La muerte en Holywood a los 92 años del bailaor flamenco marchenero Raúl Martín a la edad de 92 años pone fin a una vida de aventuras y amor por el flamenco que se inició en 1926.
Vivía en Hollywood desde hace 60 años donde se instaló después de recorrer América del Sur bailando flamenco. Se despidió de su pueblo natal en 2014 cuando presentó su biografía escrita por el periodista Nicolás Salas hijo.
Salió de Marchena para instalarse en Sevilla con nueve años, en plena Guerra Civil y su carrera flamenca fue impulsada por grandes del flamenco marcheneros como Pepe Marchena y el guitarrista Melchor.
Se instaló con sus padres en la calle Reyes Católicos de Sevilla y con seis años pudo ver cómo un grupo de comunistas intentaron quemar su casa con gasolina, solo por tener dinero sus padres, según sus memorias. Impactado, al día siguiente se apuntó a la Falange en la calle Rioja y toda su vida presumió de ser falangista. Además, bailó dos veces ante Franco. Pero además fue buen amigo de Rafael Alberti, conocido comunista. Cuando llegó a EEUU apoyó y votó a Bush y abrazó la democracia y luego apoyó a Obama.
Comienza su carrera como bailarín en el teatro San Fernando de Sevilla en 1939 y luego pasa a Madrid, con la compañía de Manolo Caracol y Lola Flores en el teatro Maravillas, en 1943. En 1948 bailó para Francisco Franco en el Palacio del Pardo. Franco le regaló un reloj de oro que más tarde empeñó para comprar un pasaje con destino a Buenos Aires.
En la capital argentina trabaja en el Teatro El Globo durante dos años. El mítico local bonaerense era frecuentado por artistas y famosos de la época: allí conoció a Ramón Sender y Rafael Alberti. En ese tiempo la mayor parte de los países Suramericanos estaban gobernados por dictadores y bailó frente a todos. En 1951 se suma a la compañía de Carmen Amaya en Argentina y recorre toda Suramérica hasta llegar a Colombia, donde decide establecerse. Allí monta una escuela de flamenco, y una televisión le propone representar El Sombrero de Tres Picos.
Buscando compañera de baile se acerca a un ensayo del Ballet Nacional de Moscú en Bogotá. Allí conoce a Nora Álvarez, bailarina argentina de ascendencia española, que le impresionó y a la que convenció para que hiciera el papel de la molinera. Se hizo su pareja y luego su esposa y compañera de toda su vida. En 1957, estando en Puerto Rico, se incorporó al ballet de Roberto Iglesias, recorriendo con él el continente americano durante 1958 y 1959.
Juntos se fueron a Miami donde bailaron en el tablao El Toreador en 1960. Justo al mes del debut, un empresario de Nueva York le ofreció un contrato de dos años para giras por todo el país. “Al finalizar el contrato decidió quedarse en Nueva York, donde nació su primera hija, Gabriela, en el 123 de la calle 44 esquina con Broadway.
En Los Ángeles, trabaja durante tres meses en Casa Madrid como bailarín y, más tarde, de cocinero. Nace su segundo hijo, Alejandro, y decide comprar un viejo estudio de cine de la Paramount en Sunset Boulevard que convierte en su primer restaurante con ‘tablao’ flamenco que bautiza como El Cid porque se acababa de estrenar la película de Charlton Heston quien asistió a la inauguración.
Los clientes eran estrellas de Hollywood como Gregory Peck, Lana Turner y Peter Ustinov. Solía ir a Mimi’s Pizza, regentada por un viejecito italiano que le convenció para que se la comprara.Tuvo que declarar ante el FBI porque el propietario del local era de la banda de Al Capone.
Monta una fábrica de muebles, que vende al poco tiempo; abre un concesionario de coches al que llama Sevilla y en el que graba el nombre Marchena en todas las matrículas. En 1985 vende El Cid para vivir de las rentas; posee cinco mansiones en Hollywood. Nace Adriana y decide adoptar a una pequeña coreana.
Fue amigo de Marlon Brando, Peter Ustimov y Ava Gardner y trabajó para las grandes productoras de cine. El 28 de febrero de 2012 recibió la medalla de oro de Andalucía que otorga el Ayuntamiento de Marchena y el título de Marchenero del Año.