinterpretado prácticas y símbolos de las culturas con las que ha entrado en contacto, incluidas las paganas. Esto fue en parte una estrategia para facilitar la conversión de pueblos paganos al cristianismo, adaptando y transformando las fiestas y símbolos preexistentes en un contexto cristiano.

FIESTA DEL SOL INVICTO 

La Fiesta del Sol Invicto, celebrada el 25 de diciembre en la antigua Roma, era un culto religioso hacia una divinidad solar iniciado en el Imperio Romano tardío. Este festival, conocido como Dies Natalis Solis Invicti, simbolizaba el nacimiento de un nuevo sol que vencía a la oscuridad, marcando el punto en el que, tras el solsticio de invierno, los días comenzaban a alargarse. La celebración tenía lugar desde el 22 hasta el 25 de diciembre​​.

LOS ASTROS EN LA LITURGIA CRISTIANA

Los astros, especialmente la luna y el sol, han influido en la configuración de la liturgia cristiana. Los cálculos astronómicos en la determinación de fechas litúrgicas, como la Pascua, y explica el simbolismo de la orientación este-oeste en la construcción de iglesias. Influye ademásen la evolución histórica de las prácticas litúrgicas, como la celebración de Todos los Santos y el inicio del Año Litúrgico. El texto concluye destacando la centralidad de Cristo en la liturgia, simbolizado como el «sol que nace de lo alto».

LA ORIENTACION DE LAS IGLESIAS

El simbolismo de la orientación este-oeste en la construcción de iglesias católicas se relaciona con el sol y la luz en el cristianismo. Tradicionalmente, las iglesias se construían de manera que el altar estuviera en el extremo este del edificio, simbolizando la dirección desde donde sale el sol. Esto representa a Cristo como la «luz del mundo» y su segunda venida, que se espera desde el este según la tradición cristiana. La orientación este-oeste simboliza así el amanecer de un nuevo día y la resurrección de Cristo, elementos centrales en la fe cristiana.

LA MISA DE MAITINES DE LA NAVIDAD 

La Misa de Maitines de Navidad es una tradición litúrgica que forma parte de la Liturgia de las Horas en la Iglesia Católica que se rezan o cantan en las primeras horas de la mañana, antes del amanecer. En el contexto de la Navidad, los maitines tienen un significado especial, celebrando el nacimiento de Jesucristo.

Esta misa se caracteriza por ser una celebración solemne y contemplativa, enfocándose en la importancia del nacimiento de Jesús como la llegada de la luz al mundo, un tema que se refleja en las lecturas bíblicas y los cantos seleccionados para la ocasión. Los maitines de Navidad incluyen lecturas del Antiguo y del Nuevo Testamento, salmos, himnos y, a menudo, villancicos especiales que celebran el nacimiento de Cristo.

LOS ASTROS Y LA FECHA DE LA PASCUA

Los astros, particularmente la luna y el sol, han tenido una influencia significativa en la configuración de la liturgia cristiana. Por ejemplo, la fecha de la Pascua se determina en base a los ciclos lunares: se celebra el primer domingo después de la primera luna llena que ocurre durante o después del equinoccio de primavera. Esta conexión con los ciclos astronómicos refleja la integración de patrones naturales en la estructuración del calendario litúrgico cristiano, subrayando la importancia de los elementos celestiales en la celebración de los eventos fundamentales de la fe cristiana.

LA LUNA A LOS PIES DE LA INMACULADA

La representación de la luna a los pies de la Inmaculada Concepción tiene un fuerte simbolismo en la iconografía cristiana. Se basa en una interpretación del libro del Apocalipsis (12:1) que describe a una mujer «vestida del sol, con la luna debajo de sus pies». En el contexto de la Inmaculada Concepción, la luna representa lo cambiante y lo temporal, y al estar bajo sus pies simboliza la victoria de María, sin pecado original, sobre estos aspectos mundanos y transitorios. Además, la luna a menudo se asocia con la pureza y la virginidad de María, resaltando su inmaculada naturaleza.

El símbolo lunar, es asociado además con como Isis en Egipto y Ártemis en Grecia, y  en la Inmaculada, en una transmisión de elementos de culturas paganas antiguas a la tradición cristiana.

La media luna, representando lo femenino, contrasta y complementa al sol, símbolo masculino, que en el cristianismo se asocia con Cristo. María, en este contexto simbólico, se revela como la madre universal y fuente de gracia. Junto a la luna, aparece el símbolo de la serpiente, representando el mal, la tentación y la envidia, remitiendo al pecado original de Eva y la redención realizada por María. Así, María es representada triunfando sobre el mal, simbolizado por la serpiente a sus pies.

LA LUNA Y EL SOL EN LA CRUZ DE CRISTO

En la iconografía cristiana, la inclusión de la luna y el sol en las cruces de plata cincelada con figuras de Cristo crucificado simboliza la presencia y la influencia de todo el cosmos en el momento de la crucifixión de Jesús. El sol y la luna representan la creación universal y a menudo se interpretan como símbolos del antiguo y del nuevo testamento, alfa y omega principio y final respectivamente. Además, su presencia puede simbolizar cómo la crucifixión afectó a todo el universo, no solo a la humanidad, marcando un momento crucial en la historia de la salvación según la fe cristiana.

EL CORPUS

El Corpus Christi, que celebra la Eucaristía y la presencia real de Jesucristo en la hostia consagrada, puede asociar el sol como símbolo de Cristo, la «Luz del Mundo», iluminando a la humanidad con su presencia y amor.

Esta simbología se relaciona con la idea de que, así como el sol ilumina, calienta y da vida, la Eucaristía espiritualmente nutre, ilumina y da vida a la Iglesia y a sus fieles. En algunas procesiones de Corpus Christi, se puede observar el uso de elementos como el ostensorio, que se utiliza para exhibir la hostia consagrada y que a menudo es dorado y radiante, similar a como se representa el sol. Esta representación simboliza cómo Jesús, presente en la Eucaristía, es el centro y fuente de luz espiritual para los creyentes.

Además, la celebración del Corpus Christi a menudo ocurre alrededor del solsticio de verano, un tiempo donde el sol está en su punto más alto en el cielo, lo que puede reforzar esta simbología del sol y la luz en el contexto de la festividad. Sin embargo, es importante destacar que el enfoque central del Corpus Christi es la veneración de la Eucaristía, y cualquier simbolismo solar es secundario y metafórico en relación con este núcleo de la celebración.