La Plaza Ducal, escenario de ejecuciones públicas hasta finales del XIX
José Antonio Suárez López
La Plaza Ducal era el lugar donde sucedían todos los hechos importantes en la Marchena histórica, también las ejecuciones públicas. Allí se ajustició a Francisco López Conejero el 20 de agosto de 1880.
Desde los autos de pasión de Jesús y Soledad en Semana Santa, hasta el paso de las precesiones del Corpus, las fiestas de toros, en feria, y otros espectáculos públicos entre los que estaban las ejecuciones públicas y las ceremonias de nombramiento de Alcalde. Todo sucedía en la Plaza Ducal.
En ella estaban los edificios más importantes de Marchena, la Casa Ducal representada con el edificio del Palacio que tuvo su fachada principal hacia la plaza, el eclesiástico (convento Capuchino), y el civil (antiguo Ayuntamiento).
Por extraño que parezca desde el Antiguo Régimen numeroso público acudía a contemplar las ejecuciones públicas incluso se trataba de hacerlas más cruentas para que el reo sufriera más, hasta la llegada de la Ilustración donde la razón se impuso y las ejecuciones se hicieron rápidas y eficaces con el garrote, tal y como nos informa Oliver Tovar en su libro Delincuencia, Guardia, Presidio y Condena. Inlcuso existía la costumbre de llevar puestos de comida o bebida a las ejecuciones hasta que fueron prohibidos en 1874.
Uno de últimos reos ajusticiados en la Plaza Ducal del que tenemos noticia fue Francisco Lopez Conejero, ejecutado a las ocho y cuarto de la mañana del 20 de agosto de 1880, según El Fígaro de ese día. Francisco López Conejero había matado a un vecino suyo, apellidado Baeza en una zona rural de Marchena y había sido condenado a muerte por la Audiencia Provincial de Sevilla.
Francisco López Conejero era tío paterno del que luego fue el último bandolero de Marchena, Laureano Conejero, condenado a muerte por matar a dos Guardias Civiles junto a otros dos delincuentes, apresado en Pedrera y ajusticiado en Sevilla en 1908.
El día antes de su muerte el reo era puesto en capilla. La expresión “estar en capilla” se aplica al reo en la noche que precede a su ejecución. Proviene de una tradición de la antigua Universidad de Salamanca, en la que los doctorandos, el día antes de defender su tesis ante el tribunal, debían encerrarse durante un día entero en la capilla para pedir la iluminación al Espíritu Santo. Allí debían prepararse en completa soledad, pues incluso la comida les era pasada por un pequeño ventanuco.
La cárcel de Marchena, un edificio construido alrededor de 1600 por los Duques y reformado en el XVIII por el arquitecto Nicolás Carretero tenía su propia capilla, donde se conservaba un lienzo de gran formato, representando a Jesús muerto en el Sepulcro sostenido por dos ángeles que hoy puede verse en el despacho de la Alcaldía de Marchena.
Esta capilla también era famosa por que tenía una ventana que aún hoy se conserva en la Plaza del Cárcel, por donde los presos le cantaban saetas a la Virgen de la Soledad el Sábado Santo.
La Soledad pasando frente a la antigua cárcel de Marchena.
En sus últimas horas en el mundo de los vivos el preso era conducido desde la cárcel a la Plaza Ducal por la calle que hoy lleva el nombre de Pasión y justo frente a la calle de la Amargura por donde la Virgen de las Lágrimas entra al mandato el Viernes Santo.
A partir de 1900 las ejecuciones públicas desaparecieron y pasaron a hacerse en el interior de las prisiones usándose como sistema el del garrote. Había tres tipos de garrote un garrote ordinario para los delitos comunes, garrote vil para los delitos infamantes y un garrote especial para los hidalgos, que se diferenciaban en la forma de llegar con las caballerías más o menos adornadas.
Imagen de portada: Ejecución pública, mediante el garrote vil. Jerez de la Frontera, Cádiz,año febrero de 1892. Plaza de Belén. Fuente: Los Verdugos españoles, de Daniel Sueiro.