Portada: Calle de la Almona, o La Mona, hoy calle Mariana Pineda.
En el XIX La libra de jabón blando seguía siendo un bien preciado que se vendía a dos reales y medio la libra en la Casa de Venta del Jabón propiedad de la Casa Ducal que producía rentas de 550 reales al año mientras que la Casa de la Almona o fábrica de Jabón generaba 440 reales anuales. 12.500 reales percibía la hacienda del duque por las rentas del jabón de Marchena.
Para hacer jabón se necesitaba aceite y almarjos, planta que crece en terrenos con agua y de cuya quemaseobtienelasosao barrilla, cenizasricasensalesalcalinaspara blanquearlaropa. Por este motivo el impuesto se llamó renta del jabón, de la sosa y barrilla.
Mucha gente podría hacer jabón en Marchena por la riqueza en aguas hasta que en 1572 el Duque se hizo con el monopolio del jabón y los vecinos acudieron a los jueces iniciando un pleito ante la chancillería de Granada.
Antigua Almona de Dos Hermanas.
Los vecinos se quejaban de que el Duque había puesto «estanco en ella para que ningún vecino pudiese hacer jabón en su casa ni meterlo de fuera parte bajo de graves penas» sobre lo que decían las ordenanzas de Marchena.
Un escribano de Marchena declaró que el Estado de Arcos cobraba la renta de la almona de jabón desde 1486.
Un vecino de Marchena, Diego Trigueros afirma que desde 1455 se venían registrando las cuentas del jabón por el mayordomo de Marchena. según esas cuentas a Nicolás de Rojas le cobraron en 1462, 760 maravedíes por las rentas de jabón que tenía arrendadas a Juan Fernández y en 1463 Ruy Fernández paga 2200 reales, y Juan Alfonso arrendador de la renta de jabón de Marchena, 300 maravedíes.
Almona en Guadalcanal.
El Estado de Arcos fabricaba jabón en Marchena, al menos «desde 200 años antes» según los testigos del pleito de 1759 iniciado por el Duque de Medinaceli por el derecho del jabón de Marchena, Arcos y Jerez.
Almona de la Cilla de Osuna.
Los reyes castellanos heredaron y mantuvieron los impuestos creados por los reyes taifas musulmanes, y en Marchena el «tesoro real» o almojarifazgo fue a los Ponce de León incluyendo la renta de la teja y ladrillo, cal y yeso, madera, cenizas de hornos de pan, etc.
Los que la cobraban la renta se llamaban almojarifes, tesoreros de la Real o ducal Hacienda, de Jalifa, máxima autoridad árabe, similar a califa. Aún en 1497 en Arcos se afirma que nadie podía hacer ni vender jabón en la ciudad sin permiso de dicho Jarife o jalifa (sic).
La fabricación del jabón en Sevilla pasa de los reyes musulmanes a la Casa de Medinaceli, y luego Catalina de Ribera por merced de los Reyes Católicos. Las Almonas Reales de la calle Castilla produjeron el jabón más cotizado, el jabón «Castilla» y antes en el siglo XII, en tiempos de Al-Andalus, las jabonerías estaban en Triana cuyos restos aparecieron en una obra en 1989.
Pero el Duque de Medinaceli había comprado el monopolio del jabón del Arzobispado y quien lo incumplía era encarcelado, como le pasó a Diego Alonso de Silva lo que dio origen a pleitos contra los Duques de Arcos y le reclaman en 1761 que dejara libre el derecho del jabón en Marchena y Arcos, pero el derecho a fabricar jabón en Marchena era del Duque de Arcos «desde tiempo inmemorial» alegan las autoridades marcheneras.
La casa de Medinaceli esgrimió los acuerdos de Febrero de 1492 donde Rodrigo Ponce de León vendía al hijo de Pedro Enriquez, 2000 maravedies de las rentas de jabón de Sevilla pero no sobre Marchena.
En 1811 con la toma francesa de Marchena el gobierno local del corregidor Antonio Leguey, colaborador de los franceses acuerda eliminar el monopolio del negocio del jabón del control de los Duques de Medinaceli que pesaba sobre toda la provincia y arzobispado de Sevilla desde el siglo XVI.
Entonces Sebastián de Vega, vecino de Carmona, pide al Ayuntamiento de Marchena que se le permita el comercio de jabón en los puestos públicos marcheneros de acuerdo a impuestos municipales, no pudiendo excederse de los precios que están acordados para su venta por el Ayuntamiento.