DIA EUROPEO DE LA CULTURA JUDIA.- El contrabando y la piratería fueron armas económicas fomentadas por Inglaterra y Holanda para desestabilizar la economía española y las redes familiares establecidas por los judíos llegaban hasta la propia ciudad de Marchena, pasando por Canarias, Lisboa, Amsterdam, Londres y América.
Usó para ello la Compañía de las Indias Occidentales, una esperanza para los judíos de vengar los daños causados por la Inquisición española y de controlar económicamente el comercio con América, financiando finalmente la independencia americana y el proyecto de Simón Bolívar.
Hasta seis embarcaciones diarias de contrabando, con beneficios de hasta el 80% salían de la isla de Curazao cargadas de todo tipo de mercancías ilegales, la mayoría de propietarios judíos, rumbo a la península de Coro, Venezuela, Cartagena, Trujillo y La Habana. Se conocen los detalles de la organización del contrabando judío que pretendía desbaratar la economía española de la zona, por la documentación encontrada en uno de los barcos holandeses incautados por los españoles expone
Luis Alberto Anaya Hernández de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.
Solo en dos años (1745-47) los cargamentos de seis navíos holandeses rumbo a Amsterdam incautados por españoles fueron valoradas en más de dos millones de reales.
LA COFRADÍA DE LOS JUDÍOS DE HOLANDA
La isla de Curaçao pasó en 1634 de manos españolas a la Compañía Holandesa de Indias Occidentales que oficialmente era propiedad del Estado Holandés, aunque en ella habían invertido fondos los mayores comerciantes judeoconversos descendientes de los expulsados de España y Portugal, quienes la llamaban «Cofradía de Holanda» o cofradía de los judíos de Holanda.
La cofradía estaba dirigida por importantes comerciantes criptojudíos negreros establecidos en Cartagena de Indias, que trabajando para los intereses comerciales y bélicos holandeses y antiespañoles, formaban por una tupida red de criptojudíos portugueses y españoles, que comerciaban principalmente con esclavos entre Sevilla, Cartagena de Indias, Cuba, Lisboa, Amsterdam y Londres.
Los integrantes de la Cofradía de Holanda pagaban un dinero para «rescatar a los judíos esclavizados y crear una caja donde depositar el dinero que se recuperaba al
instalarse en Ámsterdam» según expone Luis Alberto Anaya en su obra sobre las relaciones de los judeoconversos portugueses en Holanda.
Muy pronto la Inquisición sospechó de los portugueses esclavistas establecidos en Cartagena de Indias acusándolos de colaborar con el enemigo, Holanda que había conquistado algunas ciudades de Brasil con la ayuda de comerciantes judíos.
La unión de los reinos ibéricos, España y Portugal en una misma corona en 1580, permite la entrada masiva de criptojudíos portugueses a España, y la concesión al cristiano nuevo portugués Pedro Gómez Reynel, en 1595, de comerciar con esclavos en Cartagena de Indias, principal ciudad esclavista de América.
La Inquisición procesó a miembros de la Cofradía como Juan Rodríguez Mesa, acusado de ser el tesorero local de la Cofradía en Cartagena, o a Luis Fernández Suárez, quien llegó a declarar que «todos estaban asentados en la Cofradía de Holanda y enviaban dinero para el sustento de las armadas que de allí salían contra el Rey de España», expone Ricardo Escobar en «Los Criptojudios de Cartagena».
Sinagoga de Córdoba.
Otro miembro de la cofradía Duarte López Mesa confesó bajo tortura haber oído decir a un mozo portugués que «si su padre saliese cónsul de la Cofradía tenía esperanza de que había de hacer tantos males ,como a su padre le habían hecho en Lisboa y que tenía esperanzas que en breve tiempo serían los de la Compañía de Holanda señores de las Indias y que habrían de dejar al rey de España como un labrador. .. ».
Así la isla de Curazao se convirtió en punta de lanza de Holanda y de los judíos en el Caribe y principal centro de contrabando de productos europeos rompiendo así el monopolio y la economía de las colonias españolas. La mayoría de los comerciantes de su capital Willlemstadt eran judíos sefarditas venidos de Holanda, entre ellos el apellido Marchena con origen en la zona de Sevilla en el siglo XV que están entre los fundadores de su sinagoga, considerada la primera de América.
LA BAHIA DE MARCHENA EN CURAZAO
Cuando Abraham De Marchena, apellido de origen judío sefardí, (1608 – 1657) murió en Amsterdam, su esposa Sarah y sus tres hijos fueron a la isla holandesa de Curazao formando parte de la histórica primera gran emigración de judíos que llegó a Curazao en 1659, formando parte de la fundación de la primera sinagoga americana. El éxodo de esta familia se había iniciado en Sevilla en 1492, habían pasado por Castelo de Vide, Portugal, y de allí a Holanda y Curazao.
Casa de campo Marchena en Curazao, foto 1955.
Esta familia era dueña de una plantación y mansión rural del tipo esclavista que fue propiedad de Isaac De Marchena, ubicada junto a uno de los cementerios judíos más antiguos del Caribe y América y data de 1659 propiedad de la sinagoga de Curazao. Hasta hoy esta zona se llama Marchena, y la bahía donde se ubica se llamó bahía de Marchena, aunque en los años 50 dejó paso a una refinería y una fábrica de azulejos. Los judíos de Curazao juegan un papel fundamental apoyando el proceso de independencia americana y apoyado económicamente a Simón Bolívar e introduciéndose en Venezuela. La familia Marchena funda una plantación de azúcar en Cuba en el XIX.
Curiosamente en ambos bandos: judíos contrabandistas y militares que defendían a España del contrabando había vecinos de Marchena. Y en medio estaba la familia Marchena de Curazao.
Los judíos comerciantes o contrabandistas vecinos de Marchena en 1655 eran Diego Rodriguez Arias, un famoso judeo converso natural de Marchena y su mujer, la marchenera Francisca López que sufrió proceso de Fé de 1655-57 que dice textualmente «procesada por judaizante». Y otros, José Fernández de Córdoba y Ponce de León. militar encargado de vigilar las costas de La Habana y construir su muralla.
Un marchenero en la trama de judeo conversos
En el proceso de la Inquisición de 1653 contra el mercader marchenero Diego Rodríguez Arias según el profesor Beinart -hijo de Antonio Rodríguez Arias y Blanca Enríquez- comerciaba entre Londres y La Orotava. Según testifica Cristóbal Albarado, Diego Rodriguez Arias pudo ser “sacristán” de la sinagoga de Rotterdam. En la isla de Tenerife mantenía una relación familiar y de negocios con su cuñado Gonzalo Rodríguez Báez y con Lorenzo Rodríguez Lindo, ambos judíos y procesados en la isla por las mismas fechas. Diego Rodríguez Arias escapó a Inglaterra antes del fin del juicio. Antes de eso fue procesado también en Méjico, en 1646 por la Inquisición. tal y como indica Lucien Wolf, en su obra Judíos en las Islas Canarias.
Antonio Rodriguez Arias fue el último rabino sevillano instruído en la ciudad y condenado por la Inquisición de México en 1642.
En un documento pide a la Casa de Contratación pasar a América alegando motivos de pobreza y necesidad. Pero en realidad formaba parte de una familia de ricos comerciantes cripto- judíos portugueses, la de Simón Báez Sevilla dueños de una red que por décadas había comerciado por España, Europa y América y tenía más de 20 sinagogas en México.
La comunidad hebrea de Amsterdam recogió a buena parte de los sefarditas huídos de España donde pudieron volver a adoptar su identidad judía y alcanzaron prosperidad económica.
Desde 1674 se publicaba la Gaceta Española de Amsterdam, editado por la comunidad sefardita, -descndientes de los expulsados de España- fundado por David de Castro Tartás que se conserva en la Biblioteca Real de Holanda y Hemeroteca de Madrid.
La familia Báez es una de las más estudiadas del cripto-judaísmo y otro vecino de Marchena Antonio Fernández Martos, comerciaba con Simón Báez Sevilla, encarcelado por la Inquisición de México.
UN MATRIMONIO DE MARRANOS, DE MARCHENA A LONDRES
«En todo Londres se sabe que son judíos muy conocidos y que han solicitado ante Cromwell y su consejo ser parte para hacer una Sinagoga ofreciéndose para ello a dar 300.000 libras» dice de Diego Rodriguez Arias, el testigo Juan Molina, ante la Inquisición Canaria. Añade que Diego se llevó a su mujer «de Marchena a Londres y allí se establecieron «y la murmuración común es que todos éstos son judíos pero que lo disimulan yendo a «oír misa en casa del embajador de España y luego de que salió de Londres no le han visto más oír misa».
Su mujer Francisca López también era vecina de Marchena según aparece en el documento del Prceso de Fé que sufrió de 1655-57 que dice textualmente «vecina de Marchena y mujer de Diego Rodríguez Arias, procesada por judaizante». De Rodríguez Arias, dice que «ha navegado a Indias, Angola y otras partes». «Todos de nación portuguesa» se refiere las seis personas que comprende del juicio.
Oliver Cromwel abrió las puertas al retorno a los judíos a Inglaterra, mientras declaraba la guerra a España.
Vivió en Londres desde 1654 hasta su muerte en 1676 y allí vuelve a adoptar una identidad judía con el nombre de Abraham Rodríguez Arias, acompañado de Duarte Enríquez Álvarez, el recaudador de rentas reales en Canarias, igualmente perseguido en las islas como judío por la Inquisición rebautizado en Londres, Daniel Cohen Enríquez, Antonio Fernández Carvajal, mas conocido como Abraham Israel Carvajal y un sobrino de Duarte Enríquez, Antonio Rodríguez Robles. Todos ellos unieron sus esfuerzos, para obtener del Lord Protector Cronwell, la aceptación y legalización de su comunidad judía y la apertura de una sinagoga en Londres. Diego Rodríguez Arias murió allí en 1676 y fue sepultado en el Beth Holim de esa ciudad.