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Monarquía, nobleza, judíos y conversos en la Andalucía señorial

El apoyo de las casas de Osuna y Marchena a los conversos fue pragmático y estuvo siempre sujeto a las tensiones políticas del momento. Las revanchas nobiliarias, las rivalidades entre los cristianos viejos y conversos, y el conflicto entre Enrique IV e Isabel la Católica crearon un entorno volátil que finalmente culminó con la caída del rey y el inicio de una era de represión para los judeoconversos bajo los Reyes Católicos.

Los Ponce de León y los Téllez-Girón, bajo la influencia de Juan Pacheco, jugaron un papel protector hacia los conversos, pero cuando las políticas estatales cambiaron con el ascenso de Isabel al trono, estas relaciones se deterioraron, y los conversos fueron perdiendo su posición en la sociedad.

Durante el reinado de Enrique IV (1454-1474), los judeoconversos, o cristianos nuevos, enfrentaron crecientes tensiones sociales y religiosas en ciudades como Toledo, Jaén, Córdoba, así como en localidades andaluzas como Osuna y Marchena. Estas tensiones no se limitaron solo a la hostilidad religiosa, sino que se entrelazaron con las complejas luchas políticas entre las grandes casas nobiliarias de la región, los Ponce de León y los Téllez-Girón, ambas vinculadas con Juan Pacheco, el marqués de Villena.

Juan Pacheco, marqués de Villena, hermano de Pedro Giron, origen de la casa de Osuna y suego de Rodrigo Ponce de Leon, Señor de Marchena. fue uno de los nobles más poderosos e influyentes del siglo XV en Castilla.

Nacido en 1419, fue el principal consejero y aliado de Enrique IV, rey de Castilla, y desempeñó un papel clave en la política del reino. Como maestre de la Orden de Santiago y poseedor de vastos territorios, Pacheco acumuló un gran poder tanto militar como económico.

EL URBANISMO MEDIEVAL DE OSUNA

Mientras Pedro Girón, hermano de Juan Pacheco,  maestre de la Orden de Calatrava acumuló poder y tierras, siendo una figura clave en la consolidación de la influencia de los Téllez-Girón, el linaje que más tarde se convertiría en la Casa de Osuna. Pedro Girón falleció repentinamente en 1466 en circunstancias misteriosas, lo que puso fin a su aspiración de casarse con Isabel.

Tras la concesión del señorío de Osuna a la familia Girón por parte del rey Enrique IV. Juan Téllez-Girón fue una figura clave en la expansión de los dominios de la Casa de Osuna y en el fortalecimiento del poder de esta familia en Andalucía durante el siglo XV.

Las antiguas iglesias dentro del recinto amurallado, como la iglesia de San Juan de Letrán y la iglesia de San Antón, jugaron un papel importante en la vida religiosa medieval de Osuna. Sin embargo, con el traslado de la población hacia el llano, estas iglesias fueron abandonadas o destruidas. En el caso de San Antón, se cree que desapareció como parte de las reformas urbanísticas del siglo XIX, cuando se construyeron el teatro y la Plaza Nueva.

Además de su función militar, la torre del agua estaba vinculada al sistema hidráulico de la ciudad. Este sistema incluía galerías subterráneas que transportaban agua desde manantiales cercanos hacia la ciudad. La Torre del Agua controlaba este flujo, asegurando el suministro de agua a Osuna, lo cual era crucial en tiempos de asedio.

.En San Juan de Letran, la Cofradía de la Caridad de Osuna, jugó un papel clave en la asistencia social y religiosa, encargándose de obras pías como la atención a los pobres y enfermos, así como de la organización de entierros y misas por los difuntos.

PAPEL DE PACHECHO EN EL REINADO DE ENRIQUE IV

 Pacheco respaldó a Enrique IV, pero también manipuló las rivalidades nobiliarias para consolidar su propia posición. Apoyó a los conversos y utilizó sus alianzas familiares, como la que tuvo con los Ponce de León y los Téllez-Girón, para extender su control. Sin embargo, su poder comenzó a declinar cuando el apoyo a Isabel la Católica creció, lo que le llevó a perder influencia en la corte.

Diego de Valera, otro converso, cronista, cortesano y diplomático era amigo de Rodrigo Ponce de León, marqués de Cádiz y señor de Marchena. Esta relación se fortaleció a través de la influencia de Juan Pacheco, suegro de Rodrigo, con quien Diego de Valera compartió vivencias en la corte desde jóvenes. 

Diego de Valera cunta en sus crónicas que  en Sevilla, en 1474, una joven converso tiró agua por la ventana, accidentalmente o no, sobre una procesión religiosa. Este acto fue malinterpretado y exagerado, provocando rumores de que había arrojado orina, lo que desató una violenta revuelta contra los conversos. Los cristianos viejos aprovecharon este incidente como pretexto para atacar a los judeoconversos, saquear sus propiedades y llevar a cabo una persecución más amplia.

Este conflicto, originado en Sevilla, se extendió a otras ciudades de Andalucía, como Carmona y Montoro, donde la tensión entre cristianos viejos y nuevos ya estaba latente. Las diferencias económicas, sociales y religiosas fueron avivadas por las rivalidades entre las facciones nobiliarias, lo que llevó a un incremento de la violencia en toda la región.

Los Judeoconversos y las Casas Nobiliarias de Osuna y Marchena

Los conversos en Andalucía formaban una parte influyente de la economía local, habiendo ascendido socialmente, lo que generaba resentimiento entre los cristianos viejos, lo que agravaba las tensiones entre ambos grupos. Las poderosas casas de los Ponce de León (en Marchena) y los Téllez-Girón (en Osuna) protegieron a los conversos en sus territorios.

Toledo, Jaén, Córdoba: Focos de Conflicto bajo  Influencia de Juan Pacheco

Las tensiones entre judeoconversos y cristianos viejos alcanzaron un punto crítico en ciudades clave como Toledo, Jaén y Córdoba, donde las rivalidades políticas y la lucha por el control de la ciudad también influyeron en el estallido de conflictos violentos.

Toledo (1467): Toledo fue un bastión de apoyo a Enrique IV, y la influencia de Juan Pacheco, marqués de Villena, fue clave en la protección de los conversos en la ciudad. Sin embargo, esta protección también incrementó las tensiones con los cristianos viejos. En 1467, las revueltas conocidas como la Quema de la Magdalena estallaron cuando los cristianos viejos, resentidos por la riqueza y poder de los conversos, atacaron sus propiedades. Aunque Pacheco intentó proteger a los conversos, su influencia en la corte y su respaldo a Enrique IV exacerbó las divisiones, lo que finalmente llevó a una violenta persecución de los conversos en la ciudad.

Jaén (1473): En Jaén, la figura de Miguel Lucas de Iranzo, un aliado cercano de Juan Pacheco y defensor de los conversos, jugó un papel crucial en la protección de esta comunidad. Iranzo, apoyado por Pacheco y Enrique IV, favoreció a los conversos, lo que generó fuertes resentimientos entre la nobleza local. En 1473, Iranzo fue asesinado, y tras su muerte, los conversos fueron brutalmente perseguidos. 

Córdoba (1474): En Córdoba,. Alonso de Aguilar, hermano de Gonzalo Fernández de Córdoba, y aliado de los Ponce de León, y Pacheco fue uno de los protectores de los conversos en la ciudad. Sin embargo, los conflictos entre los partidarios de Enrique IV y los de Isabel la Católica crearon un ambiente de inestabilidad. En 1474, una serie de disturbios estallaron cuando los cristianos viejos atacaron a los conversos, quienes eran vistos como aliados de los nobles que apoyaban a Enrique IV. La intervención de la Inquisición años después consolidó esta hostilidad.

Los Ponce de León, los Téllez-Girón y su Relación con Juan Pacheco

 Pacheco, quien era suegro de Rodrigo Ponce de León, marqués de Cádiz, y hermano de Pedro Girón, fundador de la futura Casa de Osuna, mantenía una política de protección hacia los conversos, motivada por su lealtad a Enrique IV y la necesidad de aliados estratégicos. En las regiones controladas por los Ponce de León y los Téllez-Girón, los conversos eran a menudo protegidos, lo que garantizaba el flujo de recursos económicos y apoyo administrativo.

En Marchena, bajo el liderazgo de Rodrigo Ponce de León, los conversos se mantuvieron relativamente seguros, ya que el marqués de Cádiz, influido por su relación con Pacheco, defendió sus intereses frente a la presión de los cristianos viejos. De manera similar, en Osuna, los Téllez-Girón hicieron uso de los conversos como aliados, pero se cuidaron de no exacerbar demasiado las tensiones con los sectores más conservadores de la sociedad, especialmente cuando el equilibrio político se inclinaba hacia Isabel la Católica.

Las Políticas de Enrique IV y el Papel de los Conversos

Enrique IV favoreció a los conversos no solo como parte de una estrategia económica, sino también para debilitar a la nobleza tradicional, que estaba en gran medida en contra de su reinado. Los conversos, al ser excluidos de muchas estructuras de poder por los cristianos viejos, veían en Enrique IV y sus aliados, como Pacheco, un baluarte de protección.