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La leyenda de la sombra; Una leyenda de Al-Andalus que sigue viva

El escrito nos llega a través del sufí cordobés Abu Bakr Ibn Bay. Lo cuenta su mujer Yamilah, “Mi madre me contaba que, después de la guerra civil que asoló las tierras de al Ándalus, ella y su familia pasaron muchas calamidades. Mi tío abuelo Yahia se dedicaba a ir a los pueblos de los alrededores de Marchena, que era su pueblo, vendiendo canastos y avíos de mimbre que hacían sus hermanos y sus hijos. Dicen que una noche iba por un camino oscuro y le salió al paso una sombra. Sintió tal terror que huyó.

Pasado un tiempo, Yahia volvió a transitar aquel camino y, de nuevo, surgió ante él la sombra. ‘Estoy aquí para librarte de la pobreza. Ven mañana a este mismo sitio y no tendrás que volver a trabajar nunca más.’ Tras decir esto, la sombra desapareció y el tío Yahia se volvió a su casa. Iba a los otros pueblos a vender y, desde su encuentro con la sombra, siempre se le vio feliz y contento con su suerte”. Curiosamente, esta leyenda árabe de hace mil años, aun se sigue transmitiendo de boca en boca.

LA MARCHENA ANDALUSI

La mezquita de Marsen-ah-al-zaituna (Marchena de los olivos, así llamada para diferenciarla de la Marchena de la alpujarra almeriense) cuyo emplazamiento desconocemos- siempre estuvo rodeada de un halo de santidad por su -madrassa- difusora del pensamiento sufí.

Uno de sus alumnos más notables fue el filósofo Ibn Arabí (1.165-1241), comparado por sus escritos con San Juan de la Cruz, presente en numerosas ocasiones en Marchena, conoció allí a sus hombres santos –abdal-.

Sufí es abstinencia y pobreza, paciencia y contemplación. En Marchena, Abdul Mayid enseñaba el Corán y predicaba en torno a 1190. Shams Umm al-Fuqarâ, -Sol, madre de los pobres”- Una venerable anciana con fama de sabia y de tener gran poder mental influyó decisivamente en el filósofo.

“Dicen que los soles habitan la alta esfera, y, ¿dónde está el palacio del sol sino en la esfera? (…)Ella tomó posesión de mí y yo de ella, porque cada uno posee su compañero. Que yo soy suyo es evidente”. Estas impresiones las dejó escritas en su libro Rûh al quds.
“Es en Marchena de los Olivos —población situada no lejos de Sevilla -donde conocí a Shams Umm al-Fuqarâ’. (…)Tenía un corazón fuerte, una noble energía espiritual, una gran discrección. A veces me revelaba secretamente un aspecto, pues ella tenía para conmigo algunos desvelamientos, que me producían mucha alegría”
De Abdul-Mâjîd ben Selmah, el abdal predicador de la mezquita de Marchena, que se sabía de memoria el Corán y los Hadices, -segunda fuente de doctrina y del derecho-, dice Ibn Arabí “hombre de piedad y merito que siempre estaba al servicio de los fuqarâ, (faquir, estudiante) que Al-lâh le sea propicio”.

Ibn Arabí nos cuenta el siguiente relato que le reveló el maestro de la mezquita de Marchena.
Dice Ibn Arabí:”Me contó (Abdul-Mâjîd) lo que le ocurrió en una ocasión: «me incliné invocando el Nombre de Al-lâh. Noté de improvisto, que una persona retiraba la tela sobre la que rezaba y la reemplazaba por una gruesa estera. Luego me dijo: ¡Haz tus plegarias sobre esta estera!. Y tuve entonces una inspiración, y le pregunté:»¡Oh, Sîdî (Cid: Señor) , ¿Por qué medios llegan los Abdâl a ser Abdâl?», y él me respondio»: Por el silencio, la soledad, el hambre y la vigilia.Después de esto este hombre desapareció. Pero la estera estaba debajo de mí».