Icono del sitio Marchena Noticias. Marchena Secreta. El tiempo en Marchena. Sucesos Marchena. Planes de verano en Andalucia. Marchena Noticias

Las obras de la ciclosenda puden sacar a la luz restos de la barriada Puerta Ecija, destruida en 1650

Tras la tala de árboles de la finca El Parque la pasada semana y posterior manifestación de los ecologistas del Taller Verde ayer comenzaron a trabajar sobre el terreno los arqueólogos que serán los encargados de buscar y en su caso datar las estructuras que se encuentren en la zona donde hasta ahora no había ningún estudio arqueológico ni se sabe con certeza lo que puede aparecer.

Una zona rica en restos arqueológicos tales como una muralla almohade, los restos de la barriada Puerta Ecija, destruida por orden del Duque en 1650, aljibes y canalizaciones subterráneas, -no se sabe si romanas, medievales o almohades- restos de muros del convento de Capuchinos, etc. Desechada la idea de rodear el recinto de la Finca El Parque mas allá de su muralla, los arqueólogos tendrán la difícil tarea de documentar los restos para que la obra pase por encima en una zona de la que no hay datos precisos, ante el abandono y ausencia total de estudios previos.

Y es que las obras de la ciclosenda pueden sacar a la luz algún resto que arroje más información sobre la barriada perdida de la Puerta de Ecija, que fue destruida por el Duque para construir un parque bajo su palacio. Aunque hasta ahora no se ha excavado nada, los documentos hablan de cómo era esa barriada. En cualquier caso si afloran restos no será para ponerlos en valor, solo para datarlos.

Sus calles se llamaban del Moral, calle del Regidor, o calle Juan de Úbeda. Allí también se ubicó la Puerta de Ecija de la que nada se sabe e incluso había una ermita llamada Ermita de Santa Justa. Todo enterrado bajo tierra en los últimos cuatro siglos.

Rodrigo Ponce de León, en 1647 escapó de milagro a la rebelión de Massaniello siendo Virrey de Nápoles. Los frailes capuchinos, -que lo ocultan de la multitud con una capucha de fraile- le salvan la vida. A cambio funda un convento de capuchinos, -a modo de ángeles custodios- junto a su palacio de Marchena.

Por temor a las clases populares el Duque compró y permutó casas  y hazas del ruedo de la barriada Puerta Ecija que lindaban con el Palacio para eliminarlas y construir en el solar resultante, el parque bajo y jardines del Palacio Ducal, Convento y Huerta de Capuchinos.

Este barrio fue  levantado alrededor de la puerta de Ecija, puerta norte del recinto amurallado, de la que solo quedan los cimientos, hoy bajo la carretera de Carmona.  En 1649 se habían tomado para el Parque tierras o casas de más de veinticinco propietarios.

El Convento de Capuchinos.

LO QUE DICEN LOS DOCUMENTOS SOBRE LA BARRIADA PUERTA ECIJA

Los habitantes del barrio de Puerta Ecija no tuvieron más remedio que vender sus casas y tierras. Muchas eran viudas. Otros eran pobres sobrevenidos como Francisca Jiménez, quien en 1650 reconoce que vende «por estar con mucha necesidad» porque su marido se había ido a América hacía cuatro años y no tenía noticias de él. Vende al Duque una haza de siete almudes, linde con el haza de la ermita de Santa Justa y haza de Francisco de Fontanilla.

La Calera del barrio se llamaba María Jiménez y estaba casada con Francisco Ginés y vendieron su casa el 3 de enero de 1638.

Otros tenían posición acomodada al calor de la Casa Ducal, como Fernando Guerrero, maestresala del Duque, a cuyas viuda Ana Andrade no le quedó más remedio que vender, en julio de 1649, para mantener a sus tres hijas Violante, Catalina e Isabel. Sus casas lindaban con las de Cristóbal de Mesa herederos de Juan García Valenzuela.

También algunos Ponce de León fueron obligados a vender, como Isabel de Rivera, viuda de Lope Ponce de León Zapata, que vende en 1651,un haza de seis almudes junto al camino de Ecija y Haza de Santa Justa. Ese año Ana Ponce de León viuda de Lorenzo de Saavedra y Guzmán y Francisco de Saavedra su hijo venden al Duque Rodrigo Cuarto, nueve almudes.

Dice el Duque en un documento de compraventa, «yo tengo comprados para el parque que hago junto a mis casas palacios algunas hazas en que se sembraba alcazer, de algunos conventos y capellanías y personas particulares a quien tengo que dar otras en su lugar y facer los consensos, como los tengo tratados» es decir a través de trueque y compra.

Pasaje desde el convento de Capuchinos al parque.

Conocemos los nombres de algunas de sus calles, calle del Moral, calle del Regidor, o calle Juan de Úbeda. De la puerta de Ecija, que aproximadamente estaría al final de la calle Animas, salía el camino de Ecija, junto al que se levantaba la ermita de Santa Justa, igualmente desaparecida. Alrededor de las casas y la ermita estaba el ruedo, es decir pequeñas parcelas con explotaciones agrarias de alcacer: cebada para hacer pan y cerveza

Pasaje de Capuchinos al Parque. 

Todo esto marcado por los vestigios almohades que aún permanecen como el aljibe almohade y la muralla que lo protege o un pozo de noria igualmente islámico.

En la desaparecida calle Del Moral había casas cedidas por el Duque a  hermandades como la Veracruz y Animas de San Juan (hoy fusionadas) aunque el mayor propietario de la zona era el Conventos de San Francisco y en menor medida Santo Domingo. Sus casas se tomaron para construir el convento de Capuchinos.

En la «calle del Regidor» estaban las casas de Juan, viudo de Francisca de Benjumea, que lindan con las casas que fueron de Cristóbal de Mesa y de Bartolomé Jiménez Pajarillas que tenían un gravamen de 235 reales sobre el Hospital de la Misericordia. Fueron vendidas al Duque en enero de 1649.

En Junio del 2020 comenzó la exploración de los túneles y conductos subterráneos de Marchena, donde ahora se van a construir canalizaciones de agua y una ciclosenda revelando la riqueza del subsuelo de la finca El Parque.

En la calle Juan de Ubeda había casas propiedad del colegio de la Compañía de Jesús, vendidas en 1649 por el procurador de los Jesuítas que lindaban con las casas de Bartolomé Jiménez, y solar de Bartolomé de Cárdenas.

Las hazas alrededor de la barriada, en general de pequeño tamaño pasan a ser del Duque. La haza del rodadero que se había dado en trueque a Tomás de Hurtado en 1635 o el Haza del Recalcón, en la Puerta de Carmona, propiedad del convento de la Concepción (1650) y entregada al Duque a cambio de  un censo de 240 reales que pagaban a su hacienda Antonio Gil y su mujer impuestas sobre sus casas en la calle de la Puerta de Osuna.

El haza de la media luna era de Pedro de Abadía, y la de la media legua de don Luis de Castañeda en el camino de Carmona, con 45 fanegas que lindaba con la viña de María de Navajas y el cerro de La Higuera.

Clérigos y conventos tenían tierras junto a Puerta Ecija, como las monjas de Santa Clara, 13 fanegas, Francisco de Guillena Manjón familiar del Santo Oficio en nombre de Gaspar de Torres, capellán, una fanega. Gaspar de Torres Capellán permutó con el Duque una haza de una fanega y a cambio consiguió otra haza en la calzada del Matadero, que estaba junto a la fuente de las cadenas.

Junto al camino de Ecija estaba la Haza de Santa Justa y la ermita del mismo nombre. Junta a ella Graciana de Alarcón y Vera y su hijo Pedro de Saavedra tenían otra haza.

Gaspar de Torres Capellán permutó con el Duque una haza de una fanega de sembrar alcacer y a cambio le dió otra haza en la calzada del Matadero.

Francisco de Guillena Manjón familiar del Santo Oficio en nombre de Gaspar de Torres, capellán de la capellanía creada por Martín de Montalván y residente en Córdoba entregó el 8 de mayo de 1651  «una haza de una fanega de tierra de sembrar alcacer en el ruedo de esta villa a cambio de trocarla por otro».