Manuel Jiménez Castillo: «El mejor país del mundo es aquel que te permite, como en un fuego eterno, alimentar tu vocación».
José Antonio Suárez López
Manuel A. Jiménez-Castillo; Doctor en Ciencias Económicas por la Universidad de Sevilla (Cum Laude); Master en Economía del Desarrollo por la London School of Economics and Political Science de Inglaterra. Ha trabajado como profesor e investigador en Nuevo Laredo; México), Phnom Penh, Camboya ahora en la Universidad Católica de Pereira (Colombia).
Sus líneas de investigación están relacionadas con la economía, desigualdad y pobreza, microfinanzas; filosofía del desarrollo y cooperación internacional, etcétera. Funge como ponente en congresos internacionales y ha publicado numerosos trabajos en revistas nacionales e internacionales. Marchenero del año 2010. Becario Talentia 2008 (Junta de Andalucía).
–Tu trabajo te permite cambiar de país de trabajo cada cierto tiempo. ¿Qué te está aportando conocer la realidad económica y social de países tan diversos?
Reconocer, aun precariamente, la esencia humana. He sido profesor en universidades de Camboya, México, Colombia, etcétera… Jamás me planteé esta vida, pero muy probablemente mi neurótica inclinación hacia el saber me hizo conquistar la inquietante arena de la naturaleza humana. Han sido lugares radicales, en uno u otro sentido, todos empapados por una violencia extrema ya sea física o simbólica. Pero solo allí donde el individuo se emancipa del lucrativo negocio de la costumbre se abre lo que lo libera. Estar desde el entendimiento y no con cámara de fotos concentra la atención en los infinitos detalles que colocan al ser humano ante su destino. He aprendido en estos viajes que el desarrollo económico de los pueblos pende fundamentalmente de su civismo. A mayor desarrollo mayor es la sensibilidad entre lo que se debe hacer y lo que se hace. Un pueblo es pobre fundamentalmente porque no sabe dar las gracias y pedir permiso.
-Has dicho que te interesan especialmente las zonas calientes o en conflicto. En narrativa se dice que sin conflicto no hay avance. ¿Sucede igual en la economía?
La violencia es siempre la reacción ante la incapacidad para hablar de frente. En México por ejemplo, el gusto por las canciones de amor desesperanzadas, su culto a la muerte, y su fama de aguerridos proviene fundamentalmente del miedo al otro. El fuerte convencionalismo moral impide que uno pueda expresarse por lo que realmente es, lo que genera un cinismo que va mermando su autoestima. En un momento dado aquello explota irracionalmente, y ¡¡boom¡¡. Los españoles, en cambio, hacemos uso frecuente de los estadios deportivos para desinhibirnos.
La vida avanza reconciliando contradicciones. Y en el caso de la economía lo hace a través de una violencia muy particular; es una violencia “creadora”. Es decir, no hay en la destrucción la gratuidad del que destruye como fin, y sí del que de él hace instrumento para una nueva oportunidad. La competencia económica es la violencia con la que se alimenta todo progreso social. Alguien pierde para que todos ganemos.
-¿Cómo se ve la realidad económica social de España y Andalucía desde fuera?
Cuando uno pone distancia el hastío cotidiano deviene melancolía y el pesimismo natural de las cosas se transforma en admiración. España/Andalucía (mi España es muy andaluza) siempre goza de mayor salud como extranjero que como oriundo. Tus demandas son extremadamente diferentes. Como forastero tu tierra solo viene a llenar un vacío sentimental; como nativo es el mismo vacío que llama a ser llenado.
La influencia de un país toma límites de su historia y es por ello que España sea impasible en el sudeste asiático, y sin embargo, en América goce de un gran prestigio. España es mucho más respetada fuera que adentro. Y esto porque el español es un sujeto neurótico particular. España es mucha España para consumirse en un himno, territorio o régimen de Estado (véase todos nuestros conflictos políticos, militares, culturales, etcétera). La españolidad es un sentimiento trágico que en su padecer sacude el yugo de la tierra que lo vio nacer para elevarse a lo infinito.
-¿Cuándo se podrá decir definitivamente que la crisis está superada y sobre todo cuando lo notaran los bolsillos de la clase media?
Las crisis son consustanciales al modelo de sociedad en el que vivimos. Todo aquel que quiere un poco más está condenado a sufrir los avatares de alcanzar un poco menos. Los estoicos decían que la eliminación del deseo frena toda insatisfacción, pero quizás no lleguemos demasiado lejos si cambiamos nuestra casa por un tonel. Acostumbrarnos a las crisis es quizás la única alternativa realista que nos queda. Eso sí, en este acostumbramiento no estaría mal si los más favorecidos compensaran de alguna manera a los más desfavorecidos. Para ello, unas instituciones fuertes y responsables se hacen del todo determinantes.
-¿Si tu vivieras en Marchena o Sevilla qué clase de negocio montarías?
Un espacio donde conjugaran los libros, el arte, y la estética. Una librería donde no solo se trabajaran con libros, sería una fuente de estima inestimable con la que extraer todo el talento “adormecido” de Marchena.
-El campo de la comunicación es un reflejo de lo que sucede a nivel global en la economía, crisis de modelo de negocio, aparecen multitud de pequeños micro medios especializados, pero sigue sin aparecer el nuevo modelo de negocio. Todos pensamos que el nuevo modelo tiene que llegar de EEUU. ¿Qué opinas?
EEUU es el país empresarialmente más creativo del mundo. Digo empresarialmente porque Andalucía por ejemplo es muy creativa pero no es capaz de añadirle el carácter prosaico que supone convertir lo bello en útil. Su carácter es más espiritual. Finalmente, no es tanto una cuestión de financiación (el dinero siempre busca su rentabilidad no el deseo de ningún otro) como de identidad cultural. El estadounidense cree que lo mejor que puede hacer para sí mismo es hacer algo útil para un tercero. Esto se denomina solidaridad interpersonal. Es muy curioso que, en cambio, EEUU pase por ser un país egocéntrico e insolidario. Pero viajar y estudiar alimenta este tipo de extravagancias.
-La fuga de talento español ha tocado techo y ahora ya se habla de retorno de los jóvenes españoles más preparados. ¿Te apetece volver?
Siempre. Pero no debemos confundir la voluntad política con las leyes de la realidad (económica). Esta confusión hace que cada cuatro años reactualicemos nuestros errores más humanos.
-¿Te preocupa que los vaivenes y pugnas políticas influyan en la economía y sociedad española negativamente de forma irreversible?
No me preocupa en absoluto. España tiene que transitar este duro proceso para salir de él más asentado. Como el hijo que un día debe abandonar el hogar familiar, el duelo es inevitable para cualquier espíritu libre. Los agentes económicos hallaran oportunidades de estos vaivenes. La ambición por prosperar, con excepción del amor, supera cualquier otro sentimiento humano. Las cosas se reordenaran y los damnificados por este proceso será el precio ineludible de una España mejor.
-Estudiar la historia local me ha permitido conocer algunos yacimientos de empleo y riqueza ya desparecidos, por ejemplo en Marchena hubo balnearios de cierto renombre, hubo salinas, se trabajó el cuero y la tejeduría. ¿Tú crees que la incultura genera pobreza económica?
La incultura no genera, la incultura ES pobreza. Pero no confundamos incultura con movilidad económica. Posiblemente hoy esos yacimientos de los que hablas no podrían sostenerse en Marchena. Quizás desaparecieron porque otros lo proporcionaban en mejores condiciones. En cambio surgieron otros. Un pueblo cambia y con ello también lo hace sus fuentes de trabajo y disposición. Lo que dispone a una comunidad depende del modo en que mejor incluye los saberes del pasado en su presente, y no del pasado mismo.
-En 2012 escribiste un trabajo sobre lenguaje y poder, ¿Cómo tiene que ser el lenguaje para poder dominar?
Fundamentalmente seductor. Esto es, la facultad para hacer descubrir que algo fértil puede hallarse en lo que alguien consideraba por todo inútil e indefendible. Cuando esto ocurre, el orador consigue cautivar a las masas suspendiendo todo juicio crítico alrededor de él. Se provoca un encantamiento radical, y entonces, aquel que te observaba con recelo abre del todo su corazón haciendo de tus palabras un compromiso de vida. Los políticos quizás no saben que lo saben, pero muchos hacen un uso exquisito de ello.
-¿Después de tantos viajes, cual es el mejor país para vivir y trabajar?
Aquel que te permite, como en un fuego eterno, alimentar tu vocación.