En el mundo actual, el desarrollo tecnológico y la innovación son motores esenciales para el progreso económico y social. Sin embargo, hay lugares donde, aunque viniera el mismísimo Albert Einstein, sería imposible aplicar estos avances. En muchos pueblos, las redes clientelares se han convertido en un lastre para el futuro. Una élite de intocables controla todos los recursos públicos y, por tanto, no presta atención a la necesidad de desarrollar nuevas tecnologías.
La inteligencia artificial, por ejemplo, ha estado accesible para todos desde hace ya dos años. Sin embargo, ¿cuánto tiempo pasará antes de que se aplique eficazmente a la atención de los problemas de los ciudadanos? Actualmente, no existe una aplicación práctica, ninguna ventanita en Internet donde un ciudadano pueda preguntar a su ayuntamiento por el estado de su expediente, la obra de una calle o cualquier otra preocupación concreta.
Es evidente que en el futuro esto podrá implementarse y desarrollarse. Sin embargo, a día de hoy, la incapacidad, la inacción y la inactividad provocadas por las redes clientelares que están en manos de personas con poca formación y visión de futuro impiden cualquier avance. Estas redes no fomentan la innovación ni la aplicación de nuevas tecnologías, como la inteligencia artificial, a la gobernanza local.
En consecuencia, en algunos pueblos, el progreso parece haberse estancado. Las redes clientelares siguen funcionando, mientras la innovación, el turismo, el emprendimiento y el desarrollo empresarial están paralizados. Al final, lo que importa es mantener a una red clientelar, no el avance tecnológico.
Es hora de cambiar esta dinámica. Menos redes clientelares y más redes neuronales. La inteligencia artificial y otras tecnologías avanzadas pueden transformar la gobernanza local y mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. Pero para que esto sea posible, necesitamos líderes con visión, formación y, sobre todo, la decisión de romper con las viejas redes que nos atan al pasado.
Solo entonces podremos ver un verdadero progreso y utilizar el potencial de la tecnología para el bien común.