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Los Saavedra: poder e Intrigas nobiliarias entre Marchena, Castellar y el Viso

Caminar por las calles de Marchena o Sevilla es adentrarse en un escenario histórico que aún guarda los ecos del linaje de los Saavedra, una de las familias nobiliarias más influyentes de la Andalucía renacentista. Desde las guerras fronterizas contra el reino nazarí hasta su consolidación como líderes en el ámbito político y social del siglo XVI, los Saavedra dejaron una huella imborrable en la historia de la región. Este artículo desvela su papel crucial, cargado de títulos, alianzas estratégicas y su impacto en la vida cotidiana de su tiempo.

Orígenes en Galicia y la frontera granadina

La historia de los Saavedra comenzó en Galicia, pero su destino cambió radicalmente cuando, durante la Baja Edad Media, buscaron fortuna al calor de la guerra contra el reino nazarí de Granada. Esta contienda no solo forjó su reputación militar, sino que les permitió integrarse como una de las familias nobiliarias más importantes de Sevilla. Juan Arias de Saavedra «el Famoso», alcaide de Jimena desde 1431, se convirtió en el pilar inicial del linaje al conquistar la villa de Castellar en 1434, recibiendo de Juan II los señoríos de El Viso (1440) y Castellar (1445), que se consolidaron como las principales bases patrimoniales de la familia.

CASTELLAR DE LA FRONTERA

Alianzas estratégicas y el nexo con Marchena

El ascenso de los Saavedra se debió, en gran parte, a sus alianzas matrimoniales con familias de renombre. En 1468, Fernán Arias de Saavedra, señor de El Viso, se casó con Constanza Ponce de León, hermana de Rodrigo Ponce de León, señor de Marchena. Este vínculo reforzó la conexión entre los Saavedra y la poderosa Casa de Arcos, otorgándoles influencia en el ámbito militar y político. Fernán, mano derecha de su cuñado Rodrigo en las guerras de banderías entre 1471 y 1474, controló la fortaleza de Alcalá de Guadaíra, asegurando así la supremacía de los Ponce de León en la región.

Décadas después, en 1534, Juan Arias de Saavedra y Ponce de León, primer conde de Castellar, asumió el papel de tutor y gobernador de los bienes de Luis Cristóbal Ponce de León, heredero del Ducado de Arcos. Este vínculo consolidó aún más su rol como aliados estratégicos de la Casa de Arcos. Juan recibió también las llaves de la fortaleza de Arcos y el castillo de Marchena, siendo reconocido como Guardián del Convento de San Francisco de Marchena, un título que simbolizaba su prestigio en la localidad.

Influencia en Sevilla y cargos destacados

La integración de los Saavedra en Sevilla fue notable. Juan Arias de Saavedra y Guzmán (1490-1544), primer conde de Castellar, recibió el título de caballero de la Orden de Santiago, además de ocupar importantes cargos como alguacil mayor de Sevilla, corregidor de Granada y veinticuatro del cabildo sevillano. Su hijo, Fernando Arias de Saavedra, segundo conde de Castellar, continuó este legado político al sucederlo en la alfaquequería de Castilla y la veinticuatría del concejo sevillano.

El papel de los Saavedra también se extendió al ámbito religioso. Durante las primeras décadas de la Inquisición española, fueron colaboradores cercanos del Santo Oficio. Juan de Saavedra el Galán, nieto del primer conde, fue nombrado alguacil mayor de la Inquisición de Sevilla en 1593, un cargo que requería acreditar la limpieza de sangre del linaje.

Patrimonio y legado

El poder de los Saavedra no solo se basaba en títulos, sino en un patrimonio extensivo que incluía el mayorazgo de El Viso y Castellar, viñedos en Umbrete y propiedades urbanas en Sevilla. Además, adquirieron el donadío El Moscoso, que dio origen al Marquesado del Moscoso en el siglo XVII. Este patrimonio se incrementó con las alianzas matrimoniales estratégicas que llevaron al linaje a conectar con los condes de Aguilar, los Zúñiga y los Guzmán.

La figura de Beatriz Ramírez de Mendoza, duquesa de Rivas y condesa de Castellar, destacó como mecenas de la Orden de la Merced Descalza. Su devoción la llevó a fundar conventos en Castellar, El Viso y Madrid, además de construir un convento de Carmelitas Descalzas en Alcalá de Henares.